La mujer avanza en la Iglesia, pero aún hay resistencias y mucho por hacer
Nathalie Becquart fue nombrada subsecretaria del Sínodo de los Obispos. Foto: Catholic News Service.
CIUDAD DEL VATICANO.- La presencia de las mujeres en los centros de poder de la Iglesia católica ha dado pasos importantes con los últimos nombramientos impulsados por Francisco, como el de la secretaria del Sínodo de obispos, que será la primera que podrá votar en esta asamblea, pero aún existen resistencias y queda mucho por hacer.
La religiosa Nathalie Becquart espera que su nombramiento, el pasado 6 de febrero, “sirva a dar esperanza a las mujeres en la Iglesia, pero también en la sociedad”, según declaró a EFE.
La presencia de mujeres en el Sínodo de los obispos y, sobre todo, que pudieran tener voto, ha sido una petición de las asociaciones femeninas católicas durante años.
Un voto en el Sínodo, importante pero solo simbólico
Desde la asociación de mujeres católicas Voices of Faith (Voces de Fe), una de las más activas dentro de la Iglesia católica, aplauden la elección de Becquart, pero esperan que el cambio continúe, como señala a EFE la teóloga polaca portavoz en Roma de la organización, Zuzanna Flisowska.
“El nombramiento de Becquart es una decisión concreta que responde finalmente a lo que hemos siempre solicitado. Obviamente es un paso simbólico, porque un voto no cambia nada y la desproporción con la que están representadas las mujeres continúa”, destaca Fisowska.
Para esta teóloga polaca, “el cambio que queremos ver en la Iglesia no llegará como una revolución, sino que se producirá paso a paso. Hay que seguir hablando y trabajando para sensibilizar a la jerarquía”.
Romper el techo de cristal también en la Iglesia
Como destacan desde Voice of faith, son pocas las mujeres que tienen altos cargos en la jerarquía vaticana y el poder lo siguen teniendo los hombres.
Hace algunos meses se celebró también que la italiana Francesca Di Giovanni fuese la nueva subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados, el cargo más alto ocupado por una mujer en la Secretaría de Estado. Y últimamente se ha valorado que la Conferencia Episcopal alemana haya elegido a una mujer como secretaria general.
La vicedirectora de la oficina de prensa del Vaticano, la brasileña Cristiana Murray; la directora de la Filmoteca vaticana, Claudia di Giovanni; la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta; la subsecretaria de la Congregación de la Vida Consagrada, la española Carmen Ros, y las de la Congregación Laicos, Familia y Vida, Gabriella Gambino y Linda Ghisoni, son otros de los cargos importantes en el Vaticano ocupados por mujeres.
Pero ninguna mujer todavía ocupa el de prefecto (número uno) de ninguno de los dicasterios (ministerios) en los que se divide el gobierno de la Iglesia y los puestos ejecutivos ocupados por mujeres están siempre subordinados a un hombre.
Entre las asesoras del Sínodo nombradas recientemente, aunque sin voto, está la religiosa española Maria Luisa Berzosa: “Vamos avanzando muy lentamente, pero se están dando pasos que resultan muy significativos y hacen intuir un horizonte de futuro que va a ir cambiando, con la inclusión más numerosa de la mujer en la Iglesia”.
“Siempre habrá camino por delante porque llevamos mucho retraso, por tanto ahora no es la cantidad lo que va contando, sino los lugares que las mujeres van ocupando dentro de los organismos del Vaticano y, por tanto, en puestos claves de la Iglesia. Es de esperar que de observadoras pasemos a tener una participación plena”, explica en una entrevista con EFE.
Y “es ahora, porque después será demasiado tarde”, añade.
El sacerdocio femenino, un capítulo cerrado
Por el momento, la opción sacerdotal para las mujeres parece un capítulo cerrado, pero algunas religiosas animan a seguir estudiando al menos el tema del diaconado, como el que realizan algunos hombres laicos no ordenados.
Francisco ya institucionalizó hace unas semanas algo que se realizaba pero que aún no estaba legislado: que las mujeres pudieran realizar los ministerios del Lectorado y el Acolitado, es decir los encargados de leer la Palabra de Dios en las ceremonia y ayudar al sacerdote en el altar o distribuir la comunión, entre otras funciones.
“No deseo ser sacerdote en una iglesia con la estructura actual; sí que me parece importante que se estudie el tema del diaconado femenino, como también será bueno crear otros ministerios, ordenados o no, en función de la pastoral por la escasez que va habiendo de sacerdotes, porque no se puede celebrar ni el sacramento de la eucaristía ni de la reconciliación si tiene que reducirse todo a un varón célibe con el sacramento del orden”, zanja Berzosa.
EFE.
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