Miguel Pichetto: “Hay que abrir todo, si no el proceso va a ser demoledor sobre Mar del Plata”
El ex candidato a vicepresidente aseguró que la situación “no da para más” y que en forma inmediata hay que empezar a preparar la temporada. Además opinó que la tensión política la genera el gobierno y aseguró que Juntos por el Cambio está unido para ser opción en 2023.
Miguel Ángel Pichetto.
Por Hernán Kloosterman
Mientras la tensión entre las aperturas de la economía y la realidad del sistema sanitario está en uno de los puntos más altos en la ciudad, Miguel Angel Pichetto no duda: “Hay que abrir la cuarentena, esto no da más”, sostiene en diálogo con LA CAPITAL.
El auditor de la Nación y referente de la oposición consideró que la ciudad debe empezar “a preparar la temporada ahora mismo” sino “el mundo del trabajo se va a convertir en un mundo planero”.
Además, afirmó que a la tensión política la genera el gobierno y aseguró que la oposición está “unida para ser opción de gobierno en 2023”.
– ¿Cómo ve la realidad de la ciudad?
– Para Mar del Plata los índices de pobreza e indigencia son porcentajes desoladores. El análisis que hay que hacer es que esta cuarentena, que es la más larga del mundo, ha devastado la economía. Además, no hay un mensaje esperanzador. Hemos tenido un período oscuro, casi gótico donde en ciudades como Mar del Plata, todo está oscuro, cerrado. Eso está terminado en la gente. Y si tenemos que analizar el resultado sanitario, tampoco es favorable.
– Entonces, ¿cómo se sigue?
– Esto no da para más y en Mar del Plata tienen que tener claro un mensaje del presidente y del gobernador de que el verano va a existir. Que a partir de ahora hay que preparar la temporada. Ya. Hay que abrir todo y convivir con este virus. Si no hacemos esto, el proceso va a ser demoledor sobre Mar del Plata. El mundo del trabajo va a ser un mundo planero: todo el mundo con un plan. Tal vez el Papa esté más contento porque va a ser una Argentina más pobre y más justa, de acuerdo a la visión vaticanista. Es demoledor esto.
– En contrapartida está la situación sanitaria y un sistema que no colapsó pero que está al límite.
– No hay margen ya para mantener las restricciones. Estos son los efectos. El tema sanitario todavía no está colapsado. El nivel de fallecidos es un número pero hay que buscar una salida. Insisto: no ha dado resultado el encierro ni que no se abran los negocios. Hagamos como hace el mundo. Habrá que reforzar el sistema sanitario.
– ¿No hay un tensión política desmesurada para el contexto actual?
– La tensión la genera el gobierno y sus contradicciones. La oposición ha sido hasta ahora razonable. Hemos aceptado situaciones que en otro contexto no se hubieran aceptado como la forma en que funciona el Congreso. Le hemos dado instrumentos legislativos como la Ley de Emergencia. Las tensiones se generan en el propio seno del gobierno. Por ejemplo, con lo que pasó con el embajador Raimundi en la OEA. El presidente no es comentarista: es presidente. Entonces, tiene que llamar al embajador y pedirle la renuncia.
– Se perciben en la oposición un sector más moderado y otro que ha sido más duro. ¿Cómo cree que confluirán?
– ¿Y a mí en cuál me ubica?
– En el ala dura
– Yo soy un tipo razonable y moderado. Pero hay construcciones periodísticas que no se pueden contravenir y que se construyen a veces desde el propio sector interno, para justificar decisiones que se toman colectivamente. Es muy difícil. Siempre he tratado de dar testimonio, no agredo, no ofendo, respeto a la figura presidencial.
– ¿Cómo está la oposición hoy?
– Unida, que es un dato importante. Hemos mantenido la cohesión en el Congreso. Hay matices, miradas, discusiones respecto al futuro de cuál es el espacio que se tiene que ocupar de cara a la sociedad para crecer y ser opción de gobierno en 2023. Pero hay elementos en común que tenemos: una visión capitalista, el mundo del trabajo y no de los planes, integración a Brasil y Estados Unidos, compromiso con la Unión europea, libertades, división de poderes, democracia formal liberal. Esto nos agrupa. Después, están los estilos.
– ¿No cree que se radicalizó la oposición?
– Pongamos un tema puntual. La ciudad, que es el principal activo de la oposición en términos de gobierno, ha recurrido a la justicia, el jefe de gobierno es un hombre razonable y moderado. No agrede, incluso lo atacan permanentemente. ¿Cuál es el tema puntual de la radicalización? Fuimos mejor oposición que lo que ha sido el kirchnerismo: no rompimos, no tiramos piedras. Después, el debate político está bien. Me parece que el Presidente ha perdido el centro moderado que era por el cual la gente lo había votado.
“Tal vez el Papa esté más contento porque va a ser una Argentina más pobre y más justa, de acuerdo a la visión vaticanista. Es demoledor esto”.
– Señala que el Presidente se corrió del centro. ¿Por qué cree que pasó? ¿Era algo que estaba en los planes?
– Era algo que podía pasar porque la fórmula tiene una construcción política donde el poder está en la vicepresidente. Yo dije en la campaña que la fórmula era una anomalía política. Los grandes medios la ocultaron, creían que la vice pasaba a un retiro y a una mirada pasiva de la política. Y venía una etapa moderada. En realidad la vice es la que tiene la centralidad del poder.
– En poco tiempo se ganó un lugar importante en la oposición. ¿Se entusiasma con alguna candidatura?
– Yo trabajo en el espacio del centro nacional, centro derecha. Agrupando a muchos peronistas que no coinciden con este gobierno y con las líneas del kirchnerismo. Estoy dando también un debate cultural. Creo que la iglesia tiene una visión clasista, al creer que es solo para los pobres. Hay que ayudar a los pobres para salir de la pobreza como dice la doctrina social de la iglesia. El pobrismo es una deformación enorme, como lo fue la teología de la liberación donde muchos curas fueron a la guerrilla. Juntos por el Cambio también tuvo algunas ingenuidades en la política social que nos llevó a la derrota en la provincia. Les daba todo a los “gerentes de la pobreza” como Grabois, Navarro o cooperativas. En Mar del Plata también. Había un montón de gente que apoyaba a Montenegro y no tenía ninguna ayuda.
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