Alvarado, que sumó diez puntos de los últimos doce y trepó desde el último lugar de la tabla de la zona A de la Primera Nacional a una zona intermedia, a tres puntos del último transitorio clasificado al Reducido, crece futbolísticamente y ve asomar los primeros frutos de su trabajo a largo plazo.

En el muy buen triunfo del jueves ante Estudiantes de Buenos Aires, en el Estadio “Ciudad de Caseros”, el equipo marplatense disfrutó de otra destacada actuación de Sebastián Jaurena, el criterioso mediocampista promovido por Gastón Coyette, y cerró el partido con un gol de otro jugador surgido del “semillero”, el delantero Santiago González.

A estos dos datos de la realidad se suman los bautismos de fuego de los chicos Dylan Manazza y Juan Rivolta, ingresados ambos en los minutos finales del encuentro.

A propósito, apenas tres de los nueve habitantes del banco de suplentes ante Estudiantes, el arquero Esteban Ruiz Díaz y los delanteros Mauro Valiente y Leandro Ramírez, fueron futbolistas profesionales. El resto de los que se sentaron con Coyette, todos chicos de las divisiones inferiores.

La presencia de tanto pibe dentro del equipo ilusiona. Y el buen presente futbolístico le permite al entrenador insertarlos dentro de un contexto favorable que les permite expresarse futbolísticamente sin las ataduras de las urgencias.

Sin embargo, que apenas catorce de los veinte jugadores que Coyette llevó a Caseros sean profesionales ilustra los límites del plantel. Cuando se juntan algunas adversidades (suspensión de Alsina, lesiones de Cáceres y Giacomini, Covid de Astina), se hacen muy evidentes.

Que, de momento, el entrenador haya podido lidiar con las estrecheces no borra el problema. Y es más acusado en la última línea a raíz de la venta de Fernando Ponce al fútbol chileno, de la decisión de Tomás Mantia de retirarse del fútbol y del sorpresivo alejamiento del pibe Mateo Di Molfetta, quien había tenido algunos partidos en el torneo anterior.

Coyette tuvo que recurrir a ese verdadero “comodín” que es Julián Vitale para armar la zaga central e improvisar a Agustín Irazoque como lateral izquierdo para plantar en Caseros una defensa que, más allá de alguna inseguridad inicial y del fallo en el gol del 1-2, rindió satisfactoriamente.

Las necesidades, sin embargo, son palpables y Alvarado decidió atacarlas en este mercado de pases. El reglamento le permite a todos los equipos de la Primera Nacional incorporar dos jugadores a la finalización de la primera rueda.
Faltan siete partidos para entonces, pero los directivos ya se están moviendo para solucionar la cuestión. “Es cierto que nos quedamos con pocos defensores. Por eso vamos a ir a buscar un marcador central derecho y un lateral izquierdo cuando se abra el libro de pases”, admitió el presidente Wenceslao Méndez.

Alvarado, que disfruta del crecimiento de los chicos, no descuidará esa base de jugadores experimentados que los contiene. Y se moverá en las próximas semanas para intentar que se siga transitando con felicidad esta segunda experiencia en la categoría principal del ascenso argentino.