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Opinión 25 de julio de 2021

Listas, boletas, votos y facturas pendientes

Por Jorge Raventos

La oficialización de nominaciones para las primarias obligatorias de septiembre ha concluido sin grandes sorpresas. El oficialismo confirmó el nombre de Victoria Tolosa Paz como cabeza de la boleta bonaerense. La joven funcionaria, que la prensa suele adscribir al “albertismo”, intenta en rigor nadar y cuidar la ropa: es leal al Presidente pero también a la vice. Segundo en la boleta irá el nombre de Daniel Gollan, actual ministro de Salud de Axel Kicillof.

Dado el hecho de que en el Frente de Todos no habrá competencia interna para diputados nacionales, la lista inscripta es la que en definitiva lucirá en los cuartos oscuros de la provincia en los comicios generales de noviembre.

Plenamente consciente de que no está en condiciones de perder sufragios por ningún motivo, el oficialismo ha hecho un esfuerzo político para preservar la unidad y ha procurado garantizar la participación en la distribución de posiciones de, si no todos, los principales actores del distrito. Así, la boleta contará con aportes obvios del Instituto Patria y la Cámpora (las “orgas” de, respectivamente, Cristina Kirchner y de su hijo, que no necesariamente coinciden en todo), del llamado “albertismo”, del massismo, de los intendentes, los gremios y los movimientos sociales.

La misma dinámica se aplicó en la Ciudad Autónoma: también aquí hay boleta única y el frontis corresponde a un híbrido de albertismo y cristinismo, Leandro Santoro. Como en el caso de la bonaerense Tolosa Paz, Santoro es un hábil declarante, una espada mediática y ha mostrado condiciones de defensor eficaz y sensato de la gestión oficial, virtudes que no abundan en el Frente de Todos.

 

Las unidades esquivas

 

Así, el oficialismo ha cerrado con bastante pulcritud este proceso en la región electoralmente más significativa (Ciudad Autónoma y provincia), que congrega casi la mitad del electorado nacional. En provincia consiguió inclusive un logro suplementario: pudo anunciar el pase a sus filas de Héctor Bali Bucca, ex intendente de Bolívar y actual jefe parlamentario del pequeño bloque randazzista de diputados; toda una ironía: el Frente de Todos consiguió birlarle una figura al candidato que se presentará con el objetivo inmediato de restarle votos.

En otros distritos importantes el Frente de Todos no consiguió listas únicas y buscará sellar su oferta a través del voto en las PASO. El más importante de estos es Santa Fe, donde una lista con apoyo del gobierno nacional y el Instituto Patria, encabezada por el actual ministro de Defensa, Agustín Rossi y la vicegobernadora Alejandra Rodenas, enfrentará al armado que urde el gobernador Omar Perotti. Tanto Rossi como Perotti están dando ya, por adelantado, la batalla por la candidatura principal de 2023.

En Tucumán, el fuerte liderazgo del gobernador Juan Manzur ha sido puesto en cuestión por su vice, Osvaldo Jaldo, que no ha consentido que Manzur definiera la boleta del Frente de Todos, ni siquiera después de que el gobernador obtuvo la bendición de la Casa Rosada y -menos ostensiblemente- la del Instituto Patria. En rigor, Cristina de Kirchner no alienta los mejores sentimientos hacia Manzur, que fue uno de los primeros mandatarios provinciales en declarar que ella había “cumplido un ciclo”… poco antes de que la señora nominara a Alberto Fernández y se incluyera en el segundo lugar del binomio.

No obstante la escasez de affecto societatis, la señora de Kirchner avaló al gobernador con la intención de que prevaleciera la unidad en Tucumán. Pero Jaldo, que aspira a reemplazar a Manzur en 2023, se mantuvo intransigente y decidió activar su corriente interna -Verdadero Peronismo- para presentarse a las PASO y enfrentarlo allí. El propio Jaldo encabezará la lista desafiante como candidato a diputado. Ante esa amenaza, el gobernador resolvió también aparecer en la boleta de su sector. Se trata de una presencia simbólica (nominación a senador suplente), pensada exclusivamente para personalizar el enfrentamiento interno y poner con claridad la marca Manzur en la lista que lleva como candidatos a senadores a Pablo Yedlin y Sandra Mendoza y a Rossana Chahla como cabeza de la nómina de postulantes a diputados.

Así, a raíz de un choque signado por la intransigencia de Jaldo, en Tucumán las PASO podrían ser el prólogo de una fisura en el Frente de Todos hacia el horizonte de la elección de 2023.

 

Peronismo y cordobesismo

 

En la provincia de Córdoba el electorado peronista tendrá dos opciones, y la más convocante -según las encuestas- no es el Frente de Todos -oficialismo nacional- sino la vía cordobesista -Hacemos por Córdoba- liderada por el gobernador Juan Schiaretti, que postula como candidatos a senadores a la esposa de Schiaretti, Alejandra Vigo y a su ministro de Industria, Comercio y Minería, Eduardo Accastello, que fuera intendente de Villa María, y como cabeza de la lista de diputados a Natalia De la Sota, una de las hijas del llorado exgobernador Juan Manuel De la Sota.

