La política de la unión y la de la disgregación
Martín Guzmán, ministro de Economía.
Por Jorge Raventos
El último viernes, el gobierno debía afrontar el vencimiento de 500 millones de dólares y monedas ante los bonistas extranjeros.. No hubo pago. Sin embargo, el default de la deuda, que muchos critican por adelantado y algunos desean abierta o discretamente, no se desencadenó, no se perfeccionará en el ámbito jurídico. Los acreedores no accionarán. Están negociando, finalmente.
Una semana atrás señalábamos en esta columna que,con la presentación de tres contrapropuestas por parte de otros tantos agrupamientos de acreedores,éstos había decidido dejar atrás una posición de intransigencia y se había puesto en marcha lo que el ministro de Economía Martín Guzmán llamó un “diálogo constructivo en pos de alcanzar un acuerdo sostenible en el proceso de la reestructuración de la deuda”. Decíamos entonces que “no es imposible que ese diálogo constructivo se extienda más allá del vencimiento del viernes 22. ¿Pagará ese día el gobierno los 503 millones de dólares para impedir el default? .El ministro aspira a incluir esa cifra en la renegociación”.
El adelanto se confirmó. Lo que no se puso en práctica fue el procedimiento de standstill que estaba dentro de las previsiones, pero no fue preciso: durante la última semana las conversaciones avanzaron sustancialmente. El ministro de Economía, en una teleconferencia con la AmCham (Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina), opinó el lunes 18 que el 22 de mayo era “una fecha anecdótica” y deslizó que había “una gran chance de que el deadline” fuera extendido ya que -dijo- “estamos en medio de una negociación”. Desde Washington, el FMI dió su bendición a esas tratativas: el vocero oficial del Fondo, Gerry Rice, aseguró que la institución está “alentada por la voluntad de ambas partes de seguir intercambiando posiciones para llegar a un acuerdo”.
Deuda: se aprobó un examen parcial
El primer acuerdo fue que el gobierno argentino anunciaría públicamente y formalizará la extensión de las negociaciones y que los acreedores no denunciarían el impago ante los tribunales de Nueva York.
Acreditada la buena fe, las tratativas proseguirán. El ministro de Economía espera que se cierre un acuerdo en junio, pero primero es preciso que los tres grupos de acreedores coincidan en una contraoferta única. Tanto los acreedores como el gobierno quieren encontrar una solución rápida. Si no es en junio, será en julio.
Aunque los bonistas no denuncian judicialmente al país, las calificadoras de riesgo constatarán que el país sigue en la situación de default que se inició con el “reperfilamiento” de la deuda del gobierno anterior, probablemente bajen otro nivel la categoría crediticia de Argentina y señalen que ha incurrido en un “default restringido” (suavizado por la continuidad del diálogo con los bonistas).
Esa calificación servirá a los críticos internos del gobierno, que muchas veces parecen más duros que los voceros directos de los fondos, pero en términos prácticos no tiene incidencia. Los mercados ofrecen su propia calificación, y han reaccionado con alzas de los bonos argentinos y caída del riesgo país: ven venir un acuerdo sobre la deuda y una plausible mejora de la situación. El perfil crediticio del país hace tiempo que está derrumbado y, en rigor, una nueva realidad emergerá de la resolución final de las negociaciones y de la política económica que se defina una vez cerrado ese capítulo y el de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.
La otra materia
En la materia deuda externa el gobierno ha superado esta semana un examen parcial de mucha importancia. Para desilusión de quienes esperaban un bochazo.
¿Y qué está pasando con la asignatura pandemia? El gobierno nacional enfrenta la amenaza del Covid 19 con una estrategia que se asienta en el asesoramiento permanente de los especialistas en sanidad y la coordinación y cooperación con los gobiernos locales (provincias y municipios). Por ahora esa estrategia ha conseguido un primer objetivo, que es achatar la curva de contagios. Pero le falta atravesar la prueba mayor, que es cruzar el pico de la epidemia, principalmente en el ámbito metropolitano.
En la medida en que hasta el momento las autoridades están ganando la batalla y cosechando ecos muy favorables en la opinión pública, sus adversarios políticos (y los del frente económico) se inquietan y sospechan que ese respaldo de opinión se transformará en una ventaja muy difícil de neutralizar. Suceden entonces operaciones políticas tendientes a frenar esa temida preeminencia o a obstruir las alianzas que la permiten.
