La muerte del policía Rozales: crónica del caos que se vivió en el barrio Jardín de Stella Maris
Por el hecho se encuentra detenido Amílcar Moran (69), quien le disparó al policía con su pistola Luger 9 milímetros al despertarse en su casa por los gritos de adolescentes que huían de los efectivos y la detonación de una escopeta antidisturbios.
Una juntada clandestina con un centenar de jóvenes en el barrio Jardín de Stella Maris, dos móviles de la comisaría quinta para dispersarlos, una persecución por un sendero oscuro que terminó en el interior de una casa y la muerte de un policía. Crónica de los caóticos minutos que derivaron en el fallecimiento del efectivo de la comisaría quinta, Diego Rozales (30), y la detención del hombre que dormía en su vivienda y utilizó su arma al despertar entre gritos, disparos y corridas.
El clima en el barrio Jardín Stella Maris este domingo, además del clásico frío marplatense de mayo, es tenso por la muerte del policía Rozales tras participar de un operativo para desactivar una fiesta clandestina. Los vecinos de esta zona periférica de la ciudad están preocupados y no salen de sus casas, miran con desconfianza a los desconocidos y quienes están acostumbrados a vivir en los márgenes de la ley temen cualquier tipo de represalia.
La avenida Jorge Newbery, en dirección hacia el sur, bordea el barrio Stella Maris y realiza una curva pronunciada que hace que las paralelas se desdibujen y se formen diagonales y callejones sin salida, como es el caso de la calle Pequero Quo Vadis, una arteria que tiene no más de 200 metros.
Según la reconstrucción de los hechos que pudo realizar LA CAPITAL tras consultar numerosas fuentes oficiales y allegadas a la investigación, los hechos comenzaron a raíz de una juntada ilegal de jóvenes ocurrida a la madrugada en Jorge Newbery y Pesquero Narwal. Dos patrulleros de la comisaría quinta, con parejas de policiales mixtas en cada vehículo, fueron hasta el lugar y al llegar aseguraron ver a un grupo de entre 100 y 150 jóvenes que rodeaban un auto, que parecía ser un remís y que, por el momento, no pudo ser identificado.
Al ver llegar a la policía, lo jóvenes se dispersaron y los dos patrulleros persiguieron a un grupo reducido, de 15 adolescentes, que escaparon por la calle Narwal y luego doblaron por un sendero oscuro que atravesaba la manzana, por el que no podían pasar los patrulleros.
Ante esta situación, los cuatro policías -entre ellos Rozales- bajaron de los móviles y persiguieron a pie a los adolescentes, quienes al salir del sendero que desemboca en la calle Pesquero Quo Vadi doblaron hacia la derecha y se metieron en la casa de un amigo del grupo, donde solían juntarse.
Los adolescente rodearon una pared a media construir, fueron al fondo de la propiedad y subieron por una escalera para resguardarse.
La secuencia fue advertida por los policías: las dos oficiales se quedaron afuera, mientras que Rozales y un compañero siguieron a los adolescentes hasta el interior del lugar.
Una vez dentro de la casa, los policías se habrían identificado y ejecutado la voz de alto, pero en el medio del tumulto esto pudo haber no sido escuchado. Al ser ignorados, el policía que acompañaba a Rozales disparó con la escopeta anti disturbios hacia el techo de la vivienda y, según fuentes oficiales, también habrían disparado con un arma reglamentaria.
Marca de los perdigones que impactaron en el techo de la vivienda / Foto LA CAPITAL.
En medio de este caos, con 15 adolescentes que huían de los dos policías, los gritos y los disparos, el dueño de la vivienda, Amílcar Moran (69) se despertó e instintivamente tomó la pistola Luger 9 milímetros que guarda cargada en su mesa de luz. Se levantó, fue hasta la puerta de su dormitorio y efectuó un único disparo.
Esa bala que salió de la pistola como las que usaban los nazis en la Segunda Guerra Mundial impactó en Rozales: ingresó por su axila sin que la pudiera detener su chaleco antibalas y lo hirió de gravedad.
Rozales fue retirado de la casa por su compañero, quien lo trasladó de urgencia al Hospital Privado de la Comunidad y las policías pidieron refuerzos. Amílcar Moran fue detenido y quedó a disposición del fiscal Alejandro Pellegrinelli, mientras que los quince adolescentes que habían sido perseguidos desde el inicio quedaron bajo la órbita del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil.
Rozales falleció mientras era llevado al HPC, sin que los médicos pudieran hacer algo para salvarle la vida.
Diego Rozales.
Moran quedó imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán y se espera que el lunes a primera hora declare ante el fiscal Pellegrinelli. Fuentes judiciales consultadas entendieron que, a priori, parecería que Moran no actuó para impedir la labor policial, que hasta ese momento desconocía, si no para proteger su vivienda en una situación confusa y caótica, por lo que de constatarse esta hipótesis podría recuperar la libertad.
Personal de policía científica trabajó en la escena del crimen para recolectar pruebas. Además se secuestró la pistola Luger 9 milímetros utilizada por Moran y el fiscal ordenó que se realizará la autopsia de Rozales en las próximas horas.
Por otra parte, se constató que los adolescentes tenían entre 15 y 17 años. El fiscal Carlos Russo, al tratarse de un delito de violación de domicilio que tiene una pena en expectativa menor a la de 2 años, no imputó a ninguno por lo sucedido y ordenó a la policía que fueran entregados a sus progenitores.