La historia del pádel (en aquellos tiempos, paddle) comenzó en Mar del Plata en los años ’80. Si bien la actividad tenía más de una década de existencia -había sido inventado por el mexicano Enrique Corcuera, en 1969-, hasta ese momento se jugaba más bien poco.

De la mano de un hito socio-cultural bastante importante, y porque era más accesible técnicamente que el tenis, se produjo una explosión que desembocó en el nacimiento de infinidad de clubes y complejos con canchas destinadas a este deporte. Ese panorama convirtió, definitivamente, a Mar del Plata en la capital nacional de esa actividad.
Como es habitual, el pádel atravesó por distintas etapas. Pasó por una caída más o menos pronunciada, por diferentes causas, y podría decirse que -tras un leve repunte- en los últimos 20 años se estableció en una meseta de popularidad que parece ir en alza de la mano de una esperada evolución.

Uno de los referentes más indicados para analizarlo es el marplatense Severino Iezzi, desde hace varios años radicado en España. Fue jugador amateur, luego profesional, más tarde formador y ahora, también, entrenador de grandes figuras. Lo que se dice, un verdadero pionero.

Severino Iezzi.

“Entre los distintos motivos de ese decaimiento, mucho tuvo que ver, sin dudas, una campaña de difamación desde algunos sectores. Se decía que te lastimabas las articulaciones, que era muy agresivo para el físico”, asegura convencido desde la península ibérica.

Sin embargo, esa mencionada evolución de este deporte tiene directamente que ver con el lugar y los elementos en donde se juega, lo que han proporcionado mejores condiciones para los jugadores y más atractivo para el público.
“El pádel ha registrado una mejoría tremenda en implementos, material de las canchas, superficie sobre la que se juega. Las paletas tuvieron un cambio radical y redujeron su peso en un 30%, ya que de 450 gramos ahora pasaron a 370, lo que signifca una diferencia enorme. Las paredes son todas de cristal, con una visibilidad de 360 grados y el suelo es de alfombra o moqueta. Esto hace el juego más lento, más divertido, menos agresivo para el físico y los puntos duran más, ganándose en espectacularidad”, reafirma Iezzi.

Esa mejoría también se aprecia desde la cosmética, con elementos más atractivos desde lo visual, de acuerdo al formato y los colores de las paletas, por ejemplo.

Toda esta situación de progresión alcista en aspectos generales provocó una gran oportunidad que se potenció con la aparición de dos empresas privadas como promotoras del padel internacional: el WPT (World Padel Tour) y el APT (American Padel Tour). En forma paralela, la televisación también ha mejorado mucho, por su propia evolución tecnológica y también por las vistas completas que permiten las canchas 100% de cristal. Los circuitos nacionales y mundiales son furor en Europa, con estadios llenos y ese ambiente tan especial que se generó entre fines de los ’80 y principios de los ’90.

Y en Argentina, el fenómeno parece querer replicarse también. En ese sentido, Iezzi hizo lo que siempre ha hecho: ir hacia adelante, plantearse nuevos -y ambiciosos- objetivos. Aunque el momento acaso no era el más aconsejable por las desventuras económicas que suelen caracterizar a este país, decidió tomar el riesgo. Y en conjunto con su amigo Jorge López, tomó la determinación de apostar en Mar del Plata, en Punto Sur.

El icónico complejo que se convirtió en un destino obligado para hacer deporte en la zona del Puerto y Punta Mogotes ya no tendrá su cancha con piso de madera flotante adaptable a tantas actividades.

Allí, en cambio, se yerguen tres canchas de pádel de última generación, totalmente acristaladas y con piso de alfombra, dotadas también con el más moderno sistema de iluminación. Pádel Academia es el nombre elegido para esta nueva propuesta.

“Es lo que se viene. ¿Por qué no pensarlo y ejecutarlo para Mar del Plata, el lugar donde yo nací? -propone Iezzi, quien no ve la hora de poder viajar, aunque por ahora la pandemia se lo impide-. Como cuna del pádel en el país, esta ciudad lo merece. Tiene que ser la pionera en poseer la mayor cantidad de canchas de calidad, tal como se juega en la actualidad en Europa. Son tres canchas con una separación de 3,50 metros entre cada una, para permitir también el juego exterior (salir de la cancha para buscar una pelota), con estacionamiento propio, vestuarios nuevos acordes al emprendimiento. Y en paralelo pensamos desarrollar una Academia de Pádel -de allí el nombre del complejo-, con un staff de profesores de primerísimo nivel (Virginia Mazzuchi será manager deportiva), para darles herramientas de desarrollo a los muchos jóvenes talentos que hay en la ciudad. Estamos muy ilusionados y creemos que vamos a contribuir todavía más para potenciar ese corredor deportivo que se ha formado desde Juan B. Justo hacia la zona de Punta Mogotes”.

La idea original merecía un lanzamiento especial, aunque lamentablemente no será posible hacerlo como se había planificado ante la situación sanitaria por demás conocida.

Lo más importante, es que ya está en funcionamiento, con todas las medidas necesarias para cumplir con los protocolos correspondientes. “Cuando se pueda, también, queremos recuperar aquel espíritu que hizo tan importante al pádel como fenómeno social en aquellos años de esplendor”.

Además, el espacio rendirá homenaje, como una galería de recuerdos y fotos a los enormes campeones mundiales y figuras internacionales marplatenses que han brillado en el pádel, como Roger Quintín, Guillermo Barrera, Leonardo Cattáneo, Alberto Pizzolo, Manuel Caracotche, Gabriel Domínguez, Darío Marina, Walter André, Cristian Gutiérrez, Juan Martín Díaz, Facundo Mazzuchi, Adriana Costagliola y la “China” Mazzuchi, entre otros. Varios de ellos, además, tendrán su propia gigantografía.

“Mar del Plata es la cuna internacional del pádel, pero la historia de este deporte no está explotada como debería. Por eso, mucha gente que ha sido trascendente queda en el anonimato”, considera Iezzi.

De un tiempo a esta parte, aquella práctica del pádel reducida casi exclusivamente a Argentina, España y México, con los referidos cambios fue ganando terreno y hoy goza de gran popularidad en Finlandia, Suecia, Italia, Francia, Portugal y Bélgica, entre otros países europeos.