Una diferencia crucial con Kicillof y el regreso de un reclamo histórico
Montenegro impulsa la readecuación de protocolos para la vuelta de diversos sectores. El gobernador permitió las obras privadas, pero cree que lo demás hay que analizarlo cuando bajen los contagios. Con la coparticipación nacional en primer plano, el intendente avanza en estrategias para que Mar del Plata reciba más fondos provinciales.
Por Ramiro Melucci
La curva de la confrontación llegó a su pico en el inicio de la semana que pasó. Nunca desde que Guillermo Montenegro es intendente el oficialismo y la oposición habían cruzado acusaciones con tanta vehemencia. Ni siquiera la campaña electoral que lo coronó intendente tuvo ese rasgo de virulencia. Hizo recordar viejas y peores épocas.
El concejal Agustín Neme, que no acostumbra a hablar sin algún guiño del gobierno municipal, dijo que la Provincia y la Nación estaban abandonando a Mar del Plata. Marina Santoro, que tampoco suele opinar a título personal, responsabilizó a Montenegro de la crítica situación sanitaria de la ciudad y afirmó que el municipio no puso un peso de más en la pandemia. Cuando los discursos políticos bordean los límites diezman la verdad con menos disimulo.
El intendente tomó distancia de la pelea. Prefirió apuntar que mientras todo aquello ocurre mantiene el diálogo con Axel Kicillof. Es lo que debe suceder, sobre todo en medio de una pandemia. Reflejo de la foto de Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta después de que estallara la controversia por la coparticipación.
Montenegro ha vuelto a establecer prioridades. Lo hizo en marzo, cuando cerró la ciudad con el resguardo de la salud como bandera. Volvió a hacerlo a fines de abril, cuando anunció que era momento de empezar a reactivar la economía. Luego en agosto, con el reconocimiento, algo tardío, de que había circulación comunitaria, lo que lo empujó a decidir el retroceso de fase. Y ahora lo vuelve a hacer con la ubicación del empleo en la cúspide de sus preocupaciones.
Esas palabras son la confirmación de que para el gobierno municipal ya es tiempo de una mayor apertura. La oposición le recordó que si está tan convencido puede firmar un decreto y abrir lo que desee. Pero Montenegro interpreta, con atino, que cualquier decisión sin el acuerdo de la Provincia tendría consecuencias políticas.
Mar del Plata no es un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires que puede abrir sin que la vean. Tampoco es Tandil u Olavarría. Es la capital del turismo a las puertas de una temporada incierta. Todo lo que se hace aquí se mira con lupa en La Plata y Olivos. No solo por el peso propio que tiene la ciudad, sino además porque su conductor nutre la tropa de Rodríguez Larreta, figura central de la oposición nacional. Una aventura aislada puede costarle cara. Sobre todo si le sale mal.
Después de que la Comisión de Reactivación Económica perdiera la representación del Frente de Todos, la llave de los rubros volvió a quedar exclusivamente en manos de Kicillof. Ya lo demostró el gobernador al incorporar la obra privada en fase 3, lo que apaciguó a uno de los sectores en estado de ebullición. Pero el ministro de Salud, Daniel Gollan, recomendó a los demás bajar la ansiedad para no llegar a la temporada con una espiral de contagios. Mantener más cerrado ahora para abrir después, fue su mensaje.
El ministro dejó entrever que, cuando apuntala las aperturas, el municipio piensa en el corto plazo y no ve que el aumento de casos conspira contra la temporada. El desafío inminente en el segundo distrito con más contagios diarios después de La Matanza es disminuir esa curva. Eso piensan en el gobierno provincial. Y es el meollo de la discusión con el local.
El encuentro virtual de Montenegro con Larreta, del que participaron el ministro de Desarrollo Económico porteño, José Luis Giusti, y el secretario de Producción municipal, Fernando Muro, fue el puntapié inicial del nuevo matiz en el discurso oficial, que insiste en la necesidad de convivir con el virus y en la preocupación por el empleo.
En ese contexto, tras el impacto de la retirada del jefe del bloque del Frente de Todos, Marcos Gutiérrez, la Comisión de Reactivación tuvo una semana poblada de encuentros con sectores que reclaman aperturas. Comerciantes, gastronómicos, dueños de gimnasios, natatorios, escuelas de danza y la construcción (antes de la habilitación de la Provincia) tuvieron allí un lugar donde expresarse y plantear alternativas en busca de un pronto regreso a la actividad con protocolos adecuados a la fase 3.
Hubo un aditamento político. El oficialismo interpretó que el organismo no podía detenerse por la salida del Frente de Todos. Con las reuniones buscó exponer esa nueva realidad. Que mostraba a la principal bancada opositora alejada de los sectores más golpeados por la pandemia. El movimiento no pasó inadvertido y Gutiérrez encaró su propia ronda de conversaciones, en las que se presenta como interlocutor de las demandas ante el gobierno provincial.
Por otro andarivel resurge un reclamo histórico. Lo primero que hizo Montenegro tras la decisión del Presidente de quitarle un punto de coparticipación federal a la Ciudad de Buenos Aires fue pedir un informe sobre la parte que le toca a Mar del Plata de la provincial. Le dijeron que el distrito aparece en el puesto 132 (de 135) si se toma en cuenta la plata por habitante que recibe.
Sucede porque el coeficiente de distribución otorga gran incidencia a las camas de internación (General Pueyrredon no tiene ninguna) y a la cantidad de habitantes, que el censo realizado hace una década refleja a la baja. También influye la imposibilidad de computar a los turistas mientras otros municipios pueden promediarlos con la población estable.
La solución de fondo es un cambio en la ley. Parecería improbable en este momento, pero el Concejo Deliberante aprobó un proyecto de Acción Marplatense para llevar adelante jornadas que pongan la discusión en el centro de la escena. Y les den herramientas a los legisladores provinciales de la ciudad para trasladar el planteo a la Cámara de Diputados y el Senado bonaerenses.
Es el camino más largo. Hay diagonales para que la espera sea más llevadera. Montenegro se había anticipado a la discusión cuando creó, en junio, una comisión técnica para estudiar el asunto. Es coordinada por el subsecretario de Hacienda, Jerónimo Rocatti. De ese ámbito surgió una primera conclusión: incluso con la ley actual el distrito puede engrosar sus ingresos. Solo hace falta una mejora en la carga de los datos que la Provincia utiliza para distribuir la coparticipación.
Parece sencillo; no lo es. Implica la modificación de prácticas arraigadas en el circuito administrativo. El objetivo es reflejar con más precisión las consultas y prácticas médicas que llevan a cabo los centros de salud. También están en carpeta la consideración del CEMA como hospital de día y la anotación de las camas del Hogar de Ancianos.
El eje técnico se complementa con el político. Montenegro tiene en la agenda de la semana un zoom con legisladores provinciales de Juntos por el Cambio. Les remarcará la necesidad de incluir la discusión en el tratamiento del presupuesto bonaerense. Si no mejora la coparticipación de Mar del Plata, al menos que se compense con fondos para obras.
Como si advirtiese el reclamo en puerta, Kicillof anunció el envío de $ 38 millones para obras viales y de otros $ 34 millones para combatir la pandemia. Puede ser un adelanto de la discusión que se viene. Unos pidiendo más fondos y otros haciendo notar los que ya hay. Habrá que ver si en el medio se cuela un acuerdo o nace una diferencia más.
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