El sol camina sobre los huesos del cielo en la cámara subterránea, se producen gestos las bocas de la tierra ya son hormigueros.
Cesa el camino: comienza el lenguaje. Y la lengua se desata como la sombra que, al congregarse bajo el vertical límite saliente de la boca, esparce su ser de tinta en las arrugas de la mesa gastada.
Quizás la mesa es un ente donde las mariposas untan su lengua con una palabra preparada en esa cavidad.
Reyes, cementerio y saliva, yo esgrimía luces de antaño, mis dientes mordían sus letras de agua: era cristiano, judío y levita por los murales de Occidente.