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Cultura 18 de julio de 2020

Mafalda, 50 años en España gracias a Esther Tusquets

por Pilar Martín

MADRID, España.- A la fundadora de la editorial Lumen, Esther Tusquets, debemos que este año se celebren los 50 años de la llegada a España de la mejor creación de Quino, Mafalda. Y la publicó en su sello fruto del rechazo de otro gran editor, Carlos Barral, quien consideró que esta niña contestaría no encajaba en su línea editorial.

Así lo recuerda a EFE Lola Martínez de Albornoz, la editora de Lumen, que acaba de lanzar “El amor según Mafalda“, un tratado sobre el más amplio sentido de este sentimiento que tan bien describe, analiza y expresa esta pequeña de populosa melena con un lazo rojo que parece dulcificar la ironía, sarcasmo y sabiduría que rellena cada bocadillo que sale de su boca.

“Esther Tusquets ya conocía a Mafalda porque Miguel Visor se la había ensañado, y tuvo un golpe de suerte con ella. En la Feria de Fráncfort, Visor se la enseñó a Carlos Barral y éste dijo que no encajaban en su línea editorial, pero su mujer le preguntó por qué no se las ofrecía a Esther para Lumen”, cuenta.

“Esther se tiró en banda a publicarla y en 1970 empezó haciendo una tirada pequeña inmediatamente, aunque nunca pensó que llegaría a ser un éxito comercial”, indica Martínez de Albornoz sobre el origen en España de Mafalda.

Una popularidad que, según cuenta también Tusquets en sus memorias, fue para la editorial Lumen uno de sus dos “pilares” junto a la publicación en nuestro país de Umberto Eco, quien casualidades de la vida fue el editor que llevó a Mafalda a Italia, donde la conocen como “la contestataria”.

Cuando se publicaron por primera vez en nuestro país -hacía siete años que se publicaban en Argentina- las historias de Quino llegaron en “tiras chiquitas” a las que la censura puso una banda lateral que ponía “solo para lectores adultos” por considerar que esta niña era “demasiado transgresora”.

Pero estos 50 años no es la única efeméride que celebran los seguidores de Mafalda, sino también que el maestro argentino (Mendoza, 1932) cumplió 88. Una cifra que nos hace recordar que aún sigue vivo el que dio vida a este personaje que, según calificó él mismo a EFE en su última visita a España hace 6 años, Mafalda era como un “mueble” que le salió “bien lindo”.

Un armario, aparador o mesita de noche perfecta que, pese a que dejó de dibujarla hace 47 años, no pierde su vigencia, su frescura y su golpe certero. “Mafalda es eterna, la puedes revisar constantemente porque sigue de actualidad”, destaca la editora de Lumen, que desde hace alrededor de dos años ha vuelto a recuperar las tiras de Mafalda y su pandilla de amigos.

“Mafalda es como Borges -reflexiona-. Todo está en Borges y en Mafalda. Y por eso sacamos estos volúmenes (…) Es como nuestro Quijote, personajes que han fagocitado a sus autores y han salido de los libros, es como una Greta Thunberg”.

Tanto es así que hasta el mismo Cortazar tenía claro que lo importante no era lo que él pensara sobre Mafalda, sino lo que Mafalda pensara de él.

Porque esta “nena”, como la llama Quino, no solo fue un granito de arena contra la dictadura argentina, sino que, según explicó el dibujante argentino a EFE, en ella puso “mucho” de su vida personal y de su visión de la actualidad para que tuviera siempre ese halo de actualidad que la ha transportado a nuestros días.

“He copiado las escenas de cuando comía en mi casa, y eso a la gente le gustó, porque pocos dibujantes lo han hecho. Charly Brown me gusta mucho, pero me parece un horror que no haya adultos”, expresó al tiempo que confesó que “nunca pensó” que Mafalda se iba a convertir en la voz de muchas personas.

EFE. 




— El amor según Mafalda

¿Qué es el amor? Quien conozca a Mafalda sabrá que Quino jamás pondría en su boca las tramas de princesas o las obsesiones por el amorío que a menudo asociamos a la imaginación de una niña. El amor según Mafalda habla mucho más de amistad, compasión, empatía y solidaridad, de amor al prójimo, amor propio y amor a las pequeñas cosas de la vida. El amor es Mafalda interesándose por la paz, el progreso, la humanidad y el conocimiento, o preguntando cómo puede ponerse una tirita en el alma después de haber visto a unos niños huérfanos en la calle. Es Felipe refugiándose en las historietas, o fingiendo que con el disfraz del Llanero Solitario podrá resolver todos sus miedos e inseguridades. Es Manolito cuando acaricia la hucha en la que se esconden sus monedas, pero también sus sueños de futuro. Es Susanita deseando -además de un marido médico y un futuro con «¡hijitos!»- ser buena persona, aunque sepa que la educaron en el individualismo. Es Miguelito filosofando sobre la patria, su propia idiosincrasia y el sentido de la vida. Es Guille proclamando que su mamá es la mujer más fuerte del mundo. Y es, también, Libertad haciendo ver a los adultos que hasta la niña más chiquita del mundo es capaz de plantarle cara a las injusticias más grandes.

Adivinar qué es el amor, la solidaridad, la ternura y la amistad a través de una pequeña filósofa como lo es Mafalda se ha convertido casi en un acto de urgencia.



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