Inmerso en “una historia de amor y locura”, tal como el propio protagonista la definió, José “Pepe” Monje regresa a la sala Nachman del Auditorium con el unipersonal “Patova”, de Alfredo Megna.
Así, Monje encarna un potente personaje que narra desde el humor y el drama, una historia de marginalidad y violencia.
Sin embargo, en diálogo con LA CAPITAL el actor comentó que “el personaje que compongo no es naturalmente violento, pero sí se encuentra en un lugar que, por el contexto, se pueden generar situaciones de violencia y en las que necesariamente tiene que responder porque es su trabajo”.
“Considero que la violencia y la tranquilidad están en todos los personajes, el gran secreto en el teatro como en la vida es poder controlarlos”, agregó.
La obra, dirigida por Eduardo Lamoglia, cuenta la historia de un patovica de bailanta, marginal, humilde, y por momentos querible que irá reflejando además, con su lucha y con su cuerpo una particular historia, llena de amores y odios, con un desenlace impactante y sorpresivo.
En ese sentido, el actor contextualizó su labor: “La obra habla sobre una locura y una historia de amor”.
Elogiado por crítica especializada, el trabajo de Pepe Monje implica un enorme despliegue y un verdadero desafío actoral.
“Creo que todos los personajes son límites, en su forma y características, esa es la riqueza para poder encararlos e interpretarlos, sino carecen de potencial”, agregó.
Notablemente consustanciado con su “Patova”, señaló que “cuando decidimos elegir un personaje, siempre tratamos de defenderlos sin importar las circunstancias en la que se encuentren, a lo mejor como algunos abogados que tienen que defender causas que confronten su propia opinión personal. Tampoco creo que sea un personaje que se rechace, los personajes no se rechazan, uno se puede sentir identificado o no”.
Mientras paraba su presentación en Mar del Plata, Pepe Monje también se refirió a las repercusiones que viene teniendo esta obra. “La devolución más destacada que uno tiene con el espectador es el aplauso”, dijo.
“Tanto los aplausos como las críticas de los medios siempre fueron muy positivos. Como no hay un planteo ni un debate luego de las funciones, el espectador sigue haciendo su evaluación mucho más allá de la finalización de la obra”, concluyó.