El lema de esta cumbre en Hanzhou es “Hacia una Economía Mundial, Innovadora, Dinámica, Interconectada e Inclusiva”. Una definición en este complicado ajedrez internacional, y una única oportunidad en este año, para que los líderes mundiales lleguen a acuerdos de convergencia. La Cumbre trató cinco temas esenciales: coordinación de la política; crecimiento económico innovador, gobernanza económica y financiera, Comercio e inversión y desarrollo.
El mundo enfrenta hoy una serie de retos que son de los más complejos de la historia reciente. El cambio climático, los desplazamientos forzados, las amenazas a la salud pública mundial como pandemias, el Brexit; estos problemas están amenazando con borrar décadas de crecimiento económico y logros sociales nuevos. La acción colectiva es la clave para hacer frente a estas amenazas. En la Cumbre de G20 en Hangzhou, el último fin de semana pasado, los líderes se convocaron frente a estas cuestiones para fijar un rumbo para resolverlas.
China, anfitrión del G20 marcó una nueva etapa de confianza en la economía global y en el intento de posicionamiento de la nación, ofreciendo una plataforma para promover mundialmente el modelo económico de Beijing, incluyendo la iniciativa “Un cinturón, un camino” y el Banco de inversión (AIIB) en el escenario mundial.
Aprovechando su condición de nación en desarrollo, China colocó dos temas en foco: desarrollo e inclusión. Al extender las consultas oficiales más allá del círculo de los miembros del G-20 e invitando a un número récord de visitantes de los países en desarrollo, China aseguró su pretensión de ser el anfitrión del G20 más inclusivo.
La demanda destacó la propuesta de China para un plan de acción del G-20 en la aplicación de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Estados Unidos y China ratificaron conjuntamente el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático apenas unas horas antes del fin de la Cumbre, al ofrecer la promesa de un nuevo modelo compartido de liderazgo del G20. No es un dato menor, que los dos países más contaminantes del planeta, China y los Estados Unidos, hayan ratificado el Acuerdo de París, algo a lo que se habían negado hasta ahora. Entre ellos, estos dos países representan casi el 40% de las emisiones globales de carbono (37,98%). Este acuerdo significa que el Acuerdo de París ha dado un paso gigante a su posterior entrada en vigor. Durante 2015, el Acuerdo de París, después de dos semanas de intenso debate, fue propuesto entre más de 190 países. El Acuerdo deberá ser firmado por 55 Naciones antes de entrar en efecto.
Reconociendo que el crecimiento económico ha sido demasiado lento durante excesivo tiempo y gozado por muy pocos, el consenso de países establece una visión común a largo plazo para el G-20. Este llamado “consenso de Hangzhou” pide al G-20 ofrecer un crecimiento económico más inclusivo a través de políticas macroeconómicas coordinadas, apertura comercial e innovación. En definitiva, reafirma el mandato central del grupo: que la globalización funcione en beneficio de todos. El consenso fue seguido por una declaración de compromisos de acción. Desde la innovación y la “nueva revolución industrial”, a cuestiones de financiación, evasión fiscal internacional, medidas contra la corrupción, apertura comercial e implementación de los objetivos de desarrollo sostenible; esta Cumbre avanzó unos pasos hacia su implementación, con un especial pedido del presidente Xi, de reducir la cháchara inconducente, lo que implicó arduo trabajo a la avanzada de sherpas.
En lo que hace a la Argentina, Xi Jinping el presidente anfitrión, elogió a Mauricio Macri, a posteriori de del discurso del jefe de Estado argentino. Xi Jinping afirmó que celebraba que Argentina “haya vuelto al mundo”: “Celebramos el avance con la deuda soberana y les damos nuevamente la bienvenida a los mercados internacionales de crédito. Celebro que hayan vuelto al mundo”, afirmó el mandatario chino; lo cual sin duda es una clara evaluación de la lamentable gestión del ex Canciller Timmerman.
Hubo varios temas centrales tratados en el encuentro entre los dos presidentes, Macri y Xi Jinping, que fueron desarrollados en un marco de cordialidad, y con el eficiente apoyo desde Beijing, del Embajador Diego Guelar. Un tema curioso fue el pedido de ayuda en capacitación en fútbol, del presidente chino a Macri, para en 20 años, “lograr un Messi o un Maradona chino”, a lo que Macri respondió prometiendo facilitar toda la colaboración posible, y recibir a futuro a una delegación de entrenadores y jugadores de la selección china para instruirse en Boca y en River; China va a implementar la enseñanza del fútbol en los colegios porque en 20 años quiere que China sea campeón mundial.
Otro de los temas claves, es el interés de Argentina por captar los acaudalados turistas chinos que viajan por el mundo, apuntando al objetivo de un millón de viajeros chinos por año; para lo cual Argentina ha facilitado la rápida emisión de visas de turista. Pero el reclamo y pedido más intenso de Macri, es lograr que Argentina pueda venderle a China alimentos y productos con valor agregado, además de la soja, como manera de generar más empleo y combatir la pobreza. China se mostró abierta a los pedidos del presidente argentino y aceptaron considerar el incremento de compras de productos manufacturados.
