El básquetbol no será dinámica de lo impensado. Pero algunas sorpresas suele deparar. Peñarol, en un duelo que se resolvía en la jugada final, extrañamente terminó sacándole partido a un mal tiro de Tony Mitchell en su última -y poco clara- ofensiva para inclinar la balanza a su favor y terminar imponiéndose 57-55 al escolta a San Martín de Corrientes en un nuevo partido de la Liga Nacional de Básquetbol. Premio para lo que luchó y no para lo que jugó.

Con la alegría de haber bajado a un encumbrado, el equipo marplatense regresó a esta ciudad y recién viajará a Buenos Aires a reanudar su participación en los primeros días de febrero, ya que jugará cinco partidos a partir del 7 del citado mes.

Con sus problemas ofensivos a cuestas, Peñarol se las ingenió para jugarle de igual a igual a un rival encumbrado, pero que no las tuvo todas consigo.

El equipo marplatense se arrastró ofensivamente por sus carencias para elaborar en el cinco contra cinco. Lento, poco claro, previsible, casi no se hizo espacios para ejecutar tiros cortos o de media distancia a lo largo de todo el primer tiempo y se lo jugó casi todo al tiro de tres puntos.

En el apartado de los triples, los porcentajes “milrayitas” fueron de normales a bajos. Pero, como los de San Martín fueron peores, también resultaron suficientes como para mantener la pulsada siempre equilibrada y llegar 29-27 al frente al primer tiempo.

El gran mérito de los de Ramella fue defensivo. A lo largo de todo el partido. Más allá de algunos de los habituales despistes de Mitchell, colectivamente se marcó con atención casi siempre. Y con el correr de los minutos, además, fue peleando hasta casi nivelar lo que desde el principio fue una despareja lucha por el rebote. La capacidad de Franco Pennacchiotti, que capturó 17, tuvo mucho que ver en esa mejoría.

San Martín, cuyo juego ofensivo fue un poco más prolijo, fue una máquina de fallar disparos. Hasta los fáciles. Entonces, en el juego de defensas y errores, Peñarol siempre tuvo una oportunidad. Aún resolviendo sus ataques de modo menos claro y más individual.

Al menos, esta vez, Markel Crawford entendió que puede aportar otras cosas además de tiros de tres puntos. El estadounidense, cuyo rendimiento venía siendo observado con preocupación, jugó para quedarse. Con corazón y consiguiendo en el segundo tiempo puntos con penetraciones que fueron la vida para Peñarol. Puntos que fueron un poco de agua para un caminante desfalleciente de sed en el desierto y que permitieron siempre seguir andando.

Con un gran esfuerzo defensivo y con las pocas soluciones de ataque que pudo conseguir, el equipo de Ramella llegó con posibilidades hasta el final porque San Martín no se aclaró nunca. Y el triunfo llegó de manera azarosa. Con marcador 56-55 a favor de Peñarol y 18 segundos por jugar, Iván Basualdo tomó un rebote defensivo y, en el intento de pasarle la pelota a un compañero, la tiró afuera de la cancha. Con la pelota a favor, a los “milrayitas” se le quemaron los papeles y Mitchell terminó tomando un tiro de tres puntos mal dirigido. Pero el balón quedó atrapado en el aro y la reposición volvía a corresponderle a su equipo. Faltaban apenas dos segundos. Era el partido. Y, tras cartón, San Martín le hizo una falta a Monacchi, quien sí tuvo un poco de lucidez y metió el primero y tiró a errar el segundo para asegurar la victoria.

Síntesis

Peñarol (57): J. Valinotti 5, M. Crawford 16, T. Monacchi 11, T. Mitchell 11 y F. Pennacchiottti 10 (FI); R. Acuña 2, G. Mariani 2, S. Vaulet 0, L. Gorosterrazu 0 y F. Dose 0. DT: Leandro Ramella.

San Martín (55): G. García 5, M. Solanas 4, E. Basabe 7, J. Saiz 12 (x) e I. Basualdo 6 (FI); J. Machuca 8, T. Zanzottera 8, M. Andreatta 2, F. Méndez 0 y R. Vallejos 3. DT: Diego Vadell.

Estadio: Obras.
Árbitros: Alejandro Chiti-Roberto Smith-Maximiliano Cáceres.
Parciales: 10-13, 29-27 y 47-46.