‘Freestyle’: los raros del colegio ahora rapean en estadios
El 'freestyler', rapero y MC argentino, Stuart, durante una entrevista con EFE en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid. Foto: EFE | Kiko Huesca.
por Guillermo Azábal
Seguro que los conoce. Aunque sea de oído o a través de sus hijos o nietos, pero seguro que alguna vez ha escuchado nombres como Skone, Chuty, Aczino o Trueno. Ellos, hasta hace no muchos años, formaban parte de los ‘raros del colegio’; esos que vestían pantalones anchos, gorras con visera plana de equipos de la NBA y acumulaban cuadernos llenos de rimas en sus mochilas.
Hoy, son artistas del rap improvisado a los que idolatran miles de niños en Latinoamérica y España, y llenan estadios con sus batallas de ‘freestyle’.
“Es increíble, no paro de mirar hacia todos lados. Estoy impresionado”, expresó a EFE desde el Wanda Metropolitano (Madrid, España), el mexicano Aczino, quien para muchos es el mejor gallo (como se conoce a quienes se dedican a las batallas de rap) de la historia.
“Me acuerdo de cuando bajábamos al parque y éramos seis personas. Las fichas de dominó han caído y hemos llegado al estadio del Atlético de Madrid. Es una pasada”, añadió el ‘freestyler’ español Skone en los instantes previos a su actuación en este recinto.
Las competiciones de ‘freestyle’ acumulan decenas de millones de visitas en plataformas como YouTube, los gallos tienen centenares de miles de seguidores en redes y las rimas de batallas famosas son cantadas de memoria en lugares tan distantes como el parque Bustamante (Santiago de Chile) o el Parque del Oeste (Madrid).
Además, los primeros puestos de la música urbana de países como Argentina están copados por artistas que empezaron vinculados al ‘freestyle’, se granjearon una base importante de fans y enfocaron sus carreras hacia distintas modalidades de rap o trap. Paulo Londra, Duki, Lit Killah, Bizarrap o Wos constituyen el mejor ejemplo de este proceso.
¿Cómo llegó a explotar el freestyle?
Antes de que se convirtiera en un fenómeno viral, antes de que estos jóvenes hicieran saltar por los aires las estadísticas de Spotify y abarrotaran estadios, hubo una generación de gallos que se dedicó a improvisar sin ningún tipo de beneficio económico.
Piezas, Noult, Hadrian, Mcklopedia son solo algunos de los ‘freestylers’ hispanohablantes que se recorrieron las plazas de sus países para poner su granito de arena y que cada vez más gente dejara de verlos como ‘los raros del instituto’. Entonces solo había una competición oficial para que cada uno demostrara que era el mejor improvisando: Red Bull.
Una cita anual que, desde 2005, fue alcanzado mayor prestigio, extendiéndose a más países latinos, y que, después de un parón de 2009 a 2013, volvió con una influencia inusitada. Arkano, Invert y otros como Skone, Aczino o Dtoke, que aún compiten, fueron los mayores exponentes de una segunda generación de gallos que veía cómo aparecían las primeras competiciones internacionales y a la par que el uso de las redes sociales crecía, las rimas de sus batallas recorrían el globo.
El fenómeno se extendió, y desde entonces centenares de chicos salen a los parques de sus barrios con un altavoz y ganas de liberar la mente para rimar sobre lo que se les pasa por la cabeza. Fue lo que ocurrió con el extinto Quinto Escalón, una competición que se celebró hasta 2017 en el Parque Rivadavia de Buenos Aires y llegó a reunir hasta tres mil jóvenes aficionados a las batallas.
El respeto entre competidores
La improvisación iguala en una batalla al hijo de un abogado con el chico que creció en un vecindario problemático. Si antes estos jóvenes veían en el fútbol la mayor oportunidad para mejorar su situación económica, ahora tratan de imitar a Trueno, Bnet, Teorema o Aczino para poder cambiar sus vidas.
“Yo rapeo para la gente que le pone ánimo a la vida, la gente que piensa que ver una batalla mía le cambia el ánimo del día. No tengo mayor presión que esa”, relató Stuart, actual campeón de FMS -liga de ‘freestyle’- Argentina, a EFE.
Cuando termina una batalla, aunque en el segundo inmediatamente anterior el rival le estuviera ridiculizando con sus rimas, los competidores se abrazan amistosamente. Los gallos entienden que el arte de la rima y las batallas de gallos funciona así.
“Creo que el rap puede ayudar a visualizar situaciones difíciles y a hacer que otras personas se den cuenta de las cosas que pasan”, explicó el ‘freestyler’ chileno Nitro. Y es que en las batallas de gallos los mensajes reivindicativos también son una constante. Es por eso que la industria trabaja ahora por que cada vez haya más competidores que puedan vivir de esto, y por que más mujeres se animen a demostrar sus habilidades con la rima improvisada.
EFE.
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