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Rodrigo Frugoni: “La crítica, la ironía y la parodia son recursos riquísimos”

El artista de las más de 1.000 canciones. Sus últimos temas lanzados en cuarentena son "Mi descapotable centro", "En tu ventana" y "Como un cometa" junto a Silvia de Urquía. Cómo transita el 2020, un año de "mucha creación y producción de material que no puede ser defendido, más que a través de la pantalla del celular".

Arte y Espectáculos 20 de septiembre de 2020

Estudia música y escribe desde chico. La última vez que contó, su carpeta de canciones tenía más de 1.000 temas y eso fue hace dos años. Docente, músico solista e integrante de dos grupos, Rodrigo Frugoni está transitando un 2020 de “mucha creación y producción de material” pero que “no puede ser defendido, más que a través de la pantalla del celular”.

Tiene 2 discos editados, “Deshielo” y “1 a 1”, además de varios sencillos, todos en plataformas digitales. A fin de año lanzará “Deshielo 2”. 

En estos meses ha dado a conocer varias canciones. Las últimas son “Mi descapotable centro”, tema que “me salió de pe a pa”, “En tu ventana” y “Como un cometa”, junto a la artista Silvia de Urquía.

Además de su trabajo solista, forma parte de “Tedijequeno”, banda que tiene 2 discos de estudio “integrada por 7 músicos excelentes y con un estilo propio muy marcado” y “Viva el progreso”, un trío acústico, “con más de 10 años de trayectoria y 3 discos de estudio”.

Sus composiciones son eclécticas, como su estilo musical. Transita lo romántico, pero como letrista se define en la crítica. “La crítica, la ironía y la parodia son recursos riquísimos”, aseguró en una charla con LA CAPITAL.

“Desde muy chico, siempre cantaba y me obsesionaba por las canciones que sonaban en la radio. Me aprendía la letra de los temas y cantaba sin parar, jugaba mucho con la música, aunque no exploré un instrumento musical hasta los 8 años”, recordó.

Con Illya Kuryaki and the Valderramas, Sui Generis y Los Redondos fue abriéndose paso a su gusto musical, que lo llevó a referenciarse con Charly García e intentar “sacar” todos sus temas mientras estudiaba piano.

A los 15 años tuvo su primera banda, “Serie 5”. “Eramos malísimos, pero fue una experiencia gloriosa”. Le siguieron más proyectos y más formación, “pero todo eso no hubiera pasado sin esa primera banda que me dio la posibilidad de saber con mucha claridad, en la adolescencia, que lo que yo quería era estar arriba de los escenarios cantando canciones”.

Ese fue el motor para seguir estudiando, recibirse en el conservatorio de música y mantenerse activo permanentemente.

– ¿Cómo fuiste desarrollando tu estilo?

– El rock fue mi rótulo mucho tiempo, pero siempre fui desprejuiciado con los géneros. Cuando algo es demasiado delimitado me aburre. Así que cuando compongo lo hago con toda la libertad del mundo, me da lo mismo que el resultado sea un rock and roll, un rap, una cumbia o un bolero, la canción tiene que estar buena. De a poquito voy puliendo la genuinidad de lo que hago, filtrándole cosas que creo que pueden gustar o ser más decodificadas desde el vamos. No reniego de buscar la popularidad, traducida en el hecho de que la gente que me escucha comparta un código conmigo, dentro de un género que ya no es tal -el rock “per se” está obsoleto, y la música demasiado amorfa no es lo mío-. Intento mediar entre aportar algo en lo que hago y entre no generar un producto excluyente, sólo para entendidos. A veces me sale y a veces no.

– ¿Cómo te involucraste con la composición, desde muy chico?

– A los 8 años empecé a tocar el piano y desde ese primer contacto con el instrumento a hacer canciones con letra, melodía y armonía. Las canciones propias con mi impronta personal llegaron a los 15 años, cuando armamos la bandita. A partir de ahí me volví loco con el asunto de hacer canciones y desarrollé bastante habilidad para la producción. No me cuesta demasiado hacer letras y músicas. Y tampoco hago demasiadas cosas que finalmente no me gusten. Estoy conforme con mi desempeño en ese terreno. Tengo muchísimas más canciones de las que puedo grabar, tengo que elegir y a veces quedan buenas canciones en el olvido. Por eso es que siempre que saco un disco o una serie de canciones, se trata de temas nuevos y algún que otro viejo amor resucitado.

