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Cultura 12 de septiembre de 2016

Mosaico (Literatura Brasileña Actual): Donde pongo el ojo, pongo la bala

Por Agustín Arosteguy // (Desde Brasil)

Género: poesía. Páginas: 96. Editorial: Crisálida. Año: 2011.

Bruno Brum con un mirar antropológico construye este poemario como quien excava, limpia, clasifica y monta esqueletos. Es así que cada poema en “Mastodontes en la sala de espera” tiene la razón de ser de un hueso y la sala de museo es ni más ni menos que una sala de espera de algún consultorio perdido o tal vez inexistente.

Como una gran metáfora irónica de la realidad, el título viene a patear el tablero y alzar la voz para reclamar por la situación que la poesía ocupa en la literatura contemporánea. De esta forma, Bruno con un pulso propio de espagueti western, acierta con cada poema como si el blanco fuesen manzanas. Con un lenguaje áspero, que conjuga poesía y corrosión, consigue rescatar del cotidiano, de la monotonía cíclica, situaciones y momentos que pasan desapercibidos para la mayoría de las personas.

Y no contento con eso, además los plasma con un vigor poético pero sin aires de grandeza. Es decir, lo mejor del libro es poder observar que existe poesía en nuestro día a día.

-Una curiosidad, ¿cuál es el origen de tu apellido?
-No lo sé. Nunca investigué eso a fondo. La familia de mi padre vino de Portugal en el inicio del siglo XX, para trabajar en la tierra y en el comercio. Pero, hasta donde pude saber, el apellido Brum es de origen alemán. Judío alemán. Curiosamente, soy más ligado a la familia de mi madre, los Marques.

-En relación al título, que dicho sea de paso es fantástico, ¿la poesía serían los mastodontes o la sala de espera? ¿Cómo surgió?
-Estuve meses procurando un buen título, probando diversas opciones. En 2010, cuando aún era inédito y se llamaba Anaeróbica, el libro ganó el Premio Gobierno de Minas Gerais de Literatura. Todos mis amigos, sin excepción, me encorajaron a cambiar el título. Decían que era muy malo, y yo acabé concordando. Mastodontes en la sala de espera, para mí, se refiere a algo incómodo, inoportuno. Este sentimiento tan contemporáneo que es la falta de lugar, de pertenecer o de no pertenecer. La sala de espera no es el destino de nadie. Todos están allí esperando que algo suceda, ojeando revistas, jugando con el celular. Es un lugar por donde vos pasás para llegar a donde realmente querés o precisás. En relación con los mastodontes, a pesar del porte y de la imponencia, son animales extintos. En mi opinión remite un poco a la propia poesía, esa actividad casi clandestina que frecuentemente insisten en decir que está muerta.

-Vos publicaste tu primer libro en 2004, el segundo en 2007 y el tercero en 2011. ¿Cómo concebís la poesía? ¿Qué lugar ocupa ella en tu vida?
-La poesía ocupa un lugar central en mi vida. Pienso en eso todo el tiempo. Creo, como Leminski, que mi trabajo es secundario. Lo que me importa de verdad es trabajar en mis libros, en mis poemas. Y en la lectura, que también es fundamental. Sacando eso, ya edité revistas literarias, organicé eventos y colecciones de libros de poesía, tuve blogs, etcétera. Siempre estoy involucrado en algún proyecto. Publico poco, pero escribo mucho. Aprovecho, en mis libros, una pequeña parte de los poemas que escribo. El resto van a parar a la basura. Para mí es crucial ese trabajo de edición, de seleccionar poemas, pensar en la estructura del libro, proyectar cómo aquello va a ser. Autocrítica es primordial. En los últimos años adquirí el saludable hábito de escribir todos los días. Soy designer gráfico freelance, entonces, consigo organizar mi tempo de forma que pueda conciliar la escritura y mi trabajo formal. Me levanto, tomo el desayuno y escribo por lo menos dos horas, igual que no tenga ninguna idea. Voy sacando las palabras, recurro a mi cuaderno de anotaciones, intento hacer asociaciones entre una película que asistí, un libro que estoy leyendo, una charla. Siempre sale alguna cosa.

-Algo que siempre me interesa mirar y pensar es el orden que los libros de poesía tienen. En tu caso, ¿cómo lo organizaste?
-Utilizo el mismo método desde el primer libro. A medida en que voy escribiendo los poemas, selecciono aquellos que considero mejores, aquellos que tienen una afinidad entre sí, e imprimo. Esos poemas van para la carpeta de catálogo (aquella con hojas plásticas) y, a partir de allí, comienzo a pensar en el libro. La carpeta me permite cambiar el orden de los poemas, probar cómo funcionan unos próximos a otros. Considero el proceso de composición del libro tan importante como el proceso de composición de los poemas. Soy un poco obsesivo con relación a eso. Hago muchos cambios, marco los poemas con lapicera, imprimo de nuevo, altero la secuencia. Es un trabajo que me da mucho placer.

-Me gustaría saber sobre el proceso creativo de “Mastodontes…” ¿Cómo y cuándo vos comenzaste a pensar en ese libro, escribiste a mano o en la computadora? ¿Cuándo sentiste que el libro estaba listo?
-Hace muchos años que escribo en la computadora. Tengo libretas para hacer anotaciones a mano cuando estoy fuera de casa, pero el trabajo en su mayor parte es hecho en la computadora. Estuve cuatro años escribiendo Mastodontes, de 2007 a 2011. Comencé a estructurar el libro a partir de 2009, cuando ya tenía el cuerpo de poemas lo suficientemente compacto para poder pensar en una unidad. Hay algunos hechos curiosos. El poema Bruno Brum en ritmo de aventura, por ejemplo, fue escrito en 2005, antes inclusive del libro Cada, que es de 2007. El poema 99 blefes tiene fragmentos que son de 2005, 2006. De una forma u otra, a partir de un determinado momento me di cuenta de que estaba escribiendo un libro poderoso. Los poemas ganaron cuerpo, y pasé a decir con más claridad aquello que quería. Retomé procedimientos que me interesaban de los libros anteriores, como la poesía visual del primer libro y los poemas en prosa del segundo, y avancé en el trabajo en verso, expandiendo bastante mis posibilidades creativas. Es un libro que me abrió muchas puertas.

¿Quién es?

Bruno Brum (Belo Horizonte, 1981). Publicó los libros Mínima idéia (2004), Cada (2007) y Mastodontes na sala de espera (2011, Premio Gobierno de Minas Gerais de Literatura 2010). Es el idealizador y curador, junto con Ana Elisa Ribeiro, de la Colección Lleve un Libro (https://www.facebook.com/leveumlivro/?fref=ts), que distribuye, de forma gratuita, microantologías de poetas contemporáneos brasileños.