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Cultura 8 de agosto de 2016

“Dorados y Eternos”, una historia de triunfos y de amor a una camiseta

El libro sobre la Generación Dorada del básquet argentino.

“Los jugadores argentinos formaron un pelotón y comenzaron a saltar y a cantar al unísono. No era teatro, ni para consumo mediático. No era para nadie, sólo para consumo propio. Fue uno de los despliegues de espíritu competitivo más profundos que haya presenciado. Me arrimé a D’Antoni y le dije: ‘Eso es básquet internacional’. Tras tres años de estudio del básquet internacional y su lenguaje, en ese túnel presencié el alma. Cuando Argentina jugaba, todo su país jugaba. Es lo que teníamos que vencer. No su ataque ni su defensa. Su espíritu. En ese momento entendí quién era verdaderamente nuestro oponente y, debo admitir, me intimidada”.
La confesión pertenece a Mike Krzyzewski, Coach K, entrenador de varias selecciones de Estados Unidos, y acaso sea uno de los elogios más grandes que haya recibido jamás la Selección Argentina de básquetbol, que esta noche volverá a salir a la cancha en unos Juegos Olímpicos.
El tiempo ha pasado desde la medalla de oro conseguida en Atenas 2004. Pero ahí están otra vez Ginóbili, Nocioni, Delfino y Scola para intentar llegar lo más lejos posible. Y, con ellos de por medio, pese al paso del tiempo, cualquier pronóstico pesimista debe ser cuidadosamente sopesado antes de formularse.
Ese respeto no es gratuito y está sobradamente ganado. Como el de Mike Krzyzewski, cuyo testimonio es uno de los muchos que enriquecen a Dorados y Eternos, libro recientemente publicado por Aguilar, obra de los periodistas Pablo Pokorski y Matías Baldo.
Dorados y Eternos engrosa la bibliografía sobre la Generación Dorada, que ya ha merecido algunos trabajos. Es una cuidadosa recopilación de la trayectoria de la Selección Argentina de básquetbol desde el fundacional Torneo Preolímpico de 1999 hasta la heroica clasificación a Río 2016 obtenida el año anterior en México.
Cada uno de los certámenes está recorrido con detalle por el relato de Pokorski y Baldo. Pero el plus lo dan los testimonios de los propios jugadores, de sus entrenadores e integrantes de los distintos cuerpos técnicos.
Así se iluminan varias historias íntimas, de vestuario, algunas de ellas más o menos conocidas y otras verdaderos hallazgos. Como la que protagonizó Leonardo Gutiérrez, capitán y símbolo de este Peñarol, con Lionel Messi en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Una “perlita”.
Cada una de las declaraciones no sólo condimentan el relato central. Revelan el alma de un equipo único.
Tal vez el relato de Andrés Nocioni sobre por qué cambió su decisión de alejarse de la Selección después del Mundial de España 2014 sea uno de los más simbólicos del eje de este trabajo de Pokorski y Baldo.
“Durante al año no tenía ganas de ir, pensaba que mi ciclo se había terminado, pero después de varias charlas con Sergio y mi familia tomé la decisión; a mí me parece que nosotros debemos tener un compromiso, una lealtad al seleccionado argentino. Creo que irnos todos y no dejar a alguien para que mostrara ese camino no hubiera sido responsable de nuestra parte. Tenemos que pasar la posta de la manera más escalonada posible. Creo que lo correcto era que estuviéramos Luis y yo para ayudar y avanzar en ese proceso”, sostiene el Chapu, un símbolo de una historia tan llena de triunfos como de ejemplos de amor a una camiseta.