De los primeros compradores de las tierras hasta la fundación
Desde Capdevila, en 1819, al adquirir tierras fiscales al frenesí de las subdivisiones, tras la fundación del poblado de Mar del Plata y el posterior desarrollo semiurbano. La historia de los propietarios y su evolución.
El último rancho del saladero sobrevivió hasta avanzada la década del '30 en la actual zona de Luro y Santiago del Estero.
Por Fernando del Rio
En 1856 José Gregorio de Lezama decidió vender sus miles de hectáreas ubicadas entre la Laguna de los Padres y el mar. Por esas tierras de arroyos, ondulaciones, sierras y una gran fracción costera ya habían trashumado sus vidas los indios pampas y las misiones de los jesuitas Falkner, Strobel y Cardiel que habían hecho el intento por captarlos y establecer un par de poblados que acabaron por fracasar.
Lezama, que era propietario de varias estancias, figuraba en diversas empresas mercantiles argentinas, españolas, inglesas y francesas, se relacionó cordialmente con diferentes políticos de turno como Rosas, Urquiza y Mitre. En pos de nuevos negocios vendió estas tierras con una buena ganancia con respecto a cuando las había comprado años antes a Ladislao Martínez que, a su vez, se las había comprado a los sucesores de Dn. Pedro Alcántara Capdevila, uno de los primeros solicitantes de las tierras en esta región y hombre fuerte del Cabildo de Buenos Aires tras el frustrante capítulo de los jesuitas en el siglo anterior.
Esa venta de tierras de Gregorio Lezama en 1856 fue el que posibilitó, sin dudas, una primera visión comercial en la zona sobre la cual se levantaría un pueblo organizado.
El saladero
“Un consorcio portugués adquirió una extensión de 52 leguas de campo, 7 leguas de costa y donde hay no menos de 115.000 cabezas de ganado manso y alzado, yeguarizo y lanar”, publicaba por aquellos años el diario El Nacional, en referencia a la operación liderada por el barón de Mauá y su socio Coelho de Meyrelles.
Parte del negocio pasaba por establecer un saladero en la desembocadura del arroyo San Ignacio, luego Las Chacras y hoy entubado con salida al sector de la costa conocido como Punta Iglesia. El tasajo, esos endurecidos trozos de carne vacuna, era utilizado para alimentar a los esclavos en Brasil y Cuba. Era un producto manufacturado con carne y sal y para Coelho de Meyrelles supuso el inicio un negocio rentable. Hasta que dejó de serlo unos pocos años más tarde.
“Peralta Ramos era un tendero de la época de Rosas que proveía materiales para el Ejército, había sido parte de la sociedad restauradora y pertenecía a un sector privilegiado. Al caer Rosas en 1852 se viene abajo su negocio y prueba suerte como estanciero y productor rural, rubro que se encuentra en expansión hacia finales de esa década”, describe el historiador marplatense Daniel Reynoso.
Así, disponiendo de cierto capital, Peralta Ramos ve cierta oportunidad en el negocio del Saladero del Puerto de la Laguna de los Padres, como se llamaba entonces al emprendimiento de Coelho. Pero en esos años, corría ya 1860, Coelho de Meyrelles veía decaer el comercio del Saladero ante el creciente movimiento de liberación de esclavos y también frente a los movimientos políticos. Es que el barón de Mauá financiaba con su banco a la Confederación Argentina encabezada por Urquiza y su crisis y enfrentamiento con los porteños iba en contra del desarrollo de sus negocios enclavados en la rebelde provincia de Buenos Aires.
“Tenemos que pensar esas tierras como parte de lo que fue en su momento una gran estancia del siglo XIX de gran extensión, de más de 140 mil hectáreas”, introduce Reynoso, y agrega: “Cuando Peralta Ramos le compra a Coelho la estancia, su extensión no solo corresponde al futuro partido de General Pueyrredon, sino que también la incluye a la estancia La Armonía que se ubica en el actual Partido de Mar Chiquita”.
Patricio Peralta Ramos se quedó con tierras, negocio y personal calificado como Rudecindo Barragán, poblador de la zona. “Peralta Ramos invierte en ese saladero, si bien compra la estancia completa que se enclavaba en el que a partir de 1865 sería ya el partido de Balcarce. En este negocio incorpora como socios a Anacarsis Lanús, Ovidio Zubiaurre y Benigno Barbosa, éste último que luego tendría una extraña muerte para su época que hizo, naturalmente, reasignar el porcentaje de su participación a la familia Peralta Ramos”, señala Reynoso.
