La dinámica geopolítica de la actual Guerra Fría versión 2.0
Donald Trump.
Por Raquel Pozzi
La actual dinámica geo-política global se concentra en el enfrentamiento cuasi-visceral entre los Estados Unidos y la República Popular de China. La pandemia y las políticas adoptadas por las diferentes esferas gubernamentales para enfrentarla detuvieron por un breve lapso la escalada de tensión entre las dos potencias. El imperante desorden internacional diseñado por aleatorios enfrentamientos comerciales, tecnológicos y geo-estratégicos de ambos estados re-aseguran a través de la utilización del Neuromarketing un nuevo status-quo por el dominio mundial.
Así funciona la propaganda de imágenes que conquistan el subconsciente de las personas cuyo fin es instalar la percepción única en las relaciones internacionales: la era de la hegemonía sino-norteamericana. El estímulo informático ofrece solución inmediata a las dudas cotidianas sobre la hegemonía dirigencial diseñando un tipo de arquitectura confortable donde la veracidad de los hechos se comprueba a través del caudaloso flujo informativo en los diferentes tipos de medios.
Dos líderes y dos banderas resuelven el problema existencial en el dilema de las relaciones internacionales de la aldea global. En “La Era del vacío” de Gilles Lipovetsky -sociólogo y filósofo francés- la conquista de lo emocional resulta eficaz, academizando las divulgaciones tales como “Véndele a la mente y no a la gente” de Jurgen Klaric.
Este apartado tiene la intención de encender las alarmas para buena parte del mundo académico que comparte sus magistrales análisis y reflexiones en un circuito cerrado donde los tecnicismos en sus retóricas discursivas tienen la intención de lograr el consentimiento de sus pares como juramento hipocrático. Es la hora de las relaciones internacionales y es el momento de develar o por lo menos proponer ejes concretos de análisis y reflexión para dilucidar cuáles son las claves geopolíticas en las relaciones internacionales en la denominada Guerra Fría versión 2.0.
-El tablero internacional
La ley de Seguridad Nacional que China implementó contra Hong Kong ampliando las facultades de Beijing para anular cualquier atisbo de oposición y contra las manifestaciones anti-gubernamentales continentales de los hongkoneses, se sancionó entre las sombras, cuando la pandemia obligaba al imaginario colectivo cerrar sus circuitos cognitivos en torno al virus.
La respuesta del presidente Trump no se hizo esperar efectivizando el fin al trato preferencial económico a Hong Kong, status que contribuyó a que la antigua colonia británica se convirtiera en centro financiero global. El acoso a las libertades políticas de China contra Hong Kong tuvo una respuesta de sesgo economicista del presidente D. Trump ante la evidencia que en este Nuevo desorden global las estructuras estatales han perdido la capacidad de mediar a través de los Organismos internacionales aun cuando se trate de dos estados integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU, doblemente gravoso.
En Beijing no pierden el tiempo, la guerra fría no es sólo cuestión de soberanías terrestres o marítimas, el planteo es claro, en el contexto de la inteligencia artificial dónde existen vacíos legales, quien logre dominar esta esfera será el artífice del nuevo imperio.
Un tercer actor con pretensiones de romper la bilateralidad global es la Federación rusa, estado que se lanza a la carrera espacial con aviones supersónicos pesando sobre Moscú acusaciones desde Washington por el uso de arma anti-satélites y el envío de comandos espaciales para entrar en la guerra entre EEUU y China.
Mientras la guerra fría 2.0 pone el foco en estos dos estados y Rusia, en Europa el fastuoso Acuerdo de la reconstrucción europea ha dejado sin aliento a los que miraron los números finales: 1,82 billones de euros que se repartirán entre el Fondo para la reconstrucción pos-COVID/19 de 750 mil millones de euros entre transferencia y préstamos y el Marco financiero pluri-anual 2021-2027.
El “mega -proyecto europeo de la década” propone una batalla no sólo por la recuperación económica sino también por el fortalecimiento de ciertos liderazgos políticos alicaídos por las malas decisiones para enfrentar la pandemia. En la mesa del Consejo Europeo los países ordenados y prudentes denominados “Los Frugales”-Países bajos; Suecia; Austria; Dinamarca y Finlandia- propusieron la ruptura de la idea de mutualización de la deuda y especificaron en la letra chica clausulas importantes contra los estados que ya estaban endeudados antes de la pandemia y cuyas administraciones son discutibles como es el caso de Grecia e Italia.
El acuerdo no sólo era una cuestión de proponer una salida económica a los países que conforman la Unión sino también una forma demostrar a una sociedad frustrada y enfurecida con sus mandatarios, la voluntad política de dar crédito a los reclamos, sin embargo la Unión Europea pende exclusivamente de la diplomacia de Angela Merkel quien intenta salvaguardar al presidente francés E. Macron, quien se constituyó en un discípulo disciplinado y el cual no se despega de ninguna de las decisiones de la mandataria alemana.
El desacoplamiento del Reino Unido de Gran Bretaña de la Unión Europea, liberó a D. Trump de lidiar con los líderes europeos en el marco de un proceso de campaña electoral que ha sido capitalizado por los demócratas y los detractores de Trump dentro del arco republicano. No obstante la OTAN sigue siendo una pieza clave en el engranaje de la geo-política regional. El enfrentamiento militar en el Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán preocupo a la comunidad internacional quienes miraron por el rabillo del ojo a la República de Turquía, sin embargo en este caso específico Ankara estaba inmerso en otro conflicto por el gas en el Mar Egeo.
El acercamiento a las islas griegas de Kastelórizo para explorar gas derivó en el riesgo a una escalada militar entre Turquía y Grecia. Estados Unidos actualmente más cercano a R. Erdogan, mantuvo una posición neutral y de buenas relaciones con Turquía, favorable a sus propios intereses tanto en el Mar Mediterráneo como en otros estados con gran tensión militar como es el caso de Libia en el Norte de África.
No son los mejores tiempos para D. Trump en cuestiones de política interna con ciudades sublevadas y por la represión ejercida desde la esfera policial, los encuestadores castigan con dos dígitos de diferencia contra el rival demócrata Joe Biden, la pandemia ha desordenado la economía norteamericana y todo parece indicar que el líder republicano tiene que resistir hasta el 3 de Noviembre del presente año.
Son tiempos de máxima prudencia en la lectura de los patrones de conducta no sólo de los líderes que se enfrentan por la hegemonía mundial abandonando la diplomacia con el cierre de los consulados chino en Houston y estadounidense en Chengdu, sino también en el descifrado de las necesidades de sociedades agobiadas por lobbies electorales divorciados de la realidad y de la idiosincrasia de los pueblos.
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