El trabajo remoto permitió la vuelta a la ciudad de jóvenes profesionales
Estudiaron en Mar del Plata, pero una vez recibidos viajaron a Buenos Aires en búsqueda de más y mejores oportunidades laborales. La pandemia y el "home office" obligatorio les dio la chance de volver sin fecha límite. Los pros y contras y una posibilidad: si pudieran, ¿se quedarían?
Algunos se apuraron y volvieron antes de que se decrete el aislamiento social, preventivo y obligatorio a fines de marzo. Otros, la gran mayoría, lo hicieron en los primeros tres meses, cuando quedó en evidencia que la situación epidemiológica del país y de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) no iba a cambiar en un futuro cercano. La pandemia y el trabajo remoto implicaron para muchos jóvenes profesionales marplatenses la vuelta a su ciudad natal, al tiempo que abrieron otros interrogantes: si tuvieran la posibilidad, ¿se quedarían?
El éxodo de egresados universitarios de la ciudad no es una novedad. Si bien Mar del Plata cuenta con cinco casas de altos estudios y una amplia y reconocida oferta académica, el desempleo entre los menores de 30 años se ubica entre los más altos del país desde hace varios años.
Según el Indec, la desocupación en el primer trimestre de este año en la ciudad alcanzó el 10,4%, siendo este índice aún más pronunciado en las mujeres (13,7%) que en los hombres (7,4%).
La situación se profundiza aún más entre los jóvenes de hasta 29 años, entre los que la falta de trabajo llega al 19%, aproximadamente. En este grupo etario la brecha de género vuelve a estar presente y el desempleo llega al 20,8% en las mujeres y al 18% para los hombres. Esta cifra llegó a trepar al 37% para las mujeres jóvenes en el segundo trimestre del año pasado. Los números del segundo trimestre del 2020 son peores: la desocupación en Mar del Plata trepó al 26%, pero no se especificó como golpea a los jóvenes en la ciudad.
En este contexto, y teniendo en cuenta que la Universidad Nacional de Mar del Plata se encuentra entre las mejores valoradas del país, no es poco habitual que a los jóvenes les resulte más fácil conseguir trabajo en empresas asentadas en Capital Federal.
Sin embargo, la irrupción del coronavirus en territorio argentino y la puesta en marcha de múltiples alternativas para evitar la circulación del virus trajo aparejado cambios en el ámbito laboral que les permitió a estos mismos jóvenes la vuelta a la su ciudad de costa y mar, a esa que los vio estudiar y recibirse, a esa que también los vio partir en cada fin de fin de semana largo, cada segunda quincena de febrero, cada cumpleaños familiar.
El trabajo remoto -también llamado “home office” e implica trabajar de manera virtual fuera de las oficinas de la empresa- llevó incluso al tratamiento y aprobación de una ley para regular la actividad en el país .
Rosario A., ingeniera. trabajando desde el jardín de su casa de la infancia. Al lado, su fiel compañero, Simón, de los más felices por su regreso.
Volver a casa
Sub-30, profesionales, sin hijos e inquilinos solitarios en la “ciudad de la furia”. En líneas generales, esta descripción alcanza a los protagonistas de los testimonios recabados por LA CAPITAL que, con domicilio legal en la ciudad y cuarenta mediante, fueron autorizados a ingresar a Mar del Plata y transitar aquí los meses de pandemia.
La amplia mayoría se hospedan en las casas de sus familias (suyas también, hace no mucho tiempo atrás), pero de prolongarse la situación no descartan salir en búsqueda de alquileres temporarios, hoy afectados por la partida masiva de los estudiantes a sus respectivas ciudades de origen.
Rosario A. es ingeniera industrial y tiene 27 años. Hace dos que, tras recibirse en la ciudad, partió hacia Capital Federal donde consiguió trabajar en una empresa vinculada a la industria aeroespacial, lugar donde se desempeña laboralmente hasta el día de hoy.
Sub-30, profesionales, sin hijos e inquilinos solitarios en la “ciudad de la furia” volvieron para trabajar de manera remota desde el mar.
Por cuestiones de trabajo, recién pudo viajar a Mar del Plata a finales de junio, para hospedarse en la casa familiar, donde viven sus padres y dos de sus hermanas. También está Simón, su perro y el de los integrantes del clan más feliz por su regreso.
Al igual que el resto de los consultados, las razones que motivaron el viaje estuvieron vinculadas a los afectos. “Me gusta Capital, pero extrañaba mucho a mi familia, estaba sola y todos mis amigos marplatenses que viven allá ya habían tomado la decisión de volverse”, indicó a este medio. La fase 4 que atraviesa la ciudad, sumado a sus características naturales (el mar, siempre el mar) también facilitaron la decisión.
Si bien Rosario contaba con la posibilidad de realizar trabajo remoto en la etapa previa a la pandemia, la situación epidemiológica de Capital hizo de ese beneficio, hasta el momento temporario, algo del día a día. “Teniendo en cuenta que la situación es mucho más grave en AMBA, me pone muy contenta poder estar atravesando esto en mi casa, junto a mi familia y en mi ciudad”, señaló la joven ingeniera, aunque reconoció que “extraña” el vínculo con sus compañeros de trabajo.
La amplia mayoría está en las casas de sus familias, pero de prolongarse la situación no
descartan salir en búsqueda de alquileres temporarios.
El mismo “alivio” atraviesa Lucía L., contadora pública recibida en la UNMDP y actualmente empleada en una empresa multinacional con asiento en Capital. La obligatoriedad de trabajar desde su casa por la pandemia coincidió con el vencimiento del contrato del alquiler de su departamento de Buenos Aires, por lo que decidió volver con su familia a pocos días del 20 de marzo y con un permiso nacional.
“Terminar de trabajar y poder ir a ver el mar o tomar un café frente a la costa no lo cambio por nada!”, señaló, en una charla virtual con LA CAPITAL. Según señaló el último comunicado oficial de la empresa donde trabaja indicó que la vuelta al trabajo presencial sería “dos semanas después de que se levanté la cuarentena en Buenos Aires”, aunque aclaró que “hasta que no se retome la normalidad del transporte público los empleados continuarán teniendo la opción de trabajar desde sus casas”.
“Por suerte mis papás no convirtieron mi habitación en un depósito y todavía puedo estar acá -cuenta entre risas-, pero como creo que seguiré acá varios meses estoy en búsqueda de departamento donde estar hasta que la empresa me dé el OK de volver”, señaló.
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