Homicidios en julio: violencia social y conflictos personales detrás del fenómeno
En los últimos 22 días se registraron 10 homicidios, de los cuales ocho ya estarían resueltos con los principales sospechosos detenidos. Un hombre que mató a su padre a martillazos, un dealer que asesinó a su pareja y un comerciante que apareció muerto en su local, algunos de los crímenes que marcaron el mes.
Julio del 2021 quedará marcado con sangre como el mes con más asesinatos en Mar del Plata en los últimos seis años, con diez crímenes que dejaron en evidencia una violencia social extrema que no responde a lógicas y es imprevisible: un hombre mata a su padre a martillazos y se suicida, a otro lo atacan a piedrazos mientras duerme ebrio en la vereda y le roban la moto, un dealer asesina a su pareja y un automovilista apuñala salvajemente a un joven que iba en moto tras una discusión de tránsito definen la heterogeneidad de la problemática en los últimos 22 días.
Hablar de estadísticas en materia de seguridad es complejo. A la familia de una víctima de un crimen no le interesa el número, si bajaron o no los homicidios, si hay un 50 % menos de delitos que antes o sí, por el contrario, ese crimen es uno más de tantos.
En Mar del Plata los números de homicidios habían bajado considerablemente en los últimos años. En 2019 se habían registrado 47 y en 2020, signado por la pandemia, ese número había caído a 34. Este año, las cifras se mantenían aplanadas, con 18 asesinatos (en 16 hechos) hasta el 9 de julio, sin embargo los días siguientes escaparon a cualquier previsión y con diez homicidios en 22 días pasó a ser el registro mensual más elevado desde marzo de 2015, cuando se registraron quince.
De los diez crímenes que de julio, ocho ya parecen estar prácticamente resueltos por los fiscales y la policía, con los principales sospechosos detenidos y solo hay dos casos, el crimen de Lucas Ordoñez y el de Hugo Monzón, que están sin resolver.
El móvil de estos asesinatos también es variado y marca eso más una violencia social desproporcionada que hechos de inseguridad propiamente dichos: un parricidio en pleno brote psicótico, el ataque de un paciente de un neuropsiquiátrico a otro, un femicidio, una mujer que mató a su pareja, una discusión de tránsito entre desconocidos y ajustes de cuentas.
Si bien la mayoría de estos asesinatos fueron en la periferia y en contextos de marginalidad, la violencia no solo se dio en esas zonas alejadas de la ciudad: uno de los hechos más absurdos y brutales se dio tras una discusión de tránsito en Juan B. Justo e Independencia y otro cuando un comerciante apareció muerto, ahorcado y en una escena que aparentaba un suicidio en un local en San Luis y San Lorenzo.
Vilugrón junto a su novia.
Marginalidad, robo y muerte
El 9 de julio a la madrugada, tres hombres robaron en una humilde casa de Del Solar y Juan B. Justo. Una joven, de 19 años, llamó por teléfono a su novio, Lautaro Gómez (16), quien vivía a media cuadra. Lautaro Gómez y su hermano Sebastián salieron de su domicilio, ubicado a solo 50 metros de donde ocurría el hecho, y en el trayecto se cruzaron con dos de los delincuentes. En esas circunstancias, Lautaro Gómez recibió un disparo en la cabeza que le produjo la muerte en el acto y su hermano una feroz golpiza.
El principal señalado de haber matado a Gómez, Nahuel Agustín Juárez (24) se presentó por sus propios medios en la DDI a la par que la policía realizaba una serie de allanamientos para encontrarlo. Quedó imputado por homicidio agravado y tras negarse a declarar continúa alojado en la Unidad Penal 44 de Batán.
Crímenes brutales en la calle
La calle fue el escenario de dos brutales crímenes: el asesinato de Leandro Vilugrón (31) y el de Rubén Monzón (47).
El 10 de julio toda Argentina se preparaba para ver la final de la Copa América. En eso estaba Leandro Vilugrón, quien manejaba su moto acompañado de su pareja cuando tuvo una discusión de tránsito con el conductor de una camioneta. La disputa escaló de una manera absurda.
Todo comenzó a varias cuadras del cruce de Juan B. Justo e Independencia cuando el conductor de una camioneta Amarok, Jorge Mattar, encerró a Vilugrón, quien respondió con un golpe en la puerta del vehículo. Ante esta reacción, el automovilista inició una persecución hasta Independencia y Juan B. Justo, donde ante el riesgo de ser atropellado, Vilugrón se detuvo.
