El excepcional 2020 acabó con una baja cifra de asesinatos que coloca a Mar del Plata en su mejor estadística de los últimos años solo igualada por la del año 2017 cuando también se contabilizaron 33 víctimas.
Los homicidios deben ser cuantificados por períodos para analizar la evolución estadística pero también para detectar errores y aciertos en las políticas de prevención. Hacerlo por año calendario es una de las opciones, si bien arbitraria, que aporta un indicador, un parámetro, lo suficientemente sólido para el estudio.
En 2017 se registraron un total de 33 homicidios, cifra asombrosamente baja en relación a los años anteriores, algunos de los cuales rozaron el triple de esa cantidad. Ese 2017 pareció ser un período extraordinario por un par de razones vinculadas a esa cantidad de homicidios dolosos. Una de ellas fue que se dieron casos de asesinatos múltiples, como los tres crímenes de la Matanza de El Martillo, el doble homicidio a los hermanos Romero por venta de drogas o el robo que acabó con la vida de un matrimonio. Es decir, 33 muertes en 29 casos.
El otro aspecto que destacó al 2017 fue el contraste con el 2018 y 2019, años en los que la tendencia volvió a estar en alza. Fue un islote en medio del caudaloso río de asesinatos de una ciudad que con más de 700 mil habitantes y una situación socioeconómica compleja tiene su propia dinámica criminal.
Para tener una noción de lo que sucedió en este 2020 solo alcanza con recordar algo: su estadística es similar a la del excepcional año 2017.
Los casos
Las características de los homicidios del año que terminó son representativas de lo que siempre sucede en Mar del Plata. Mucha disputa interpersonal, la drogas como disparadora de conflictos, víctimas de robos, violencia de género en su peor extremo y delincuentes abatidos por personal policial o civiles.
Claudia Repetto.
En resumen, hubo siete asesinatos de personas cuando eran asaltadas, aunque dos de ellos bajo circunstancias singulares que ponen a la fiscalía en el límite de incorporar o no la figura del femicidio por sobre el de criminis causa. Se trata de los casos de Jordana Rivero y Mabel Brazuna. Rivero fue asaltada en su casa, golpeada, estrangulada y arrojada por un balcón. La investigación demostró que el homicidio ocurrió en un contexto de robo, tan así que, además del autor material del asesinato, hay una mujer imputada del robo agravado por utilización de llave verdadera.
Respecto al crimen de Brazuna, quienes la matan según la investigación del fiscal Juan Pablo Lódola son su hija y su yerno para robarle dinero y otros objetos de valor. Tanto en éste como en el caso de Rivero, el agravante del “criminis causa” está presente.
Las otras víctimas de homicidio en ocasión de robo son el taxista Miguel Luis (el autor está detenido), el anciano Francisco Rodríguez (la causa se archivó sin esclarecerse), Gabriel Aramayo (caso esclarecido con detenidos), Nicolás Vieytes (hay una mujer imputada) y Fernando Maniglia (no hay sospechosos).
Miguel Ángel Luis fue asesinado en enero del año pasado.
Otras muertes en intentos de robos fueron las de los que cometían el delito y no sus víctimas. Fueron cuatro hechos, dos de los cuales tuvieron a policías involucrados y los otros dos a civiles. Juan Cruz Vargas fue abatido por un miembro del grupo Halcón al que intentó asaltar en el parque Camet y Brandon Romero murió a causa de los disparos que le efectuó el policía Arcángel Bogado. El caso de Romero es controversial por la acción supuestamente desproporcionada de Bogado, aunque para la Justicia no hay dudas de que se trató de un intento de robo.
En los restantes dos hechos, un jubilado mató de un tiro de escopeta en su casa a Nahuel Jérez cuando lo sorprendió en momentos en que pretendía ingresar por una ventana, y Juan Gabriel Gómez fue abatido por el hijo de un contador al que intento asaltar.
Los homicidios calificados como “interpersonales” fueron la mayoría, nuevamente, muchos de ellos en contexto de consumo o venta de drogas. Pablo Cabral fue golpeado y prendido fuego, Ernesto Ortiz fue asesinado a golpes y puntazos por la disputa de un teléfono celular en el marco del consumo de drogas, Jonatan Olivera recibió dos disparos en un extraño hecho (se asegura que el homicida intentó asaltar a una mujer “dealer”), Juan Carlos Caffarati fue asesinado por un vecino que cumplía arresto domiciliario por venta de drogas y el reconocido puntero Adrián “El Tío” Delfino murió de varios disparos al intentar cobrar una deuda.
Los ajustes de cuentas y disputas de violencia barrial acabaron en los homicidios de Alfredo “El Mono” Sosa, Franco Morales, David Martínez, Miguel Miele, Roberto Vargas, Luciano Vargas, Marcelo Cisneros, Leonel Cabrera, Tomás Godoy y Maximiliano Escobar.
También se produjo el homicidio de dos hombres (Martín López y Walter Pérez) en situación de calle, de un joven (Diego Cuenca) a manos de su padre y de un trabajador (Fabián Velázquez) en circunstancias aún no esclarecidas.
El caso de Milagros Tornari, la menor de 15 años que murió de un balazo en el pecho, fue en un contexto de trifulca barrial. Un proyectil disparado desde las torres del Barrio Pampa la hirió de muerte cuando estaba junto a varias personas.
El enigma del año, porque siempre hay uno, lo encierra la muerte del profesor Alejandro De Angeli, en Colinas Verdes. No se logró determinar aún si fue asesinado o si se trató de un accidente.
Para el final el caso más impactante del año, el femicidio de Claudia Repetto. Su autor, Ricardo Rodríguez está detenido y el fiscal Arévalo solo aguarda un estudio de ADN para elevar la causa a juicio.
Brandon Romero.
Eficacia investigativa
El trabajo del Ministerio Público Fiscal en coordinación con la policía (tanto de seguridad como de investigación) permitió tener esclarecidos 21 de 33 homicidios. Se trata de casos resueltos con personas detenidas o identificadas pero prófugas. El homicidio de Vieytes parece conocerse la trama de lo sucedido y por eso hay una mujer imputada, pero no se lo puede considerar del todo esclarecido porque esa joven no es la autora del disparo que le quitó la vida al joven transportista.
Hay dos causas que fueron archivadas por el fiscal Alejandro Pellegrinelli ante la falta absoluta de pruebas (Martínez y Rodríguez) y hay otros ocho homicidios en donde la investigación tiene avances pero aún sin detenidos ni sospechosos individualizados.
Los 33 homicidios -32 si se descarta el de De Angeli- significan una reducción importante en la estadística, sin desconocer dos variables que la componen: a causa de la pandemia los delitos en su mayoría descendieron durante varios meses y la gran cantidad de lesiones graves o tentativas de homicidio que por poco no acabaron con víctimas fatales.