-¿Tenés 1.000 canciones escritas?

-Bastantes más. Guardo todo en una carpeta negra que me compre antes de terminar la secundaria. Ya no quiere más, en algún momento la voy a tener que cambiar, pero me da pena. La última vez que las conté fue cuando hice mi “Documental Innecesario”, una parodia a mí mismo que armé cuando cumplí 15 años de escenarios. Lo pueden mirar en Youtube. En ese momento eran 1.024, pero eso fue hace 2 años. Así que ahora perdí la cuenta, debo haber hecho varias más.

-Componés sobre el amor, los afectos, como en tu “Canción para Valentino”, pero también hay reflexión o crítica, como en “Queridas Hormigas” ¿En qué formato te sentís más cómodo?

-Soy maleable, me gusta cantar cosas lindas, pero si me tocan de cerca. El tema de Valentino es el mejor ejemplo, quizá. Valentino es mi hijo de 2 años y la canción fue estrenada un día antes de su nacimiento. Es la foto de un momento inigualable, irrepetible y hermoso. No hay mucho de eso en este mundo, así que cuando aparece no tengo problema en ser empalagoso a mi manera. Pero no me cabe el romanticismo berreta, no es lo que quiero hacer. La romantización tiene que tener un valor artístico, cósmico y espiritual, si no me parece una porquería. Por lo demás creo que me defino como letrista mucho más en la crítica, como en “Queridas hormigas” (las hormigas somos nosotros), o en “Discúlpeme vecino”. Me siento cómodo con ese tipo de lírica, con la ironía y con la parodia. Me parecen recursos riquísimos.

– ¿Cómo surgió “Mi descapotable centro”?

-“Mi descapotable centro” es un tema que salió de “pe” a “pa” y después sólo fue tratar de repetirlo tal cual para que no perdiera la frescura, prácticamente lo tenía adentro así como está. No es muy habitual que me salgan así las canciones. Me acuerdo que lo canté de un tirón, improvisando y la sensación fue que ese tema ya lo había escuchado mil veces, pero no exactamente así, es mi interpretación de mil canciones que debo haber escuchado con esa génesis.

Mirá el video de “Mi descapotable centro”:

-¿En qué te inspiraste?

-La letra me gusta, es evocativa pero no totalmente concreta. Habla de una apertura desde adentro, justo en un momento como este, en el que esa pareciera ser la única opción para liberarse. Y me resultó re loco que todas esas frases hayan sido improvisadas y tuvieran sentido entre sí.
Disfruto cantando “Mi descapotable centro”, es linda de tocar y cantar, pero no es la canción que mejor define lo que hago. Es casi una excepción a la regla a nivel estructura y sonido.

-¿Cómo te afectó la cuarentena? ¿Tenías compromisos, actuaciones que debiste cancelar?

-Me impactó bastante económicamente, dado que en mi labor como músico y en mi labor como docente de música, la mitad de mis ingresos provienen de trabajos eventuales o particulares. A nivel presentaciones fue duro. Tengo un nuevo material discográfico que no pudo ser presentado y me encuentro haciendo lanzamientos que, por el momento, correrán la misma suerte. 2020 fue un año de mucha creación y producción, pero todo este material no puede ser defendido, más que a través de la pantalla del celular.

-¿Aprovechás los streaming? ¿Cuánto de bueno y cuánto de malo tiene este formato?

-Tengo momentos y momentos, a veces tengo mucha necesidad de conectar con mi música y hago transmisiones en vivo desde las redes, de manera regular y hasta a diario en algunos lapsos de tiempo. En otros momentos me mantengo más equilibrado, dosificando mejor la regularidad y sin volverme loco. Me es difícil, me gusta tocar, pero a veces tener al alcance de la mano la posibilidad de conectarte con quien esté en línea todo el tiempo, se me vuelve un arma de doble filo que en ocasiones funciona bien y en otras me encuentro generando una demanda o un código solamente conmigo mismo. Esto último me resulta frustrante.

Mirá el video de “Como un cometa”:

 



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