“No entendemos que el básquetbol no pueda volver y sí otras actividades”
Las instituciones presentaron en mayo un protocolo completo, que fue recomendado por Federación de Provincia a sus Asociaciones, y aún no recibieron respuestas. "Un club quiebra como una cancha de padel, una pileta o un gimnasio", argumentan.
Peñarol, Quilmes y Unión se pusieron a la cabeza de los clubes de básquetbol de esta ciudad para procurar el regreso a las prácticas en las sedes sociales. Se unieron, trabajaron y elaboraron un protocolo que presentaron en mayo ante el Emder y que no recibió más que elogios. Cuando Federación de Provincia de Buenos Aires lo recibió, lo recomendó calurosamente a todas sus Asociaciones. Hace sólo un par de semanas se mostró en la sede de Unión cómo funcionaba a concejales de distintas fuerzas políticas y también fue muy bien recibido. Sin embargo, aún no hay respuestas y la angustia crece.
“Si hay que quedarse adentro, nos quedamos, no pasa nada. Pero no entendemos que el básquetbol no pueda volver y sí otras actividades. Por ejemplo, se puede jugar al pádel, que pone cuatro personas en 200 metros cuadrados. Y el básquetbol, con una cancha con 440 metros cuadrados, dividida en cuatro cuadrantes de 110 que va a ocupar un sólo chico que ingresa por una puerta y sale por otra, sin contacto con entrenador u otro compañero, no puede. No es justo”, puntualizó Luis Fernández, coordinador de Quilmes.
Darío Arcidiácono, su colega de Peñarol, trabajó mucho en la elaboración del protocolo y lo explicó con detalle. “El objetivo apunta al regreso de la actividad con prácticas de técnica individual sin oposición. Cada jugador concurrirá a su club bajo estrictas medidas de seguridad, con uso de barbijo, medido la temperatura y provisto de alcohol en gel. Tendrá que hacerlo vestido desde su casa, ya que no podrá usar el vestuario. Cada jugador deberá tener su pelota y su material deportivo en un lugar establecido de la cancha. Terminada la sesión, que será de cuarenta y cinco minutos, se retirará del gimnasio por una puerta distinta a la que utilizó para ingresar”, graficó.
“En los quince minutos siguientes a esa sesión se desinfectará la pelota y el área que ocupó ese jugador para que llegue otro y se reanude la secuencia”, completó “Pitu”.
“Vemos que los chicos se están cansando de las reuniones por Zoom y la conectividad disminuye día a día. Entrenar así es mucho mejor que la virtualidad. Tenemos puertas sanitizantes, los chicos pasan por ahí, no se mezclan…Si tenemos un buen protocolo, ¿por qué no regresar?”, se preguntó Fernández.
“Los clubes, salvo raras excepciones, están pasando el peor momento de su historia. La vida de los clubes son sus actividades, las que se realizan en sus sedes sociales o villas deportivas. Hoy la actividad es nula y los ingresos dependen de la buena voluntad de padres que saben que todo se sostiene con las cuotas sociales y cuotas de actividad. Pero, a medida que pasa el tiempo, la situación empeora. Cada uno comienza a discriminar los gastos más urgentes y deja para más adelante los que no lo son tanto. Y ahí vuelven a perjudicarse los clubes”, puntualizó Leonardo Cordeiro, el presidente de Unión, otro de los impulsores de la iniciativa.
“Clubes como los nuestros, sin ingresos, están en serios problemas -advirtió Fernández-. Un club quiebra como una cancha de pádel, una pileta o un gimnasio”.
El coordinador quilmeño, además, hizo una proyección numérica interesante sobre uno de los perjuicios que sufrirán los clubes a causa del aislamiento social. “Peñarol y Quilmes hicimos encuestas a través de Google y nos dieron parecidas. Aproximadamente un 15% de chicos y chicas nos dicen que no vuelven. Dicho así, no parece significativo. Proyectado en cien chicos, sin embargo, perdés una categoría completa. Quilmes antes de la pandemia cobraba, aproximadamente, una cuota social de 500 pesos y una cuota de actividad de 1200. En cien chicos, entonces, dejaría de percibir cada mes 7.500 de cuota social y 19.000 de cuota de actividad. Multiplicalo por doce meses. Da más de quinientos mil pesos…”, razonó.
“El chico o chica que juega siempre está motivadísimo, ese no abandona. Pero el que recién empieza o el que hace actividad para complementar los estudios, ese se plantea seriamente continuar o no. Entiendo al padre que le dice a su hijo: ‘Quedate en casa ahora y en febrero hablamos'”, completó el experimentado entrenador quilmeño.
“Consideramos -intervino Arcidiácono- que es importantísimo que se apruebe rápidamente este protocolo por la salud mental, física y psicológica de nuestros deportistas. En muchos clubes los padres nos piden a los responsables de actividades que hagamos algo porque comienzan a advertir dificultades en sus casas con los hijos. Y los clubes necesitan una reapertura de sus actividades para sostener sus estructuras de sueldos de profesores, personal de maestranza y trabajadores en general. Estamos en una situación crítica después de tanto tiempo con las instituciones deportivas cerradas”.
“Vamos a ver qué ocurre cuando se reanuden las actividades y todos tengamos que cumplir con las obligaciones que quedaron pendientes. Lo que debemos tratar -lo sabemos desde el principio- es que los chicos vuelvan al club y que, en el momento del regreso, seamos más o menos los que éramos cuando empezó la pandemia. Ese es nuestro gran desafío”, finalizó Cordeiro.
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