El conductor de la Amarok bajó, encaró a Vilugrón, extrajo un arma tipo facón y, ante la mirada de numerosos testigos -y la grabación de las cámaras de seguridad-, asestó al menos dos puñaladas que causaron cortes mortales en Vilugrón. Jorge Mattar fue detenido y al declarar dijo “no recordar” lo que había hecho.
Rubén Monzón fue asesinado el 23 de julio de un piedrazo en la cabeza mientras dormía en la vereda de Peralta Ramos y Pacheco, tras haber estado bebiendo alcohol durante horas. Las cámaras de seguridad de la zona registraron el momento en que un hombre que pasaba por el lugar se detuvo y golpeó reiteradas veces a Monzón con una piedra en la cabeza. Luego le robó la moto a la víctima y se fue del lugar.
Por este crimen aun no hay detenidos.
Brote psicótico, parricidio y suicidio
Todo parece indicar que el pasado 14 de julio Juan Ignacio Schuttenberg (37) mató a martillazos a su padre, Juan Mauricio (71), en una especie de brote psicótico provocado por sus problemas de adicciones de drogas y luego se suicidó.
El hecho ocurrió en una casa de Andrade al 1900. Luego de golpear con un martillo a su padre y darlo por muerto, Juan Ignacio Schuttenberg subió al Volkswagen Gol y se fue a toda velocidad con un objetivo: quitarse la vida. Llegó a la costa y tomó por el Acceso Norte en dirección al Parque Camet y, al ver a una Ford Ranger la chocó de lleno.
Vivienda de la calle Andrade donde el jubilado fue atado por su hijo.
El golpe fue tal que los hierros retorcidos del Gol impedían la extracción del conductor. Policías y bomberos intentaron rescatarlo y escucharon lo que nadie sabe. “Mate a mi viejo, me quise suicidar”, fueron las palabras que balbuceó un malherido Schuttenberg.
Schuttenberg padre no estaba muerto, pero sí agonizaba en el interior de la casa cuando la policía fue a revisar el lugar. Un operativo simultáneo llevó a padre a hijo, a víctima y victimario, al Hospital Interzonal, donde finalmente fallecieron con escasos minutos de diferencia.
Femicidio entre drogas
El 22 de julio Adriana Estéfano fue asesinada de un disparo en el abdomen en el interior de una vivienda del barrio Peralta Ramos Oeste, que era un punto de venta de drogas, y por el crimen quedó detenida su pareja, Mykel Ponce (40).
En la casa de González Chávez al 600 la policía encontraría luego varias armas de fuego, entre ellas una de calibre 9 milímetros que podría tratarse de la empleada para dar muerte a Estéfano, una Glock .380, dos bolsas con cocaína, una balanza digital, un rifle de aire comprimido y numerosas municiones de distinto tipo y calibre.
Tanto la mujer como su pareja estaban investigados por la venta de estupefacientes.
Violencia en un neuropsiquiátrico
El 13 de julio, Hilario González (77) fue asesinado a golpes en el interior del neuropsiquiátrico “Clara del Mar” por otro paciente, Maximiliano Roldán (24), quien se encontraba internado en el lugar desde mayo por un agudo cuadro de adicciones a las drogas.
Se espera que la semana próxima la fiscal Andrea Gómez resuelva la situación procesal de Roldán, quien permanece internado en la misma clínica en donde ocurrió el crimen por disposición del Juzgado de Familia N1.
Algo de misterio
El domingo 25 de julio, el comerciante gastronómico Ezequiel Guasone (48) fue hallado muerto en el interior de su local -donde antes funcionó el restaurante Pietro- de San Lorenzo y San Luis y por el crimen este sábado fue detenido Ricardo “Ricky” Aguerrido.
La muerte de Guasone tiene un manto misterioso, ya que en un primer momento se especuló con la posibilidad de que fuera un caso de suicidio: su cuerpo fue descubierto enganchado del cuello por un collar al borde de una mesa de baja altura, sin embargo la autopsia confirmó que tenían que haber intervenido terceros para provocarle el estrangulamiento a la víctima. Esta puesta en escena parecería contar con los elementos de un “sello mafioso”.
Ezequiel Guasone.
