El fiscal Leandro Arévalo analiza por estas horas la declaración de Jorge Esquiave, para determinar si actuó en legítima defensa o se excedió en su accionar.

Como se explicó en la nota de LA CAPITAL que reconstruyó el caso, los investigadores tienen probado que existió un enfrentamiento previo y también confirmaron que el imputado es un trabajador que no tiene antecedentes penales, mientras que la víctima y su hijo sí. Además, según fuentes consultadas por este medio, éstos últimos han padecido la adicción al alcohol y los estupefacientes lo que provocó distintos incidentes con la policía en el pasado, algo que también remarcó Esquiave en su declaración.

Sin embargo, el detenido –que por el momento sigue alojado en la Alcaidía Penitenciaria Nº 44 de Batán– está imputado por el delito de “homicidio agravado por alevosía y por el empleo de arma de fuego y lesiones graves”. Es decir, la Justicia considera hasta ahora que su reacción fue desmedida, lo que podría cambiar en los próximos días con la reunión de más declaraciones testimoniales y los resultados de los informes periciales.

En cuanto al revólver utilizado por Esquiave, que no tenía permiso de tenencia ni portación de armas, el propio acusado explicó que se lo había dado un amigo para defenderse de sus vecinos tiempo atrás, pero que ese hombre murió y cuando él quiso devolvérselo a su viuda, la mujer le dijo que se lo quedara y que desde entonces lo guardaba en su casa, escondiéndolo de sus nietas.

“No sé qué me pasó, me desmadré. Yo no soy agresivo, no peleaba con nadie. En la calle ni ando”, dijo Esquiave ante en la sede de la fiscalía. Y concluyó: “Yo estaba acobardado, soy grande. Estaba drogado todo el día y molestaba. Y yo quería evitar que molestara a mis hijos. Me puse como loco cuando no vi bajar del auto a mis nietas”.