De un pueblo ruso que no está en Google a Mar del Plata: la historia de Anastasía
Estudió filosofía, la entusiasma la libertad. Quedó maravillada por la posibilidad de estudiar en las universidades públicas de Argentina. Por qué eligió Mar del Plata y qué hace esta joven artista rusa.
Dejó los Montes Urales. Después, dejó un puesto en la Embajada de Venezuela en Rusia. También dejó a su familia y las estrictas tradiciones que parecían acorralarla. A los 22 años, recién recibida de profesora de Filosofía y con un entusiasmo voraz, pensó en América Latina y en algún país de la región para estudiar y desarrollar su faceta artística en libertad.
Los motores de búsqueda la orientaron hacia Argentina. Cuando escribió “universidades de Argentina” en la web se sorprendió porque la pantalla le propuso dos columnas: “Universidad pública” o “Universidad privada”.
Durante una presentación junto a Luis Reales y Leo Cubiella.
“Me pregunté qué era lo público y empecé a averiguar más. Leí que público era gratis para todos los que quieren estudiar y no lo podía creer. Es de otro mundo. En Rusia no es así. Y cuando averigüé un poquitito más encontré que los extranjeros también pueden estudiar gratis. Y entonces para mi se terminó la búsqueda”, cuenta, con el mismo entusiasmo, Anastasía Romanova.
Con su título, un cuaderno con canciones y varios deseos, en 2015 llegó a Buenos Aires. Pero las mudanzas siguieron en la vida de esta joven nacida en el bosque de un pueblito llamado Kyn -es tan pequeño que no figura en Google-, en la provincia de Perm y en el medio de los Montes Urales, más cerca de Asia (a ochenta kilómetros) que del centro de Europa.
Durante su primer verano argentino, tuvo la posibilidad de conocer Mar del Plata. Y entonces, el bullicio, el esplendor y la urbanidad de cualquier capital cosmopolita quedaron desdibujados al lado del mar, del mar marplatense.
En Mar del Plata, con la bandera rusa y el mar de fondo.
“Cuando conocí Mar del Plata no quise conocer nada más de las capitales. Siempre mi sueño era vivir cerca del mar, y acá el mar lo tenía a dos cuadras de mi casa, era un lujo, un sueño de toda la vida, porque yo soy de las montañas”, cuenta en una entrevista con LA CAPITAL.
La joven, que hoy tiene 27, es cantante y lidera el grupo experimental Problematic Dimension, recordó que terminó la carrera de Filosofía pero nunca pudo desoir el deseo de dedicarse a la música. “Desde muy chiquita estudié música, mi primera formación la recibí en Rusia a los 7 años, me dedicaba a la música clásica, al canto lírico y después por varias razones no pude seguir”.
Un intercambio cultural con España y Portugal le amplió las posibilidades, la mirada y la sensación de que otras sociedades son más amigables con el arte. “Mi familia no quería que fuera artista, ‘¿de qué vas a vivir siendo música’?”, le decían.
Su permanencia en esos países la despertaron: “Me di cuenta de que pertenezco a todo el mundo, mi casa es el planeta entero, Rusia es muy chica para mi, quiero conocer a otra gente, de ahí surgió la idea de irme“, sigue. Durante algún tiempo, esa idea de ciudadana del mundo la llevó a autodenominarse “Ann now here”.
Ya en Mar del Plata, con el canto lírico como meta a cumplir, se anotó en el Conservatorio Luis Gianneo. Cursó esa especialidad, la terminó, pero decidió no continuar con el género. Otros estilos llegaron para convocarla: el tango, por ejemplo; y la experimentación musical también.
“Para mi es un privilegio poder estudiar lo que quiero sin limitaciones. Rusia es un país mucho más estricto en todo: allá yo quería estudiar canto lírico, tenía 23 años y en la carrera solo te admitían hasta los 22. Hay muchísimas limitaciones”, repasa.
Una búsqueda que es la de la libertad. “Mi objetivo sentirme libre, en un lugar donde no me digan lo que tengo que hacer por tener tantos años o por ser mujer, yo veía en Argentina un país más liberal y tuve razón, quería seguir con la carrera musical, todavía no sabía que iba a cantar tangos, solamente quería conectarme con la música, con el escenario porque me hacían falta, estaba muy triste”.
Acá, aquellas canciones “hechas a la mesa” que se trajo de Rusia, esbozadas en un cuaderno le parecieron “tan lindas, tan profundas” que buscó la manera de darlas a conocer. Así nació la banda ruso-argentina Problematic Dimension.
“Mi música es existencial, los personajes de mis canciones se preguntan por su ser, por la vida, qué estamos haciendo acá, son bien profundas, tocan temas inconscientes, algo que a veces nos cuesta explicar con las palabras, musicalmente bucamos expresar esto guardado en los estantes de nuestro cerebro. Estamos abriendo portales, invitamos al público a conocer nuestra dimensión, a expandirla”, afirma sobre el objetivo de su flamante grupo.
Un disco titulado “Camino” que está Youtube prueba esa búsqueda y un reciente video, “Abro los ojos”, también muestra esas motivaciones. Ahora, vienen otras etapas. La banda la forman Randall Lewer, Juan Pablo Santiago Medina y Valentín Navarro, bajo el trabajo de la manager Carolina Dumrauf.
“Estamos reformando la banda, los integrantes, este es un momento de cambio, de renovar la energía, la imagen y buscar nuevos conceptos, cerramos este portal y esta galaxia y pasamos a otra”, anticipa sobre todo lo que viene. Y lo hace sin perder el fervor.
Mirá el video de “Abro los ojos” acá:
-¿Hay vínculo entre la filosofía y tu música?
-Por más que no quisiera ponerle filosofía a mi música, ya filosofía soy yo, cuando estoy componiendo hay filosofía porque no me sale de otra manera. Puede ser una filosofía más o menos profunda pero en todo está. Mi primer disco que se llama Camino está compuesto por cinco canciones que relatan los caminos del ser humanos. Cada canción es una etapa.
-¿Qué filosofía es la que te ayuda a entender el mundo?
-Me gustan varios, soy más del posmodernismo francés, de Albert Camus, Sartre, pero no puedo dejar de mencionar a Heidegger, para mi Heidegger y el tema del tiempo, con esos conceptos que son abstractos y tan difíciles de percibir. Creo que Heidegger ha influenciado bastante en mi manera de pensar.
-¿Qué es lo que más apreciás de Argentina?
-Me gusta la gente en general de Argentina, la gente es súper cálida, súper atenta, viva, buena. Encontré que los rusos y los argentinos somos bastante parecidos. Dicen que los rusos somos fríos y encerrados, por ahí encerrados sí, pero esta viveza de la mente, esto de inventar algo nuevo… Rusia no es un país en el que todo está arreglado y no tenés que preocuparte por nada. En Rusia tenés que estar vivo, ser astuto, sobrevivir. A los argentinos y a los rusos los encuentro parecidos. Son más alegres que los rusos.
-¿Cómo es Rusia?
-Toda la sociedad es muy competitiva y muy estricta, muchas reglas, porque como Rusia pasó todo el siglo XX en una dictadura con la cultura tan conservadora, esto todavía está reflejado en nuestra sociedad. Allá todavía es muy tradicional todo. A los 20 y pico de años tenés que casarte, hacer una familia, que vengan los hijos, la mujer es la madre. Por eso cuando yo me recibí en Rusia y conté que quería seguir con mi carrera musical, me miraron todos mal, mi familia, mis amigos. Yo no quería lo mismo que los demás. Me decían que me pasaba algo o lo justificaban diciendo que la filosofía me cambió la cabeza.
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