Un ejemplo: el señalamiento de que los barrios de emergencia y los geriátricos porteños se han convertido en foco principal de la pandemia en la región metropolitana -un dato objetivo al que aludió el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires- es exhibido como un designio oficialista de atacar al distrito conducido por Horacio Rodríguez Larreta (un gobernante de indudable raigambre Pro que coordina sin problema alguno con los gobiernos de la Nación y de la provincia). Las miradas naturalmente diferentes de los actores de la heterogénea zona metropolitana son descriptas como ofensivas o contraofensivas bélicas..aunque sean sencillamente el preámbulo de los acuerdos.
Como un espejo que adelanta, un clásico de Daniel Defoe – Diario del año de la peste-, refleja una situación análoga; su protagonista narra la situación de epidemia en el Londres de 1665: “Se murmuraba que el gobierno estaba por expedir la orden de instalar barreras y vallas en la ruta para evitar que la gente viajara, y que las ciudades ubicadas sobre la ruta no tolerarían el paso de los londinenses por miedo a que llevaran la infección con ellos. Pero estos rumores carecían de fundamentos…”
Las tensiones objetivas entre jurisdicciones están en la lógica de estas situaciones de emergencia. Describirlas como campañas de unos contra otros (o convertirlas en eso) es un veneno que infecta las relaciones y conspira contra el objetivo sanitario. “Me tratan de hacer pelear con Horacio Rodríguez Larreta todos los días”, apuntó esta semana Kicillof, develando la maniobra.
Dividir para disgregar
Otro caso: el señalamiento de las supuestas simpatías nazis de Ramón Carrillo, quien, además de ser ministro de Salud de los primeros gobiernos de Juan Perón, es considerado un prócer de la medicina y el sanitarismo argentino por los más amplios sectores de esa profesión.
Que esa acusación haya adquirido resonancia (y aquiescencia) en ciertos medios es más significativo cuando se advierte que dice reaccionar frente a una versión que ha sido suficientemente desmentida: que el Banco Central lanzaría un billete de 5.000 pesos y que la imagen de Carrillo, junto a la de Cecilia Grierson, lo ilustraría. De las numerosas respuestas a la denuncia sobre Carrillo, vale subrayar la del historiador israelí Raanan Rein, vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, y miembro de la Academia Argentina de la Historia.
“¿De dónde surgió esta acusación contra Carrillo como admirador del Führer? – se pregunta Rein- Ante todo, por la misma lógica que hace que si Perón estaba en Italia en tiempos de Mussolini, entonces necesariamente se convirtió en fascista. Entonces, si Carrillo visitó Alemania en los años treinta ¿no significaría necesariamente que se convirtió en nazi? La respuesta simple es no, tanto en lo que concierne a Perón como en lo referente a Carrillo. Por su brillante carrera académica, la UBA otorgó a Carrillo una beca de dos años para perfeccionar sus conocimientos en neurocirugía en Europa. Recorrió instituciones médicas en Ámsterdam, París y Berlín. Es probable que en Alemania haya presenciado un mitin con Hitler, como cuenta en sus trabajos la historiadora Karina Ramacciotti. En 1933 Carrillo ya estaba de regreso en Buenos Aires. En su viaje, logró escuchar la oratoria de un dirigente alemán en sus inicios políticos. En aquel momento la mayoría de la gente no podía imaginar cómo iba a evolucionar la política del nacionalsocialismo a lo largo de los años 30, ni hablar de la Guerra Mundial, sus consecuencias catastróficas ni la hecatombe del pueblo judío. En 1935 Winston Churchill todavía pudo escribir: “Es en este misterio del futuro que la Historia declarará a Hitler como un monstruo o como un héroe”. ¿Eso significaría que tenemos que considerarlo a Churchill como tolerante hacia Hitler y el nazismo?”
El texto de Rein alude a la matriz antiperonista del ataque contra Carrillo. El hecho de que Claudio Avruj, secretario de estado en el gobierno de Mauricio Macri, fuera uno de los primeros en endosar la acusación contra el gran sanitarista ayudó a interpretarla como un misil de ese origen, como parte de la pelea actual que sectores políticos y empresariales libran contra el gobierno y contra el sistema de alianzas que asegura su eficacia en la neutralización de la pandemia.
La tentativa de erosionar los vínculos entre el gobierno y líderes opositores cooperativos como Rodríguez Larreta, la reaparición de los gastados clichés del antiperonismo cerril, la intención de insertar cuñas entre corrientes ampliamente representativas y la colectividad judía, las campañas dirigidas contra la cuarentena que procuran azuzar la irritación de sectores medios objetivamente afectados por la medida, son capítulos de un bombardeo no tan sutil al paulatino movimiento hacia el centro que se observa en las dos coaliciones electorales y que tiende a la reconstrucción del sistema político ; y revelan la intención de opacar los logros que, paso a paso, alcanzan los actores de esa convergencia.