Ganado lanar
¿Y por qué habría de ser, ahora sí, rentable un saladero de carne vacuna? No lo sería, pero sí la actividad de la estancia en general. “Peralta Ramos le da impulso –explica Reynoso- a la estancia con la cría del ganado lanar, que desplaza al ganado vacuno, y la zona empieza a contar con cientos de miles de ganado ovino. Más allá que este reemplazo trae aparejada la aparición de otra forma de explotación rural, donde pequeños y medianos productores se muestran interesados en producir e invertir y así comienza a existir un nuevo interés por la propiedad de parcelas de tierras más pequeñas.
En ese proceso Peralta Ramos vislumbra que puede hacer más negocio vendiendo la tierra, que se iba valorizando lentamente, que tratando de poner el mismo estas en producción por las dificultades de obtener capital y mano de obra. Mientras tanto, el poblado alrededor del Saladero de Laguna de los Padres continúa creciendo por la actividad de este, ya dentro del fundado partido de Balcarce”.
De los primitivos partidos de Mar Chiquita y Lobería de 1839 para 1865 aparece el Partido de Balcarce en medio de estos que abarca la actual extensión de Balcarce, General Pueyrredon y General Alvarado. Al manifestar su idea de emplazar un poblado, los estancieros de la región (algunos de los cuales también están interesados en ubicar poblados en sus tierras) le exigen a Peralta Ramos que ubique el poblado en el centro geográfico del partido con una visión rural en el área de las sierras y las vastas llanuras. Sin embargo, su idea era la cercanía del mar por la posibilidad de la facilidad del transporte de mercaderías por esa vía. La disputa Mar y Sierras no fue exclusiva de este Partido ya que se reprodujo en los otros partidos vecinos.
La oposición de Balcarce
Ya avanzada la década de 1870, Peralta Ramos había empezado a vender a pequeños productores algunas hectáreas y la necesidad del poblado urgía. “Atraviesa ese momento el negocio de los poblados, de la aparición de poblados, porque la llegada de inmigrantes, atraídos por el lanar, iban a establecerse en la zona. Ahí surgen los enfrentamientos económicos y políticos, Peralta Ramos tiene oposición de la gente de Balcarce que dice que no se tiene que hacer en la zona del Puerto y sí en el centro geográfico del partido, entre las sierras, para que a todos les quede a la misma distancia. Se genera tensión de propietarios por ver quién consigue instalar los poblados en sus tierras. Pero Peralta Ramos con la ayuda de otros propietarios de la zona se habría de imponer”.
Había argumentos a favor y otros en contra para que el poblado naciera en el Puerto, hoy Punta Iglesia y playa Bristol. Peralta Ramos tiene el poblado delimitado, pensado, con 40 casas, dice que va a donar las tierras para la Municipalidad, la Iglesia, las escuelas y los edificio públicos. En su contra, se argumenta que tiene tierras fiscales que se pueden utilizar para el poblado ya que cuando vuelve a mensurar todas las tierras compradas a Coelho, se encuentra que tiene “sobrantes fiscales” de miles de hectáreas más que las que había comprado.
“Ahí le dicen que devuelva las tierras al fisco y la puja marca el trasfondo de influencias políticas en cámaras legislativas. Como ya está definida la separación de Balcarce y Mar Chiquita, Peralta Ramos acepta y de acuerdo con lo que establece la Ley ubica los sobrantes fiscales en el Partido de Mar Chiquita. Finalmente, en 1874 Peralta Ramos consigue legalizar el poblado en el Puerto de la Laguna de Los Padres bajo el nombre de Mar del Plata. Con la legalización del poblado llega la gran subdivisión de tierras del Partido de General Pueyrredon que se separa de Balcarce en 1879”, remarca Reynoso.
Playa Bristol hacia 1888. El muelle Luro, las primeras casillas de baño y la Loma de Santa Cecilia, donde se perfila la histórica capilla. Foto colección CEDODAL.
El factor Luro
Pedro Camet, Eusebio Zubiaurre, los hermanos Ortiz, son algunos de los que adquieren las tierras que habían pertenecido a Barbosa y Peralta Ramos, junto con el primer habitante registrado en el ámbito rural, Rudecindo Barragán, se transformaron en los poseedores de la zona. Y empiezan a llegar inmigrantes a trabajar las ovejas, como Ninian Johnstone y los Mc Gaul.
