Brasil, rumbo a la década perdida
Las proyecciones estiman una caída del PIB de entre 6,5 y el 9,1 por ciento en 2020. Concluiría el periodo 2011-2020 con una contracción media anual de entre el 0,1 % y el 0,3. De ser así, tendrá su segunda década "perdida" en los últimos 40 años.
Brasil perdió 1,1 millones de empleos formales en el acumulado hasta mayo. Foto: EFE | Antonio Lacerda.
por Alba Santandreu
Brasil, el gigante del brillante futuro que nunca acaba de llegar, cerrará en 2020 la peor década en más de un siglo tras pasar siete años atrapado en un laberinto de crisis políticas y económicas actualmente agravadas por la pandemia.
Las proyecciones más optimistas prevén una caída del 6,5 % del Producto Interior Bruto (PIB) en 2020, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el desplome puede llegar hasta el 9,1 % como consecuencia de la crisis de la COVID-19.
Si los malos pronósticos se cumplen, la novena economía mundial concluirá el periodo 2011-2020 con una contracción media anual de entre el 0,1 % y el 0,3 %, según los últimos cálculos del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getúlio Vargas (Ibre/FGV).
De ser así, el gigante sudamericano tendrá su segunda década “perdida” en los últimos 40 años, tras la de 1981-1990, a pesar de contar con unas ingentes reservas de hidrocarburos y de disponer de uno de los sectores agropecuarios más pujantes del planeta.
Entonces, el país registró el menor crecimiento de la serie histórica (1,6 %) debido a la hiperinflación y a una serie de crisis externas en medio de turbulencias políticas internas -en 1985 se hizo la transición a la democracia después de 21 años de dictadura militar-.
“Aunque no hubiera llegado la crisis del coronavirus, las proyecciones de febrero apuntaban que el PIB crecería un 2 % este año. Aun así, se trataría de una década perdida, la peor de los últimos 120 años”, explicó a EFE Marcel Balassiano, autor del estudio de la FGV.
El despegue frustrado de un gigante
A comienzos de la década, Brasil, gobernado entonces por el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, todavía aspiraba a convertirse en una potencia mundial.
Al igual que otros mercados emergentes, el país prácticamente no sintió la crisis mundial de 2008, y tras una tímida contracción en 2009, su economía avanzó un 7,5 % en 2010 gracias al “boom” de las materias primas.
Entre 2011 y 2013 el crecimiento fue más moderado, con una tasa media real del 3 % anual, pero en 2014, durante el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff -también de izquierdas-, la economía comenzó dar fuertes señales de debilidad.
El naufragio económico llegó en 2015 y 2016, cuando el PIB se derrumbó un 7 % en el acumulado, mientras que en los tres años siguientes la recuperación fue lenta y gradual, con un crecimiento de alrededor del 1 % anual.
El mercado depositó entonces sus esperanzas en la agenda liberal del Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, pero la pandemia truncó los planes del ministro de Economía Paulo Guedes, un discípulo de la escuela de Chicago, paradigma del liberalismo económico favorable a la reducción del papel del Estado.
Las expectativas de crecimiento de más de 2 % para este año se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos.
“Desde hace siete años la economía solo camina hacia atrás y los factores internos han sido los principales responsables por esa década perdida”, agregó Balassiano.
El mundo, por su parte, crecerá entre 2011 y 2020 una media anual de cerca del 3 % gracias a las economías emergentes, lideradas por China, pese a la recesión esperada este año por la crisis del coronavirus.
Según los cálculos del estudio, América Latina y el Caribe, por su parte, cerrará 2020 con una tasa media real de crecimiento del 0,4 % en el periodo.
“El débil desempeño de Latinoamérica está vinculado al mal desempeño de Brasil”, cuyo peso en la economía de la región ha sido del 34,5 % en la década, recalcó el economista.
Siete años de incertidumbre
Desde 2014, cuando estalló la trama de corrupción de la Lava Jato, la crisis y la convulsión institucional han marcado la trayectoria de Brasil, un país que desde entonces permanece sin un escenario definido en el horizonte político y económico.
A los numerosos escándalos de corrupción que condujeron a la cárcel a algunos los empresarios y políticos más importantes de Brasil, como Lula da Silva, se sumó la destitución de Rousseff en 2016 y una turbulenta campaña electoral que culminó con la elección en 2018 del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente.
Las dudas sobre el rumbo del país se intensificaron este año, con diversas crisis que han tenido a Bolsonaro como protagonista, y llegaron a niveles nunca vistos con el coronavirus.
De acuerdo un ránking elaborado por la economista Anna Carolina Lemos Gouveia en base a los datos del Economic Policy Uncertainty Project, Brasil fue en abril el país con mayor incertidumbre entre un total de 20 economías analizadas.
Aunque en 2019 se aprobaron reformas como la de las pensiones -que prevé un ahorro de 200.000 millones de dólares en las arcas públicas durante la próxima década-, las turbulencias en el mercado afloraron en 2020 y han acelerado la fuga de capitales del gigante latinoamericano.
Según los últimos datos del Banco Central, la inversión extranjera directa cayó casi un 35 % en el acumulado en los cinco meses de 2020, respecto al mismo periodo de 2019.
EFE
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