Macri fue invitado oficialmente, para visitar China en 2017, a fin de “recibirlo formalmente en la primera visita de Estado y avanzar en las relaciones de nuestros países”. Macri, a pesar de la presión de la UIA, se mostró dispuesto a considerar a China como “Economía de Mercado”. Dijo sobre esto el Embajador Guelar: “Estamos ante un momento único para construir con China el período más fértil y relevante de la historia de las relaciones bilaterales. Tenemos la responsabilidad de sentar las bases para un relacionamiento estructural, más profundo, maduro y de largo plazo. China cumplió con las condiciones de la OMC y tiene que ser considerada una economía de libre mercado, porque el 60 % de su economía es totalmente privada”.
Para Argentina, la cooperación bilateral con China es fundamental. A pesar de toda la prédica sobre la cacareada desaceleración de China, la economía China sigue siendo la mayor contribuyente al crecimiento del PIB mundial. Para una economía mundial ralentizada y probablemente incapaz de resistir un choque significativo sin caer en recesión, ese aporte es más que importante, las cifras lo corroboran. Si el crecimiento del PIB chino alcanza al 6.7% en 2016 –en línea con la meta oficial del gobierno y sólo un poco por encima de la predicción más reciente del Fondo Monetario Internacional (6,6%)-, China representaría 1,2 puntos porcentuales del crecimiento del PIB mundial. El FMI actualmente espera sólo 3.1% de crecimiento mundial este año, en esto, China contribuiría con casi el 39% del total.
Mientras que Estados Unidos es ampliamente elogiado por una recuperación sólida, su PIB se espera que crezca tan sólo 2.2% en 2016 – suficiente para contribuir a sólo 0,3 puntos porcentuales al crecimiento del PIB total mundial o solamente cerca de una cuarta parte de la contribución de China.
Una esclerótica economía Europea solo puede añadir un mero 0,2% al crecimiento mundial y Japón un porcentaje 0.1%. La contribución de China al crecimiento global es, de hecho, 50% mayor que la contribución de 0.8% combinada por todas las llamadas economías avanzadas. A continuación de la reunión del G20, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que era probable que rebajara su previsión de crecimiento económico mundial este año. El FMI ya ha reducido su perspectiva global después de la votación del Brexit, y redujo las previsiones de crecimiento del PIB mundial a 3,1% para el 2016 y 3,4% para 2017.
Por otra parte, ninguna economía en vías de desarrollo se acerca a la contribución de China al crecimiento global. De India se prevé que su PIB crecerá 7,4% este año y 0,8 % delante del de China. Pero la economía China representa plenamente el 18% de la producción mundial (medida sobre una base de paridad de poder adquisitivo) – más del doble del 7.6% de participación de la India. Significa que la contribución de India al PIB global es probable que sea sólo 0,6 puntos este año, solamente la mitad del aumento de 1.2 puntos porcentuales de China.
En términos más generales, se espera que China aporte el 73% del crecimiento total de la llamada agrupación de BRICS de grandes economías en desarrollo. Las ganancias en la India (7.4%) y Sudáfrica (0.1%) se compensan con las recesiones actuales en Rusia (-1,2%) y Brasil (-3.3%). Entonces si excluimos a China, se espera que el crecimiento de BRICS (PBI) sea un anémico 3.2% en 2016. Por lo tanto, no importa cómo se distribuyan los porcentajes de la torta, China sigue siendo el motor de crecimiento del mundo. Efectivamente, la economía China ha disminuido significativamente desde aquel 10% de crecimiento anual promedio registrado durante el período 1980-2011. Pero incluso después de la transición de la “antigua normalidad” a lo que el liderazgo chino ha llamado la “nueva normalidad”, el crecimiento económico mundial sigue siendo trabajosamente dependiente de China.
Pero los problemas existen. China continúa con el dumping y la producción de acero barato. Y esto también se trató en la apertura de la Cumbre del G20. El Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker dijo que China debe abordar su problema de exceso de capacidad industrial, diciendo que era “inaceptable”, y que la siderurgia europea había perdido muchos empleos en los últimos años. “El exceso de capacidad es un problema mundial pero hay un elemento particular en la producción China”, dijo Juncker. Esto también es un problema para Argentina, en vista a los recientes conflictos y quejas de Techint, por la importación de siderurgia china a precios muy bajos, y el desplazamiento de Techint en las obras de la provincia de Córdoba.
Pero, fijándole a China los límites necesarios; y allí se verá la habilidad de Argentina y de la Canciller Malcorra para negociar; y en la medida en que los dirigentes chinos sean capaces de mantener una política multidimensional y omnicomprensiva de su mutua interdependencia con el resto del mundo; una economía mundial débil y por ahora vulnerable puede beneficiarse de China. El mundo necesita más que nunca una China exitosa y China necesita a una economía internacional en desarrollo.
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