Cuando a la naciente ciudad le imputaron una falta de ortografía
El nombre de Mar del Plata encierra una incógnita jamás develada. Y múltiples curiosidades, como la del diputado que le imputó una presunta falta de ortografía.
Por Esteban Turcatti*
“Arenas Gordas” anotó Hernando de Magallanes en la bitácora cuando navegaba frente a la costa marplatense a finales de 1519. Fue la primera referencia histórica del lugar debido a los medanales entonces existentes. Años después, en 1582, Juan de Garay, “abriendo huellas a la tierra”, después de refundar “Santa María del Buen Aire”, llegó a “la muy galana costa”. ¿Habrá imaginado entonces una fundación? Imposible saberlo porque poco tiempo después fue ultimado por los “guaraníes” en viaje a Asunción.
Pasó más de un siglo y medio sin mayores alternativas, hasta la llegada de los jesuitas en 1746, quienes establecieron la Reducción de Nuestra Señora del Pilar a orillas de la “laguna de las cabrillas”.
Entre sus iniciativas, crearon la “Estancia del Ganado” ubicada en tierras que hoy ocupa Mar del Plata, donde algunos españoles que habían acompañado a los religiosos enseñaban las tareas agropecuarias a los “puelches”. Pero todos los emprendimientos fueron abandonados en 1751 por el retiro obligado de los Padres Jesuitas. Otro navegante, el corsario Francis Drake, al pasar frente a la costa en 1778, la llamó “Cape Lobos” debido a la gran cantidad de lobos marinos existentes en el lugar. Por entonces, ya se conocía a la región como “la lobería”.
En 1831, los hermanos Ladislao y Marcelino Martínez Castro fundaron la “Estancia Laguna de los Padres”, sobre gran superficie del hoy partido de General Pueyrredon. En 1856, estas tierras fueron adquiridas por un consorcio portugués gerenciado por José Coelho de Meyrelles para instalar un saladero y puerto para el transporte de la producción. Así fue formándose un pueblo, entre los empleados riograndeses de la empresa y familias que llegaron con ansias de progresar, fue llamado “Puerto de la Laguna de los Padres”.
En 1861, la estancia con el pueblo incluido fue comprado por Patricio Peralta Ramos. Mientras, el pueblo siguió creciendo y hubo un par de intentos de fundación que fracasaron, hasta que en 1873 don Patricio se dirigió al gobierno de la provincia de Buenos Aires, solicitando la fundación con el nombre de “Mar del Plata” y contrató al agrimensor Carlos de Chaperouge para hacer la traza.
El 10 de febrero de 1874 el gobierno provincial aprobó la oficialización del pueblo, pero con el nombre de “Balcarce”, por ser éste el nombre del partido.
Don Patricio podría haber conservado el nombre “Puerto de la Laguna de los Padres”, o llamarlo “General Belgrano”, si se hubiera respetado lo resuelto por Bernardino Rivadavia, en 1821, siendo ministro de Gobierno de la provincia (recién en 1891 se dio cumplimiento a esa resolución con la fundación del partido y pueblo a orillas del río Salado).
A pesar de lo decretado por la provincia, don Patricio insistió en llamarlo Mar del Plata y este nombre quedó definitivo cuando en 1876 se fundó San José de Balcarce y dividiéndose el partido para crear el de General Pueyrredon.
¿Por qué don Patricio eligió llamar al pueblo: “Mar del Plata”. No ha sido posible dilucidarlo. Se ha dicho que fue su esposa doña Cecilia quien lo propuso, mirando cómo se reflejaba la luna sobre el mar. Esto resulta imposible porque doña Cecilia nunca visitó el lugar y falleció muy poco después que don Patricio comprara la estancia.
El nombre de Mar del Plata quedó impuesto, pero no sin provocar reacciones adversas; en una sesión de la Cámara de la Legislatura el diputado Ortiz de Rozas manifestó que era “altamente extravagante que un pueblo llevara el nombre de Mar”. Y otro diputado habló de una “falta ortográfica” y, en este caso, el pueblo hubiera debido llamarse “Mar de Plata”…
Y algo extraño: Mar del Plata recién fue declarada ciudad en 1967. Nadie antes había reparado en el olvido…
*Presidente Gabinete Marplatense de Estudios Históricos Regionales