El “otro” Mundial que se jugó en Mar del Plata
Argentina se coronó nuevamente en el Sub 20, esta vez como local, dirigido por Pekerman y con un Saviola sensacional. El campeón más contundente de la historia.
Por Marcelo Solari
Se cumplen este jueves 20 años del puntapié inicial del XIII Campeonato Mundial de fútbol Sub 20 del año 2001. El “otro” que se jugó en Mar del Plata. Es una obviedad consignar que todas las referencia apuntan al inolvidable y especialísimo Mundial ’78, prácticamente donde todo comenzó. Con aquella cita ecuménica, empezó a cambiar radicalmente la fisonomía del Parque Municipal de los Deportes, que definitivamente adquiriría un status superior con la llegada de los Juegos Panamericanos de 1995.
Con aquel Mundial juvenil de 2001, Mar del Plata volvía a ser subsede, tal como lo había sido en aquel 1978. En la competencia absoluta, el estadio -que todavía no se llamaba “José María Minella”-, recibió 6 partidos, todos por la primera fase. Para la cita reservada a los Sub 20, el máximo escenario futbolístico local albergó 7 partidos (seis de la primera fase y uno de octavos de final).
Pero el principal objetivo de esta evocación no tiene relación directa con lo que sucedió en esta ciudad (si bien se añoran las épocas de esplendor del estadio y en ese Mundial se vieron de cerca a estrellas en ciernes como el francés Djibril Cissé y los ghaneses Michael Essien y Derek Boateng, por citar a algunos), sino con lo que hizo el brillante campeón.
Hubo puntos de contacto, claro. Porque en esos dos Mundiales, la corona quedó en poder de Argentina, como anfitrión. Y en ninguno de los dos torneos, el seleccionado “albiceleste” pisó Mar del Plata.
Melancolía al margen, lo cierto es que aquel equipo de pibes dirigido por José Néstor Pekerman (¿se toma real dimensión hoy de lo enorme de su trayectoria al frente de los seleccionado formativos?) jugó un campeonato formidable y el título se convirtió más que en un premio merecido, en un verdadero acto de justicia deportiva.
Un campeón mundial que brilló en 2001.
Es más, de los 22 Mundiales Juveniles disputados hasta el momento, solamente en tres oportunidades el campeón ganó todos los partidos que jugó: Argentina, en 1979; Brasil, en 1985; y otra vez Argentina, en 2001.
Pero en términos absolutos, con los números en la mano, ese seleccionado de Pekerman resultó el campeón más rotundo y contundente de todo el historial.
No solamente ganó todos sus partidos, sino que además anotó 27 goles y apenas recibió 4. Mejor incluso que el mítico equipo del ’79, con Diego Maradona, Ramón Díaz y compañía, dirigido por César Luis Menotti, que ganó sus seis partidos, con 20 goles a favor y tan solo 2 en contra.
Toda una carta de presentación para aquel equipo que fue de menor a mayor y terminó dando cátedra, con un Javier Saviola imponente, quien se quedó con los dos máximos premios individuales: el Balón de Oro (otorgado al mejor jugador del torneo) y el Botín de Oro (al goleador, con 11 tantos, récord vigente para un solo Mundial). Esa enorme actuación del “Conejito” le abrió las puertas, a sus 19 años, de un gran pase a Europa: Barcelona lo adquirió a River Plate por 36 millones de euros.
Antecedentes
Hasta el año 2019, cuando se llevó a cabo el último Mundial Sub 20 hasta ahora (en Polonia), Argentina es el seleccionado más ganador, con 6 títulos. Cinco de ellos fueron obtenidos en el corto de lapso de apenas 12 años (entre 1995 y 2007), lo que instauró una dinastía. Comenzada por Pekerman y continuada por Francisco Ferraro y Hugo Tocalli. En la lista aparece inmediatamente detrás Brasil, con 5 conquistas luego de su último campeonato, ganado en 2011 (ver cuadro aparte).
José Pekerman, el conductor de aquella generación dorada.
El recorrido
Argentina integró el Grupo A, en la primera fase, jugado en el estadio José Amalfitani, de Vélez Sarsfield; el B se jugó en el estadio Chateau Carreras (que todavía no se llamaba Mario Alberto Kempes), en Córdoba; el C, en el Malvinas Argentinas, en Mendoza; el D, en el Coloso del Parque Independencia (todavía no era Marcelo Bielsa), de Rosario; el E, en el estadio Padre Ernesto Martearena, de Salta; y el F, en Mar del Plata, donde jugaron Ghana (sería la sensación del torneo), Francia, Paraguay e Irán.
Paraguay y Ghana fueron dos de las selecciones que jugaron en Mar del Plata. Los africanos llegaron a la final.
El primer partido para el equipo de Pekerman terminó siendo uno de los más difíciles. Sin jugar bien ni marcar claras diferencias, venció con justicia a Finlandia, 2 a 0, con goles de Maximiliano Rodríguez y Andrés D’Alessandro. “No dejó dudas, pero tampoco se lució”, fue el título de LA CAPITAL destinado a aquel debut. Los otros dos partidos de la zona fueron un trámite administrativo: 7 a 1 sobre Egipto (tres goles de Saviola, Fabricio Coloccini, Leandro Romagnoli, Rodríguez y Mauro Rosales) y 5 a 1 sobre Jamaica (Coloccini, dos de Saviola y dos de Esteban Herrera).
El camino de rosas tuvo un pico de sufrimiento en octavos de final, ante China. La victoria por 2 a 1 llegó a 12 minutos del epílogo. Había anotado el primer gol Maxi Rodríguez y aseguró el triunfo Alejandro Domínguez. Al partido siguiente, el “Chori” sería noticia por una desgracia: había reemplazado a Herrera en el partido por los octavos de final ante Francia y apenas estuvo 7 minutos en la cancha antes de fracturarse el tobillo derecho. Adiós Mundial para él e ingreso a la lista de Sebastián Bueno, delantero de Sarmiento de Junín, en ese momento, en la tercera categoría del fútbol argentino.
La lesión de Alejandro Domínguez.
El 3 a 1 final ante los galos se solventó con un hat-trick de Saviola, y así el equipo ya se instalaba entre los cuatro mejores.
Las semifinales fueron un “baile” ante Paraguay: dos más de Saviola, Romagnoli, Andrés D’Alessandro y Herrera para firmar el ticket a la final.
Allí lo esperaba el equipo más simpático y el preferido del público (al margen de Argentina, obviamente): Ghana. La frescura, el desenfado y el fútbol de los africanos poco y nada pudieron hacer frente a un equipo “albiceleste” enfocado en no dejar ningún resquicio en la búsqueda del campeonato en casa. A los 15 minutos ya ganaba 2 a 0, gracias a las conquistas de Diego Colotto y -¡cuándo no!, Saviola-. La goleada la redondió Maxi Rodríguez con un golazo para sentenciar la historia: 3 a 0, título mundial asegurado y celebración desenfrenada en Liniers.
Ya pasaron 20 años. Parece increíble.
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