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Se cumplen 40 años del fallecimiento de uno de los mejores bateristas de la historia del rock

John "Bonzo" Bonham fue una pieza fundamental en Led Zeppelin. Influencia ineludible entre los bateristas de rock, al imponer un estilo para armar el set y algunos patrones propios.

Arte y Espectáculos 23 de septiembre de 2020

Hace 40 años moría de manera sorpresiva, con apenas 32 años, John “Bonzo” Bonham, el baterista de Led Zeppelin, considerado de manera unánime como uno de los mejores en la historia del rock a partir de un personal estilo que combinaba una depurada técnica con una inusitada fuerza en el toque, lo que dotaba de una visceral expresión a sus interpretaciones.

La personalidad arrolladora de la batería del Bonzo resultó una pieza fundamental en la amalgama musical creada por la popular banda británica, al punto que su muerte, en la madrugada del 25 de septiembre de 1980 y por una intoxicación alcohólica, puso final a la demoledora carrera del grupo que completaban Robert Plant, en voz; Jimmy Page, en guitarra; y John Paul Jones, en bajo y teclados.

En ese explosivo cocktail, el baterista se destacaba por su salvaje y estruendoso sonido, aunque siempre respetuoso de los mandatos académicos, acaso como un reflejo de su estilo de vida, marcado por la pasión por la velocidad, el gusto por la vida campestre y el consumo excesivo de alcohol.

Al menos así eligió mostrarse en la película “The Song Remains the Same” (1976), que entre imágenes de un concierto del grupo en el Madison Square Garden se entremezclan escenas ficticias protagonizadas por cada uno de los integrantes de la banda, en las que exponían sus gustos, obsesiones o fantasías.

Nacido en Redditch, Inglaterra, Bonham deambuló por varios grupos de nulo éxito en los ’60, aunque esta situación le permitió compartir formación en más de una ocasión con Robert Plant, quien lo sugirió cuando fue aceptado como cantante de Led Zeppelin.

En la revolución musical generada por la emblemática banda, con su mezcla de rock duro, blues, folk y sonidos celtas, entre otros, el baterista marcó presencia con su labor en temas como “Inmigrant Song”, “Kashmir” y “Misty Mountain Hop”, por citar solo algunos, y en expresivos solos, como en “Moby Dick”.

Influencia ineludible entre los bateristas de rock, al imponer un estilo para armar el set y algunos patrones propios, también es cierto que copiarlo es prácticamente imposible, según coincidieron en señalar a Télam Nacho Cúneo, del grupo tributo Physical Graffiti; y Lulo Isod, integrante de Ciro y Los Persas y de Panza, banda con la que homenajeó a Led Zeppelin en un show en La Usina del Arte.

“Tenía una forma única de abordaje a la batería. El sonido es lo primero que a mí me impresionó, como creo que a muchos bateristas. Impuso una forma de afinar la batería, de hacerla sonar, porque tocaba rock pero era muy funky, usaba medidas grandes. Se impuso en nuestras orejas. Dejó una herencia muy fuerte en todos los bateristas porque son sonidos que quedan en nuestro inconsciente y uno recurre a esos armados”, explicó Isod.

“El Bonzo fue muy revolucionario porque nadie tocaba como él. Dentro del rock no había bateristas tan ricos técnicamente, menos en las bandas mainstream. Con el Bonzo se logró una especie de superación baterística porque la batería tomaba el rol principal en muchos temas. Zeppelin le daba lugar para poder generar algo más con su batería“, apuntó Cúneo.

El músico, que en Physical Graffiti encara el desafío de recrear los sonidos de Bonham, destacó que “hay algo que supera lo que suena y es lo que trasmite, la intención” y puntualizó que en el caso del baterista de Led Zeppelin el toque personal estaría dado por “la pasión, lo sanguíneo”.

“Él inventó muchos fills que repitió todo el mundo, pero hay bases que son vulgares si no se tocan con esa intención que le puso, sin ese salvajismo, esa pasión, esa intensidad que hacían que no fueran una base más”, ejemplificó.

Más allá del estilo único, mezcla de potencia y técnica, que lo acercaría a la imagen de una especie de “gentil cavernícola”, Bonham aportó sutiles pizcas de funk y jazz a Led Zeppelin, según las respectivas opiniones de Isod y Cúneo.

“Yo lo escucho re bailable. Le escucho un groove que lo relaciono con la música negra“, consideró el baterista de Panza; mientras que su par de Physical Graffiti aportó: “Tiene cosas de todos los estilos, pero esos solos largos que se mandaba es algo del jazz”.

Ante lo complicado de intentar copiarlo, reposar en cuestiones no tan perceptibles a nivel técnico, más ligadas a las intencionalidades, pareciera ser la clave a la hora de interpretar en la batería una obra de Led Zeppelin.

“Lo más difícil fue tratar de desprenderme de la presión de tener que imitarlo. Tratar de emularlo era fracasar, por eso hice de cuenta como si escuchara el tema por primera vez y tuviera que meterle cosas. Obviamente, terminé metiendo cosas parecidas porque están muy incorporadas”, confió Isod, al recordar su experiencia en el homenaje a Zeppelin encarado por Panza.

“Me parece que la dificultad es encontrar esa fluidez en la interpretación, que no sea algo acartonado. Mi laburo, más que hacer algo lineal a lo que hizo él, es pensar qué intenciones buscaba, me pregunto qué quería resaltar. Escucho la voz, la guitarra y pienso en generar climas con recursos que él usaba, como abrir platos, subir el volumen, tirar para atrás o para adelante el tempo”, dijo, a su turno, Cúneo.

Y agregó: “¡No soy el Bonzo! ¡No puedo improvisar como él! Pero la clave es saber fluir con el tema, con elementos que tomé de él y que me gustan respetar porque destacan su personalidad”.

Las pruebas de lo revolucionario y único que resultó el estilo del Bonzo parecieran haber sido dadas por los propios integrantes de Led Zeppelin, que no solo firmaron el acta de defunción de la banda al perder a su baterista, sino que en eventuales reuniones posteriores no lograron recrear la magia, ni rescatar la amalgama sonora de antaño.