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Policiales 7 de septiembre de 2016

Más de un caso de legítima defensa por año

Lo ocurrido el viernes en el minimercado de Ortega y Gasset y Falkner reavivó la polémica por el uso civil de armas de fuego. Sin embargo, desde 2012 hubo casi una decena de hechos.

Claudio “Cototo” Dusinsky fue el primer delincuente abatido por un civil durante un asalto en Mar del Plata durante 2016, un año que ya de por sí presenta una baja tangible de la tasa general de homicidios en esta localidad. Sin embargo, desde 2012 hubo casi una decena de hechos similares.
El 3 de mayo de 2012, Lucas Borda intentó robarle a un mecánico en las cercanías del estadio Mundialista. Tenía 17 años y varias causas iniciadas tiempo atrás por diferentes delitos. Fue su propia madre la que debió reconocer el cuerpo luego de que la víctima del asalto, que se encontraba junto a su novia, le disparara con su pistola calibre 9 milímetros para defenderse.
El caso fue investigado y se supo que existió un breve pero intenso tiroteo, en el que Borda fue herido en el pecho y salió corriendo, junto a un cómplice que logró escaparse. En la esquina cayó desplomado, mientras el mecánico, también herido, intentó irse a una clínica con su automóvil, pero el dolor y la hemorragia se lo impidieron y debió ser atendido de urgencia en Independencia y Matheu.
Casi tres meses después, el 24 de julio del mismo año, un capitán retirado del Ejército que por su discapacidad andaba en silla de ruedas abatió a uno de los delincuentes que intentaban sustraerle la camioneta a una empleada del correo, frente a su casa de Punta Mogotes. El ladrón restante escapó con el vehículo, pero lo abandonó a pocas cuadras.
Los investigadores aseguraron que el discapacitado tenía permiso para portar armas y habitualmente concurría al tiro federal para practicar tiro. El delincuente muerto fue identificado como Matías Lemme (25), quien tenía antecedentes penales por homicidio culposo y robos.
El año siguiente parecía ser diferente hasta que en el último trimestre cuatro casos conmocionaron a los marplatenses y nuevamente se desató la polémica por la posesión de armas con uso civil.
El 23 de octubre de 2013 Maximiliano Rey (20) irrumpió en la casa de una familia en el barrio Etchepare y tras golpear fuertemente a una mujer y a su marido con una llave inglesa, vio cómo el hijo de ambos, de tan sólo 18 años, aparecía en escena en el living. Al verlo, quiso irse encima suyo y el joven le disparó con una pistola calibre 9 milímetros directo al pecho. El delincuente murió más tarde en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) y el tirador fue sobreseído.

Cerca del centro

A escasas dos semanas de ese hecho, pero ya en noviembre, el dueño de una casa de computación de San Martín y España abatió a Cristian de Jesús Alcaraz (35) de varios disparos. Eran las 9.30 de un sábado cuando el comerciante, harto de que lo asaltaran en distintas oportunidades, extrajo un arma de fuego que portaba con autorización y le efectuó en el interior del local tres tiros al delincuente, cuya pistola fue accionada pero se trabó según determinaría luego la Justicia.
Por el hecho, el hombre debió recibir custodia, fue imputado del delito de homicidio y en el lapso que duró la causa se quedó ciego, debido al agravamiento de una discapacidad que sufría previamente. Luego, fue absuelto al entender la Justicia que se había tratado de un caso de legítima defensa.
En diciembre siguiente hubo otros dos episodios similares. El primero ocurrió en Tripulantes del Fournier y Juramento, donde un almacenero cuyo hermano había sido asesinado durante un robo, intervino en el asalto contra un taxista y mató a Eduardo Lovera (17), uno de los delincuentes que participaba del hecho.
El dueño de la despensa del barrio defendió al conductor del automóvil y vació el cargador de una pistola cuya tenencia estaba en trámite. Lovera cayó muerto con nueve disparos y su cómplice huyó con una herida en su pierna. Hace poco tiempo, el tirador fue juzgado y absuelto por un jurado de ciudadanos y decidió mudarse de la ciudad por temor a represalias, ya que meses después del hecho fue apuñalado en otro violento asalto en el que también le gatillaron en su cabeza y las balas no salieron. Siempre pensó que se había tratado de una venganza.

En el Frutihortícola

Ese mismo mes, un ex agente del Servicio Penitenciario fue sorprendido por tres delincuentes mientras transportaba el dinero de la recaudación de uno de los puestos del Mercado Frutihortícola. En medio de la ruta 226 se produjo un tiroteo y uno de los ladrones, identificado luego como Angel Burgos, de unos 25 años, cayó abatido.
Ya en 2014, cuando promediaba abril, un ex integrante de Prefectura Naval Argentina se defendió de un asalto en su casa cercana al Parque Municipal y se enfrentó a los ladrones. Luciano Rivero (23), quien portaba un cuchillo y contaba con frondosos antecedentes, recibió un disparo en la zona intercostal izquierda y murió en el HIGA.
Por último, hacia octubre de ese mismo año un anciano de 85 años abatió a uno de los dos delincuentes que hacía pocos segundos habían ingresado en su vivienda del barrio Parque Palermo y golpeaban ferozmente a su mujer. Según determinaron los investigadores, el jubilado observó lo que ocurría, tomó un arma que tenía escondida y baleó a uno de los asaltantes, que también le dispararon aunque sin lograr dar en el blanco. El ladrón muerto fue identificado como Alejandro Moreno (18).
En enero de 2015, vale aclarar, se produjo un caso similar al registrado en el barrio Etchepare en octubre de 2013, aunque sin desenlace mortal. Un delincuente de 51 años que había ingresado con tres cómplices a una casa del barrio Constitución golpeó a una mujer y a su marido.
Fue entonces cuando el hijo de las víctimas, un tirador deportivo que portaba una Magnum .357, apareció en escena y disparó sobre los asaltantes. Tres escaparon y uno cayó herido. Luego, fue trasladado al HIGA donde recibió atención médica y se recuperó de la lesión.