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Opinión 5 de abril de 2020

Covid-19 y las violencias por razones de género

Foto: EFE | EPA | CJ Gunther.

por Belén Berruti

Cuando pensamos en las formas de violencia por motivos de género, pensamos fundamentalmente en las formas cruentas y letales de la violencia sexual y la violencia doméstica, y está bien, porque es lo más urgente que se debe resolver, pero hay que seguir pensando también en todas esas otras modalidades de violencia y de desigualdades menos visibilizadas que siguen operando y que también se agravan con el aislamiento obligatorio, por ejemplo, la sobrecarga de cuidados que recae sobre las mujeres, incluso la elaboración de alimentos, la limpieza del hogar, el cuidado de otras personas. A esto se suma el control del cumplimiento de las recomendaciones en los integrantes de la familia, que son actividades que siguen recayendo más en las mujeres, por ejemplo, controlar que los niños se laven las manos, algo tan simple, pero que implica un tiempo y un estar alerta.

Escuché por ahí que “la cuarentena es trabajo no pago” y algo de eso hay. Por otra parte, en este contexto, vemos que se erigen toda una serie de mandatos de productividad, esto de “aprovechar el tiempo”, hacer ejercicio, leer lo que antes no podías leer por falta de tiempo, cuidar la alimentación, y toda una lista de sugerencias que son muy útiles, pero que pueden convertirse en mandatos que generan culpa al no poder cumplirse, porque no están dadas las condiciones para poder hacer lo que habitualmente hacíamos en nuestros hogares como si nada estuviera pasando, porque sí está pasando algo y es algo que nos da miedo, que genera incertidumbre y que es global e inédito, entonces es muy probable que ni siquiera las tareas habituales puedan cumplirse como lo hacíamos antes. Ante ello la importancia de la comunicación, de estar aislados pero juntos, de compartir esas experiencias resulta fundamental; quienes tenemos acceso a la tecnología estamos muy aventajadas, pero tampoco es para todos, muchas personas no tienen ese acceso o las habilidades necesarias, entonces aparece una forma de exclusión que ya existía, pero que se agrava también en este contexto.

(*): Integrante de la Facultad de Psicología y del Protocolo de Violencia de Género de la UNMdP.



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