De acuerdo a algunos datos a los que tuvo acceso LA CAPITAL, Guasone y Aguerrido tenían una relación complicada a partir de incumplimientos en el contrato de alquiler y explotación del local donde tiempo atrás funcionó el restaurante Pietro. Aguerrido había rentado el lugar e iniciado un proyecto de salón de fiestas y de cervecería artesanal, que no tuvo éxito.
Una víctima “caída de la cama”
El 25 de julio Erika Spinardi (31) llamó al 911 para denunciar que su esposa se encontraba muerto en el interior de su casa del barrio Libertad y cuando la policía llegó dio una versión increíble: Sergio Palacios (41) se había lastimado al caerse de la cama. Las múltiples heridas de arma blanca y la sangre del lugar hicieron imposible de sostener la versión y la mujer quedó detenida inmediatamente.
Sergio Palacios y Erika Spinardi (31) estaban unidos en una relación violenta, incluso la mujer tenía una medida que le prohibía acercarse al hombre luego de haberlo apuñalado en el verano.
Ajustes de cuentas
El 9 de julio fue el fin para Jonathan Sanche, un joven de 25 años que había estado vinculado toda su vida al delito y que incluso había asesinado a un hombre.
Ese viernes feriado por el Día de la Independencia, Sanche debía haber cumplido con su arresto domiciliario, sin embargo salió en moto y mientras recorría las calles de la Villa Berutti fue asesinado de un disparo en la cabeza.
Los investigadores no descartan que el conflicto que causó el desenlace esté relacionado con la venta y consumo de estupefacientes y por el crimen fueron detenidos José “Kito” González y José “El Lula” Galán, a quienes los familiares de Sanche les prendieron fuego las casas en venganza.
El último de los crímenes de julio, y que se encuentra sin resolver, fue el de Lucas Ordoñez, ocurrido el pasado 27 de julio en el barrio Jorge Newbery y que, para los investigadores, se trataría de otro ajuste de cuentas.
Ordoñez fue asesinado de dos disparos y según trascendió, habría sido rodeado por un grupo de entre seis y ocho personas antes de que lo mataran. En la zona donde fue hallado el cadáver de Ordoñez, Belgrano y Bolivia, no hay cámaras de seguridad que pudieran haber registrado algún tipo de actividad por lo que, ante la falta de imágenes y testigos, el fiscal Alejandro Pellegrinelli se encuentra ante un panorama al menos difícil para dar con los implicados.
Ordoñez tenía antecedentes y era conocido en el mundo del delito. En 2011, con tan solo 16 años, ya comenzó a ser un nombre recurrente para los fiscales del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil. Ya como mayor, su única causa data del 2018, por un caso que tramitó la Fiscalía de Delitos Económicos y si bien estaba investigado por diferentes hechos relacionados a la venta de droga en el barrio Jorge Newbery, no se le había podido demostrar nada.
El mes bisagra
En marzo de 2015 se registraron quince homicidios, la cifra de crímenes más alta hasta la registrada en julio de este año. De esos quince homicidios, seis habían sido en ocasión de robo, siendo el más resonante el del ayudante fiscal Atilio Canales, quien cumplía funciones en General Madariaga, pero vivía en Parque Luro, en Mar del Plata.
El homicidio de Canales tuvo un alto impacto en las autoridades policiales de toda la provincia, no sólo por tratarse la víctima de un funcionario judicial sino por ser el último de una serie de crímenes en poco tiempo.
Luego de esa oleada de crímenes, hubo modificaciones para combatir el delito en la ciudad: en la Municipalidad fue nombrado secretario de Seguridad Rodolfo “Manino” Iriart, llegaron fuerzas federales para reforzar las calles y se creó la la fiscalía temática para robos en domicilios, a cargo hasta el día de hoy del fiscal Mariano Moyano.
Además, como parte de la gestión de Iriart, aumentaron la cantidad de cámaras de seguridad en funcionamiento, prácticamente se duplicaron los patrulleros en las calles y se pudo cubrir las 94 cuadrillas de la ciudad.
Fue tras ese violento marzo de 2015 que la secretaría de Seguridad del Municipio tuvo un rol fundamental para articular las fuerzas de seguridad provinciales, municipales y federales.
En ese 2015, además, hubo 75 asesinatos y fue el último año con una cifra tan alta, ya que en los siguientes esa cifra se redujo prácticamente a la mitad.
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