El día que Maradona llegó a 100 goles: un virus que fue pandemia y una entrevista desnudo
Luego de una enfermedad que lo alejó de las canchas, el 14 de septiembre de 1980 Diego alcanzó el centenar de gritos en el fútbol argentino. San Lorenzo de Mar del Plata fue nuevamente la víctima. La presencia de "Uby" Sacco y la foto de un diálogo con un periodista de LA CAPITAL en la ducha del vestuario.
El gol 100 de Diego en el fútbol argentino. Foto El Gráfico. Gentileza @MaradonaPICS
Maradona había estado varios días internado en el Hospital Italiano y algunas semanas postrado en la cama de su casa en la calle Lascano, en el barrio La Paternal. Un cuadro de anginas virósicas interrumpió uno de sus mejores años: 1980. Pero aquella tarde del 14 de septiembre estaba listo para volver a desplegar su magia, con San Lorenzo de Mar del Plata nuevamente en el camino.
Aquel partido, recordado por ser el del gol 100 de Diego en el fútbol argentino, estuvo rodeado de muchas curiosidades, algunas de las cuales se develarán en esta nota. Desde quiénes estuvieron en la tribuna, hasta una increíble entrevista que lo pintó de cuerpo entero.
Cuadro de situación. Segunda fecha del Torneo Nacional. Argentinos vuelve a ser local en La Paternal después de más de catorce meses. Diego regresa al fútbol tras un mes de ausencia por el maldito virus que lo dejó afuera del tramo final del Metropolitano, pero que no le impidió ser el goleador del torneo (25 tantos).
San Lorenzo de Mar del Plata había debutado con un resultado magnífico: 4-1 sobre Huracán de Parque Patricios. Pero Maradona veía a los “santos” y jugaba en modo Dios.
La cancha estaba “pesada”, llena de barro por las precipitaciones de los días previos. El equipo marplatense dirigido por el “Negro” Edeverto Artero opuso resistencia mientras aguantó físicamente: 0-0 terminó el primer tiempo. Igual, en esos minutos iniciales, Diego completó con éxito un pase de taco de 20 metros y le metió un caño bárbaro a Maldonado. “Cuide su salud: marque al diez”, recomendaba en su genial crónica la revista El Gráfico.
Y tenía razón. El complemento se jugó al compás del zurdo de 19 años, quien anotó el primero, cuarto y quinto gol de Argentinos, que finalmente goleó 6-0 a San Lorenzo. El segundo que marcó fue el famoso cien (ese día terminó con 101 goles en 156 partidos en AFA). Además, para entonces llevaba 26 con la Selección Argentina, 16 de ellos con la Juvenil y 7 con la Mayor.
“Diego tiene el virus del gol”, fue el elocuente título de El Gráfico. Y en el comentario, el periodista Carlos Bonelli escribió esta obra maestra: “Es extremadamente contagioso. En La Paternal se ha ubicado el foco infeccioso más importante. Su portador lo lleva muy adentro. Ataca cualquier parte del organismo (…) Según lo que cuentan, Diego Armando Maradona no tiene cura. Él es virósico de goles, caños, gambetas, tacos, gambetas…”
La cobertura de LA CAPITAL, con las prestigiosas plumas de Raúl Ramírez y Segundo Cheppi, también destacó especialmente al “10”. En la actuación individual, sobre Maradona se detalló: “El mejor. En el segundo tiempo fue imparable. El factor determinante del desequilibrio en el juego. Hizo tres goles, uno de ellos para “filmarlo” y fue gestor de otros”.
Lamentablemente los goles no quedaron grabados (como tampoco los primeros de Diego en el estadio San Martín, también ante San Lorenzo de Mar del Plata). La transmisión de ATC fue Boca -Unión de Santa Fe y los noticieros de la época no tomaron -o no guardaron- imágenes de aquel choque en La Paternal. En ese partido Pedro Pablo Pasculli (20 años) debutó e hizo su primer tanto en Argentinos (antes había jugado en Colón) y un joven Silvano Espíndola (18) marcó un gol olímpico.
Con “Uby” en la cancha, “toco y me voy”
En una tribuna del estadio ubicado sobre las calles García y Boyacá ese día estuvo un marplatense que después forjó una relación especial con Diego, con quien lo uniría siempre una mutua admiración. Allí estaba Ubaldo “Uby” Sacco (25 años) maravillado ante las acciones del “10”.
El boxeador hacía dos años que era profesional y la noche anterior había vencido por nocaut a un gran rival como Hugo Luero (fue el primer combate de los tres entre ellos), en el estadio Luna Park.
La tarde siguiente “Uby” quiso ir a ver al equipo de su ciudad, San Lorenzo -aunque aclaró ante este medio que era simpatizante de Atlético Mar del Plata- y, lógicamente, a quien ya era la figura del fútbol argentino, el gran Diego Maradona. Ninguno de los dos por entonces había sido campeón, pero ambos llegaron luego a la cima del mundo.
LA CAPITAL también destacó entre el público la presencia del ex futbolista Luis Pentrelli, creador de la famosa frase “Toco y me voy…” (la dijo públicamente en una nota con Osvaldo Ardizzone, para El Gráfico, a mediados de los ’60). Después del 2000, esa expresión se hizo música con La Bersuit y sonó de fondo ante las tantas genialidades de Diego en la cancha.
Nada que esconder
Largas horas, días, meses, años, de búsqueda y ahí están. En una caja humedecida en el rincón de un armario, como escondidos, aparecen los preciados negativos: “14/9/1980, Argentinos -San Lorenzo, Diego”. La búsqueda del famoso gol cien parece tener final feliz. Pero no. Entre las decenas de imágenes no está el momento exacto de la definición, como sí ocurrió en su primer tanto, a Lucangioli, inmortalizado por LA CAPITAL.
Hay otras tantas jugadas de Diego, dueño de casi todas las fotos. Y entre las últimas, unas que llaman poderosamente la atención y que no se pueden publicar en su forma original: Maradona, ya entonces el mejor jugador del fútbol argentino, es entrevistado mano a mano por Raúl Ramírez, periodista de este medio, en la ducha del vestuario local.
Ahí está él, como Dios lo trajo al mundo, apenas con una toalla sobre la espalda, respondiendo consultas con total naturalidad. Otros tiempos, en los que había mayor acceso del periodismo al protagonista, incluso en los momentos más privados (era común el ingreso de terceros a los vestuarios).
La foto salió en la edición del 15 de septiembre, cortada a la altura de la cintura claro, criterio que repetiremos en la ilustración de esta nota. El epígrafe decía lo siguiente: “En los vestuarios, el diálogo del ‘rey’ con LA CAPITAL. Siempre atento con el periodismo. Estaba feliz”.
Al otro día, los cronistas del diario hicieron referencia a la generosidad del crack. “Diego Armando Maradona, más allá de sus reconocidas virtudes futbolísticas, es un chico con ‘ángel’, esa condición abstracta que lo convierte en centro de las miradas y los afectos. Adentro de la cancha provoca admiración. Y afuera esa atracción se prolonga en cordialidad que tiene para atender al periodismo, para satisfacer demandas de autógrafos en los vestuarios y en la calle para volcar elogios hacia el rendimiento de sus compañeros, para apretar las muchas manos que se estiran para saludarlo. Es ídolo -y seguramente él debe saberlo- pero actúa con la simpleza de los jóvenes no contaminados por el polen de la egolatría”.
Diego desparramó talento y siguió marcando goles: convirtió 43 en 45 partidos en 1980. Su figura nunca paró de crecer. Y ese virus llamado Maradona se convirtió en una pandemia mundial.
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