El Frente de Todos -con el respaldo del gobierno nacional- aspira a reelegir como senador a Carlos Caserio y lleva como primer candidato a diputado a Martín Rodrigo Gill, actual secretario de Obras Públicas del gobierno de Alberto Fernández e intendente de Villa María en uso de licencia (fue sucesor allí de Eduardo Accastello, hoy en lista competidora).

En cualquier caso, Hacemos por Córdoba, sin olvidar su raíz justicialista, despliega un discurso más amplio, ha buscado con éxito abarcar sectores independientes y por ese camino ha afianzado su predominio en la provincia, pese a que Córdoba es una provincia donde parece prevalecer la desconfianza al peronismo. Ese desplazamiento le deja al Frente de Todos la posibilidad de recolectar el voto peronista más intenso, un nicho que en el distrito tiene límites restringidos.
La oposición vota

 

Frente a un oficialismo nacional que sólo excepcionalmente zanjará sus disputas en las PASO, pues consigue en general negociar listas unificadas, la principal oposición libra sus internas con virulencia apenas disimulada.

Durante “el banderazo” que dos días atrás impulsó el sector más duro de Juntos por el Cambio a través de la máscara transparente de comunicadores y trolls adictos, se hicieron notar carteles que mostraban la figura de María Eugenia Vidal (y en algunos casos también la de Horacio Rodríguez Larreta) con la palabra “traición” sobreimpresa.

Si bien halcones y palomas del Pro parlamentaron y fumaron una pipa de la paz, el pase de Vidal a la Ciudad Autónoma no ha sido disculpado por la base más aguerrida de la coalición en la región metropolitana, que se siente mejor representada por figuras como Patricia Bullrich o Fernando Iglesias y hasta por el actor Luis Brandoni. En las PASO, Iglesias consiguió un espacio en la lista que liderará Vidal y que Bullrich (presidenta del Pro) oficialmente, pero es posible que muchos de sus simpatizantes le entreguen el voto a la principal lista competidora, la que armó Ricardo López Murphy, una opción que, aunque en los hechos juega el rol de “derecha de Su Majestad” y es funcional al sector hegemónico de la coalición (que lidera Larreta) pues retiene a los enojados que podrían llevarse su sufragio a otra fuerza política (por ejemplo, los libertarios), también le da expresión a la revuelta interna contra el oficialismo porteño. Una buena primaria de López Murphy (con poca distancia entre Vidal y él) tendría consecuencias en la interna del Pro.

Pero en rigor, las PASO porteñas de Juntos por el Cambio tienen no dos, sino tres competidores. La tercera lista es la que formó el ex secretario de Salud de Mauricio Macri, el radical Adolfo Rubinstein. Formada por radicales (Facundo Suárez Lastra, Luis Brandoni) esta lista es, podría decirse, la más macrista de las que participarán en esta primaria de la oposición, tanto por la defensa más empecinada de la gestión del expresidente (un asunto del que naturalmente López Murphy y más discretamente Vidal toman distancia), sino por sus resistencias al tránsito de liderazgo de Macri a Rodríguez Larreta en la oposición.

Por este último aspecto algunos han caracterizado a esta corriente como una expresión porteña de la línea que en la primaria bonaerense de la coalición (que allí se llama Juntos, pues redujo su nombre) representa el neurocientífico Facundo Manes. Se trata de una deducción apresurada. Manes efectivamente tiene sus problemas con el larretismo, al que, en la figura de Diego Santilli, dará batalla en septiembre y al que imputa golpes mediáticos por debajo del cinturón. Pero Manes no expresa en la provincia al radicalismo pro-Macri de Rubinstein y Brandoni, sino a la corriente central de la UCR, que está dando una batalla por alcanzar en la coalición opositora el protagonismo al que se cree con derecho por historia y por representación en el país. De esa corriente central forman parte desde Ernesto Sanz y Alfredo Cornejo hasta Gerardo Morales o Martín Lousteau (la mayoría de los cuales tienen mejores vínculos con Larreta que con Macri).

La interna bonaerense de Juntos consiguió simplificarse a dos adversarios: Manes encabeza una lista, Diego Santilli la otra. El neurocientífico está allí pensando en una carrera presidencial con comienzo en 2023. Santilli, un político más experimentado, toma lo que le ha sido dado y trata de construir desde allí. Él había soñado con suceder a Larreta y ahora le toca soñar con pelear por la gobernación bonaerense en 2023. Por debajo de ellos otros sueñan con recomposiciones políticas que podrían suceder a partir de lo que digan las urnas de noviembre y a la luz del desarrollo de los problemas que el país tiene frente a sí, que se mencionan aunque no se debaten a fondo. Facturas que, en definitiva, reclamarán atención urgente tan pronto acabe el escrutinio. Si no es antes.