Daniel Arroyo: “Queremos encarar un gran cambio en la política social”
El ministro de Desarrollo Social de la Nación aseguró querer implementar en el país el programa Bolsa de Familia, originado en Brasil. Con una situación social "agarrada con alfileres", puso especial atención en la nutrición de los más chicos: "Estamos yendo a una generación de chicos petizos y obesos", advirtió.
El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
El ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, tiene un objetivo y lo repite como un mantra: “No puede haber hambre en Argentina”.
Acostumbrado a pensar políticas públicas en un marco social de extrema vulnerabilidad (fue viceministro de Desarrollo Social post crisis 2001) y dueño de un perfil técnico respaldado en estudios académicos vinculados en ese sentido, Arroyo coincide con el presidente Alberto Fernández y asegura que “hay que empezar por los últimos”.
“Esa – insiste- es la única manera que vamos a reconstruir el país”. Y asegura: “La situación social está realmente agarrada con alfileres. Está complicada. Hay dos cosas que están fuera de la grieta en Argentina: el hambre y los chicos”.
LA CAPITAL entrevistó al ministro el martes de la semana pasada durante la entrega de tarjetas AlimentAr en el espacio Unzué. Aún no se había ordenado en el país las fuertes restricciones por el avance del coronavirus.
– Cada vez que puede, señala que la situación social está agarrada ‘con alfileres’. ¿En qué se basa?
– Acá hay tres problemas sociales graves. Uno es el costo de los alimentos. Gran parte del problema que hace que haya más gente en los comedores comunitarios y que a las familias no les alcance, es el costo de los alimentos. El segundo problema es el sobreendeudamiento a las familias. Las familias no están en 0, están en -10. Como la plata no alcanza, terminan endeudándose en la financiera de la esquina en un 200% de interés anual. La plata que entra en la casa es para tapar agujeros, por eso no termina de arrancar. Y el tercer problema es el trabajo, la changas, la actividad económica. El 40% es sector informal en Argentina.
– ¿Cuál es la situación nutricional de la niñez en el país?
– El gran problema hoy es que no solo hay problema de hambre, sino de mal nutrición. El dato más brutal de la Argentina es que viene bajando el consumo de leche durante cuatro años. Eso es imperdonable en este país. El otro dato es que estamos yendo a una generación de chicos petizos y obesos. Cuando uno hace el control de peso y talle da mal.
– ¿Qué panorama espera que reflejen los números del Indec de pobreza e indigencia del 2° semestre de 2019, que se publican en dos semanas?
– La pobreza a mitad del año pasado que marcó el Indec era del 35%. Luego de eso hubo una devaluación importante en agosto, por lo que debería haber aumentado la pobreza. Vamos a esperar los datos. Pero lo que yo veo es que hay problema de pobreza, de hambre, de indigencia y de sobreendeudamiento de las familias.
– ¿Cómo influye en el endeudamiento en las familias argentinas en el marco de la crisis?
– En Chile, a mi modo de ver, el problema central del conflicto surge por el sobreendeudamiento de las familias. El tema de que todo el mundo deba plata, en algún momento se transforma en un problema. Y esto es lo que está pasando y por eso parto de la base de que nosotros tenemos que hacer todo rápido, encarar políticas sociales rápidas en serio. Había diseñado todo para que salga en febrero la tarjeta, pero en febrero estábamos terminando prácticamente. La iniciamos en Concordia, que es la ciudad que tiene el índice de pobreza más alto de Argentina, y terminaremos en la Ciudad de Buenos Aires, que es la que tiene el menor. Hay un sentido de urgencia en la política social, y por eso hizo que arrancáramos tan rápido.
– ¿Y cómo se esquematiza el trabajo para abordar esta situación?
– Pienso en tres etapas la política social del Ministerio. La primera etapa consiste en el lanzamiento de la tarjeta alimentaria y en el lanzamiento de un crédito no bancario al 2%, 3% (de interés) anual, que es un gran sistema de crédito para máquinas y herramientas. Para el gasista, para el plomero, para el que hace changas y necesita máquinas para trabajar y desendeudarse. También, dentro de esta etapa, se busca realizar un cambio en los planes sociales para que el que tenga un plan social pueda, sin salirse de él, tomar un trabajo. Así ese debate de si las personas quieren trabajar o no se termina porque la persona está directamente trabajando. Eso es parar la caída, en una primera etapa.
– Hasta ahora lo urgente, ¿y lo estructural?
– En la segunda etapa. Ahí nosotros queremos encarar un gran cambio en la política social. A mí me gusta mucho el modelo de bolsa familia de Brasil, que es un modelo en el que se interactúa con la familia en su conjunto. Nosotros acá tenemos programas para chicos, para jóvenes, para adultos mayores, pero el modelo bolsa familia de Brasil, que es el que yo quisiera rearmar en la Argentina, es con el operador de calle, que serían nuestros trabajadores sociales que identificarían la situación familiar en su conjunto.
– ¿Y la tercera etapa?
– Fortalecer las cadenas productivas y el desarrollo local. A mi Ministerio lo veo como a las inferiores de un club. Alguien que se desarrolla en una actividad productiva pasa, recién ahí, al Ministerio de Producción. Alguien que está en un jardín comunitario pasa al Ministerio de Educación. Alguien que encara una serie de actividades en lo laboral pasa al Ministerio de Trabajo. Esa es la base. Hoy estamos muy tomados por la emergencia, y la tarjeta alimentaria es lo primero de lo primero, porque lo principal es que todos coman. Pero hay todo un escalón para encarar actividades y una serie de políticas que apunten a lo estructural. Argentina necesita políticas de transformación estructural.
– Señaló que uno de los problemas más importante es el costo de los alimentos. ¿Qué se le exige a los privados?
– Nosotros le pedimos a los privados que bajen los precios. En leche, carne, frutas, verduras. Que bajen los precios, que nos ayuden. En el mercado, en el Unzué se podían ver los buenos precios que tenía la gente de agricultura familiar. Muchos supermercados hacen descuentos importantes y eso está bien. No puede haber hambre en el país, y nosotros estamos inyectando 7.500 millones todos los terceros viernes de cada mes en toda la Argentina. Ese es dinero que no estaba y que ahora se va a volcar al consumo.
– ¿Qué margen de acción tiene el Ministerio en el marco de un gobierno cuyo esfuerzo también está en negociar la deuda y cumplir metas fiscales?
– El presidente de Alberto Fernández marcó claramente la prioridad Argentina contra el hambre. Yo creo que la diferencia entre palabra y hecho es el presupuesto, y el presidente volcó el 70 mil millones de pesos en el año acá. Eso marca claramente que hay una prioridad en el Ministerio de Desarrollo Social con el objetivo de resolver el problema del hambre. Es muy evidente eso y se ve con tan solo observar el presupuesto, que en un contexto de restricción fiscal tan difícil. Comparto que la idea esta de que ‘hay que empezar por los últimos’. Empezar por ellos es la única manera de empezar a reconstruir la Argentina.