Piden retomar la investigación de un crimen que ya tiene un condenado a perpetua
En 2021 se cumplirán 8 años del brutal femicidio Laura Iglesias, trabajadora social del Patronato de Liberados que fuera violada y asesinada por un exconvicto. Y también se cumplen 6 de la condena a perpetua al autor pero en la que los jueces instaron a seguir la investigación por posibles complicidades.
En el año 2013 un crimen sacudió a Miramar como lo habían hecho tiempo atrás los de Natalia Melmann o el niño Gastón Bustamante. Una trabajadora social del Patronato de Liberados fue interceptada en el barrio Parquemar por Esteban Cuello, un ex presidiario al que conocía por su función. Los jueces fueron claros en su pedido. Al momento de condenar en 2015 a prisión perpetua a Cuello por el brutal femicidio de Laura Iglesias en Miramar, los integrantes del Tribunal Oral 3 instaron a que se investigue posibles complicidades porque las conclusiones forenses abrían la hipótesis de más de un asesino.
Seis años después de la sentencia, la familia de Laura Iglesias interpuso ante la fiscalía de Miramar un pedido de medidas de prueba para intentar lo que se asume como un desafío enorme: determinar si Cuello tuvo algún cómplice o “cobertura policial”.
“Hay muchas irregularidades a la vista en la investigación, fue alterada la escena del crimen, hay un trasfondo sospechoso en el que no se profundizó”, analiza Manuel Iglesias, hermano de la víctima y un inagotable luchador por conocer la verdad y reclamar Justicia.
Laura Iglesias trabajaba en el Patronato de Liberados, era asistente social y tenía, entre otras asignaciones, la labor de verificar el cumplimiento de requisitos de libertad de los ex presos. La discusión que abrió su caso fue el de las condiciones de desamparo en las que se mueven las mujeres que trabajan para esa oficina.
En horas de la mañana del 29 de mayo de 2013 a Laura Iglesias se le encajó su automóvil Renault 9 en un barrio de la periferia miramarense, sobre la arcillosa calle De Pouly y su cruce con 7 de Abril. Debido a que vivía cerca, prefirió ir a su casa, almorzar con su hija y regresar más tarde para intentar extraer el vehículo. Cuando salió de vivienda a las 16.30 fue la última vez que se la vio. Recién se supo de ella al día siguiente, cuando su cuerpo fue hallado a solo 150 metros del Renault. Había sido violada, golpeada con un objeto pesado y finalmente estrangulada.
La investigación determinó que el autor del crimen había sido Esteban Cuello, un joven que tres años antes había cometido un abuso sexual por el cual la Justicia de Menores le había aplicado una pena de 4 años bajo el régimen de libertad asistida. Precisamente, eran las mujeres del Patronato de Liberados quienes debían controlarlo.
En el cordón de la zapatilla izquierda de Iglesias, usado para estrangularla, se recuperó ADN de Cuello, como también en el cuerpo de Laura Iglesias. Testigos habían visto a Cuello robar el “stéreo” del auto abandonado y, por si fuera poca prueba, en las prendas de vestir secuestradas al asesino había rastro genético de la víctima.
A Cuello lo condenaron a perpetua, pero las dudas sobre más partícipes sobrevolaron el juicio. Los forenses dijeron que en el crimen pudo haber participado solo cuello, pero que no descartaban la posibilidad de alguien más. “Eso le daría sentido a diversas declaraciones escuchadas en la audiencia”, sostuvieron los jueces en el fallo. Y por eso ordenaron continuar con la investigación.
Sin novedades
Desde junio de 2015 hasta ahora no hubo ninguna novedad. Recién en la última semana la familia Iglesias, representada por el abogado César Sivo interpuso ante la fiscalía de Miramar un pedido de medidas de pruebas para impulsar la pesquisa.
“Los hechos que se buscan esclarecer ya han sido juzgados en autos, arribándose a una sentencia condenatoria que recayó sobre UNO de los culpables, pero lo que no se puede desconocer es que fue precisamente del debate que surgió con claridad que hubo otros participantes en la muerte de mi hermana”, dice Manuel Iglesias en el nuevo escrito.
“Hay muchos puntos oscuros. Un periodista en el diario La Nación describió cómo fue encontrada mi hermana y que sobre el pecho tenía una plancha de stickers. Esos stickers eran para su nieta, pero jamás aparecieron en los informes. Alguien tuvo que haber tocado eso y es relevante, porque se podían haber levantado huellas”, comenta Manuel Iglesias.
La alteración de la escena del crimen que apoya la familia Iglesias fiscal forma parte, según su hipótesis, de un entramado de encubrimiento de otros autores y le atribuyen participación a la policía. “Una compañera de Laura tenía que controlar a uno de los policías condenados por el asesinato de Natalia Melmann. Un día Laura la acompañó, la llevó con su auto y tras eso se hizo un informe negativo. Yo no descartó que haya sido una venganza por eso y que en realidad la agresión estuviera dirigida a la colega de Laura”, especula Iglesias.
Frente a ese panorama de incredulidad y ante la orden del propio tribunal, la familia se esperanza en, al menos, el intento de investigación.
“Hay mucho más. Hay videos que desaparecieron del trabajo de la policía en el lugar, hay declaraciones del condenado que marca claramente a otra persona, hay un número escrito en la palma de la mano de Laura que la fiscal Caro no quiso investigar y todo nos hace pensar que acá hay algo que no conocemos”, concluye Iglesias.
Entre las medidas de pruebas solicitadas a la actual fiscal de Miramar, Florencia Salas, resaltan pruebas genéticas sobre las prendas que vestía Laura Iglesias al ser asesinada y que están preservadas, informes de telefonía y citación a varios testigos.
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