Más allá de la pujanza rural y de un Saladero que mantiene a duras penas su producción de tasajo, en la década del ’70 no es muy atractivo el poblado. “Peralta Ramos adquiere una porción de tierras, desde Cabo Corrientes hacia el Sur, que era una zona en disputa de una empresa llamada Sociedad Rural Argentina, empresa no la institución. Esa sociedad se disuelve y salen las tierras a remate quedando mayormente en manos de los Martínez de Hoz. Otras operaciones eran de canje más que de intercambio dinerario. Había que cuidar mucho el capital disponible y su inversión. La pregunta de aquellos años era respecto a qué convenía más, ¿comprar tierras o comprar y mejorar el plantel de ovejas? En ese contexto se desarrolló el poblado y todo cambia cuando entra a gravitar el factor Luro con sus inversiones”, dice Reynoso.
“Luro, gran conocedor de las tierras de la región, ya había pasado por las tierras ahora de Peralta Ramos y quiere comprar, en la medida en que la legislación se lo permita. Existe un largo periodo durante el cual existen arrendamientos, pero no venta directa. En 1876 la Ley Avellaneda cambia en ese sentido permitiendo las compras y en 1878 Luro ve que el potencial del Saladero es la grasería para procesar la carne de las ovejas y usar la grasa y la lana. Esto sí le da un impulso al poblado, que empieza a tomar una dimensión absolutamente distinta”.
El historiador marplatense Daniel Reynoso dialogó con LA CAPITAL y suministró la información para la elaboración de este artículo.
Para esa época aparece la impronta de la Generación del ’80, los protagonistas ya son los hijos de Peralta Ramos, de Luro, de Martínez de Hoz que devenían de aquella Sociedad Rural, los Camet, los Cobo, que están detrás de otros tipos de negocios e inversiones. Empiezan a ver el problema del transporte, algo que Luro vio y encaró con la construcción del Muelle en el Saladero para salir por mar. “Lo que también ven –dice Reynoso- es el tema del ferrocarril. Peralta Ramos cuando pide la fundación del poblado, pide la exclusividad del uso de sus tierras para el ferrocarril ya que se piensa en avanzar con el Ferrocarril del Sud desde Maipú hasta Mar del Plata. Es interesante ver que las estaciones previas son todas estancias la región, Cobo, Camet, Chapadmalal. El tren llegará en 1886 será un hito para el turismo, pero no es este el motivo de su llegada”.
La conformación social de la época habla de un movimiento social interesante. No son la mayoría ni estancieros ni peones. Son hacendados, o “criadores” una rama intermedia y son los que compraron tierras con el trabajo rural.
El turismo, un adicional
Dice Reynoso que “si bien siempre el crecimiento de Mar del Plata lo atamos a lo que atrae al turismo, en realidad para esta época el turismo es un adicional del gran impulso económico del boom de lanar y las grandes estancias que pueden extraer sus productos en tiempo y forma. Las carretas tardaban meses o semanas, y no siempre podían llegar por las inundaciones del río Salado. A partir del FFCC en uno o dos días se pueden poner en el puerto de Buenos Aires los distintos productos de la zona. Ya los números comienzan a ser distintos, las tierras se valorizan a precios extraordinarios a medida que se aleja la zona de frontera y lo que era relativamente barato y accesible en 1860 ya para 1880 comienza a tener otro valor mucho más alto. Al mismo tiempo la frontera sur se va corriendo más hacia Necochea. En algún momento para 1881 en General Pueyrredon hay más de 700 mil ovejas y eso involucra a General Alvarado, pero Balcarce y Lobería también cuentan con más de un millón de cabezas cada uno”.
Mar del Plata, ya como parte del Partido de General Pueyrredon, inicia ese ciclo de virtuoso crecimiento hasta que en 1895 se pasa de los 4 mil habitantes de General Alvarado, Pueyrredon y Balcarce enunciados por el Censo de 1869 a más de 10.000 solo en General Pueyrredon para el segundo Censo de 1895. “Esa explosión demográfica permite la aparición de otras profesiones, comerciantes, pescadores, operarios de ferrocarril, la propiedad deja de ser absolutamente en relación con las tareas rurales para moverse hacia las actividades urbanas. Entonces lo que primitivamente eran alrededor de 40 manzanas delimitadas por las actuales avenidas Independencia y Colón, rodeadas por quintas y chacras, comienzan a subdividirse en manzanas y a expandirse el trazado de la ciudad”, agrega el historiador.
Con una Mar del Plata urbanizada y respaldada en el comercio y el turismo, empieza a tener otra lógica que aquella que se configuró en el poblado rural de Peralta Ramos. El factor impensado fue el turismo y el comercio, que le dieron un impulso diferente,
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