El diputado provincial por Cambiemos, el marplatense Maximiliano Abad, se refirió a la polémica interna en la Unión Cívica Radical y en este sentido dijo que “nada debe distraer” a la gobernadora María Eugenia Vidal “con temas menores mientras lidia contra la pobreza, el narcotráfico y las mafias. Vidal sabe que cuenta con nosotros y nosotros contamos con Vidal; somos parte de un mismo proyecto, pero con nuestra identidad”, alegó. Y en este contexto, Abad añadió que “no estamos dispuestos a perder autonomía, pero tampoco permitiremos que las ambiciones individuales afecten el cambio político que tanto nos ha costado conseguir”
-¿Qué balance hace a siete meses del inicio del Gobierno de Cambiemos?
-Sostengo que la provincia tiene, después de varias décadas, un gobierno que reúne tres valores esenciales: decencia, progresismo y modernidad. Teníamos una provincia copada por las mafias, encerrada en esquemas políticos e institucionales arcaicos y sin visión de mediano y largo plazo. Sin dudas el camino es largo y difícil, pero en siete meses se ven cambios concretos. El matrimonio entre Provincia de Buenos Aires y narcotráfico está disuelto, hay una reforma política en marcha y el plan de obras públicas más ambicioso en mucho tiempo. Falta mucho, pero estamos en el camino correcto.
-La relación al interior de Cambiemos generó diferentes opiniones e incluso cruces entre Alfonsín y Salvador, ¿Qué reflexión le merece?
-Cambiemos es una coalición que debutó gobernando. Sin dudas hay tensiones y miradas disímiles, pero lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos diferencia. El objetivo de transformar la provincia es más potente que cualquier individualidad. Creo que Cambiemos se va a ir consolidando si en lugar de poner la mirada en las internas, se sigue haciendo foco en los bonaerenses; y si en lugar de hacer internismo mediático, se aprende a administrar tensiones de manera inteligente e institucionalizada. No podemos fallar en esto, ni cometer torpezas que nos alejen del objetivo de sacar a flote a la Provincia. Cambiemos necesita seguir fortaleciendo el foro de intendentes, poner en marcha un foro de concejales con agenda de gestión y mesas sectoriales que atiendan temas específicos, por ejemplo, de juventud. Por ahí pasa la institucionalización, cuanto más fuertes son las instituciones colectivas, menor impacto tienen los errores individuales. El radicalismo debe ser protagonista de Cambiemos, y Cambiemos debe ser el agente transformador de una provincia que vivió dos décadas de decadencia; lo que se salga de este esquema es inconveniente para el radicalismo, para Cambiemos y sobre todo, para los bonaerenses.
-¿El radicalismo está molesto con Vidal por la poca participación en el Gobierno?
-Nada debe distraer a Vidal con temas menores mientras lidia contra la pobreza, el narcotráfico y las mafias. Vidal sabe que cuenta con nosotros y nosotros contamos con Vidal; somos parte de un mismo proyecto, pero con nuestra identidad. No estamos dispuestos a perder autonomía, pero tampoco permitiremos que las ambiciones individuales afecten el cambio político que tanto nos ha costado conseguir. El radicalismo es una doctrina, una cultura y una enorme cantidad de argentinos que adhieren a ella a través de un partido político; en términos culturales y políticos, el gobierno bonaerense expresa fielmente al radicalismo y no podemos permitir que fastidios individuales afecten a un proyecto colectivo. Debemos ocuparnos del rumbo del gobierno, de manera que siga representando el modelo de provincia que tenemos. Esto no se trata de cuántos lugares se ocupan, se trata de cómo se participa en espacios de decisión y qué medidas se toman. De todos modos, hay cientos de radicales en condiciones de ocupar espacios de gestión, tenemos mucho más para aportarle a la Provincia.
-¿Cómo ve el futuro inmediato del radicalismo en Cambiemos?
-Personalmente me preocupan tres cosas y en este orden: primero, el rumbo de una provincia que necesita progresar; segundo, el rol de nuestro partido que tiene mucho para aportar; tercero, el lugar desde el que individual y circunstancialmente uno pueda ayudar. Hay quienes invierten los roles: primero el protagonismo personal, después el lugar del partido y por último el destino de la provincia. Quienes entienden el escenario de este último modo, carecen de visión colectiva y vocación transformadora y lejos están de representar el radicalismo del siglo XXI. El radicalismo es protagonista de una provincia que a su vez es la locomotora del país; quedarnos en trivialidades sería un error garrafal cuando estamos llamados a protagonizar el mayor cambio político en los últimos treinta años. Hay que asumir protagonismo, ejercerlo y potenciarlo.