“Jugar es un signo de salud”
Llegan las vacaciones de invierno y los chicos que van a guarderías y al jardín maternal están más en sus casas. ¿Cómo entretenerlos?. Consejo de María Catarineu, cofundadora de Consulta Pediátrica Integral.
Jugar es una de las actividades más importantes de los niños y es clave para su desarrollo mental. Así lo asegura María Catarineu, psicopedagoga, creadora de Rayuela, tiempo de juego -espacio de prevención y promoción de la salud del niño- y cofundadora de la Consulta Pediátrica Integral en el país, que propone una atención en conjunto desde una mirada clínica y de estimulación del desarrollo del bebé dentro de la consulta pediátrica, en Consultorios Lirios del Talar.
“Jugar es construir un espacio de encuentro entre la mamá y el bebé, que fortalece su vínculo. También es un momento de descanso, libre de exigencias, que activa el desarrollo mental del niño”, explica Catarineu y agrega que ese despliegue incluye todas las áreas de desarrollo: cognitiva, comunicacional, social y motriz.
EnfaBebé 3 acerca algunas sugerencias de Catarineu para disfrutar de cada etapa del desarrollo con los juegos que más estimulan a los niños.
– De 3 a 4 meses. A esta edad cuando se le presenta un objeto al bebé es importante no moverlo ni sacudirlo sino mantenerlo quieto para que pueda fijar su mirada en él y luego moverlo suavemente hacia ambos lados para poder seguirlo con su mirada. Los elementos blandos son ideales porque, al tacto, se adaptan a la presión que puede ejercer el bebé. El cuerpo de la mamá y la superficie del piso sobre una manta, son los espacios de juego a esta edad. Por ejemplo, puede tener al bebé boca abajo sobre su pierna y mantener un juguete a la vista.
– De 6 a 8 meses. A esta edad es el bebé quien expresa deseo de tomar objetos ya que surge la intencionalidad. Estos pueden ser frutas y verduras, ya que estimulan varios sentidos simultáneamente. Si la fruta se le escapa de las manos, al tratar de alcanzarla, el bebé desplegará su motricidad y, si no puede hacerlo, inicia un intento de comunicación al llamar al objeto. En esta etapa se dan también los juegos de distanciamiento, por ejemplo el de las escondidas. Cuando la mamá saca al bebé del baño lo puede tapar con una toalla, lo que genera en el bebé el deseo de exploración para buscarla y, con esto, el despliegue de sus funciones cognitivas.
– De 9 a 12 meses. A esta edad el bebé diferencia entre los medios y los fines. Por ejemplo, si ve una manta con un juguete arriba va a correr la manta para intentar alcanzarlo.
A esta edad se dan juegos de empuje, de arrastre y de tirar cosas. También es bueno ofrecerle una secuencia de objetos -como sillas, una mesa ratona, un canasto- para que lo ayuden a desplazarse. Tanto con los objetos como con el cuerpo de la mamá, este es el momento de jugar con el equilibrio.
– De los 12 a los 19 meses. Cuando el bebé empieza a definirse como niño empiezan a tomar relevancia muchos rituales cotidianos como dormir y comer que el chico empieza a reproducir simbólicamente. Es decir, en su juego hace como que come y hace como que se va a dormir representando rituales que relaciona con esos momentos.
A esta edad es oportuno ofrecerle un libro de tapa duras con pocas imágenes y relatarle la historia. Es importante que el primer libro tenga figuras humanas porque para el niño es más fácil reconocerlas que, por ejemplo, un perro o un dinosaurio. Comprender las imágenes demanda una mayor abstracción que entender un objeto, y esto es un nuevo logro cognitivo para el niño.
– De los 19 a los 24 meses en adelante. Entre los dos y cinco años el juego simbólico se fortalece. Es habitual que el niño tome un objeto y le quite su uso convencional para otorgarle un significado diferente. Un vaso puede usarse de sombrero pero también hay formas más complejas de representación simbólica, como participar de un cuento tomando el rol de uno de los personajes. Es recomendable que estos juegos tengan un cierre. Para ello, cuando llega el momento de ordenar el cuarto se puede preguntar al niño qué le gusto y qué no le gustó, ya que en el juego el niño expresa lo que le pasa personalmente.
A cualquier edad, el niño que juega es un niño saludable. Acompañarlo, guiarlo y enseñarle a disfrutar del juego es una de las actividades más enriquecedoras y gratificantes que se pueden dar entre la mamá y el bebé.
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