Un Che Guevara para todos y para todo
por Nino Ramella
Este jueves la foto más reproducida del mundo cumplió 60 años. Independientemente de la mirada que se tenga de Ernesto Che Guevara -personalmente creo que el hecho de que se esté dispuesto a morir por una causa no habla en modo alguno del valor de esa causa- el mito tiene larga vida.
Es que ver la cara del Che reproducida una y otra vez en uno de los símbolos de la conservadora monarquía inglesa como fue en su momento una muestra dedicada a esa imagen en el Victoria & Albert Museum de Londres, museo de la era victoriana, resulta por lo menos paradojal.
También son sorprendentes los usos que en el mundo entero se hizo y se sigue haciendo de la foto El guerrillero heroico que Alberto Koda (Alberto Díaz Gutiérrez, Habana 1928 – París 2001) le tomó con su Leica M2 al Che el 5 de marzo de 1960, durante los funerales y manifestación pública por la muerte de cien personas por la explosión de un buque belga, que en Cuba se atribuyó a un atentado norteamericano.
Esa es la foto más reproducida en el mundo y apareció por primera vez en un reportaje sobre el Che en Paris Match (edición Nº 958) de agosto de 1967, dos meses antes de su asesinato en La Higuera, Bolivia. La muestra inaugurada en Londres habla de esa foto.
A partir de ese momento aquella cara joven -tenía 31 años- de facciones finas, enmarcada por su boina con estrella y el pelo revuelto, con una mirada firme y a la vez enigmática como si estuviera mirando por encima de la multitud el horizonte de un futuro por el que peleaba, se disparó como ícono tanto de la rebeldía y el antiestablishment como de quienes se tomaron como elemento de expresión de cierto radicalismo chic más asociado a la moda que a la revolución.
El Che marketinero
En cuarenta años la imagen que Korda registró en unos pocos segundos (el Che apareció por un instante y el fotógrafo solo pudo hacer dos tomas antes de que desapareciera), se reprodujo en incontables objetos de la sociedad de consumo a la que el más célebre guerrillero del Siglo XX combatía.
Desde jarritos, carteras, maracas, remeras, anteojos y hasta preservativos, cualquier objeto de consumo fue susceptible de utilizar la imagen que Korda tomó del Che. En aquella exposición en Londres se exhibieron objetos y obras provenientes de 30 países. Una obra, proveniente de España y hecha por Patrick Thomas, llamada Inversiones americanas en Cuba, formó la foto del Che utilizando isologos de las empresas norteamericanas más globalizadas. Desde un cuadro una monja abre sus hábitos mostrando el pecho tatuado con esa imagen.
El fetichismo por esa imagen incluye desde ropa interior a etiquetas de vino fino, pasando por tapas de revista de diseño, marquillas de cigarrillos, tatuajes (como el de Maradona) y hasta apropiaciones religiosas -ocupando el lugar de Cristo en La última cena- y pop como el Homero Simpson Che o la Madonna guevarista del disco American Life.
Guerrillero Heroico llegó al climax del marketing cuando la firma del vodka Smirnoff utilizó la imagen luego de arribar a la conclusión de que esa imagen era fuertamente sexy. Korda, que nunca cobró dividendos por ser el autor de la foto más reproducida en el mundo, sí le hizo juicio a Smirnoff y la indemnización resultante el fotógrafo la donó al sistema de salud cubano. Es que en verdad el atrevimiento había llegado lejos: el Che aparecía publicitando una familia zarista radicada en USA y echada de Rusia por una revolución que él estaba tratando de expandir al mundo.
De todas maneras la muestra intentó señalar que si bien la imagen del Che inmortalizada en la foto de Korda fue utilizada comercialmente hasta el hartazgo y llega al extremo de que jóvenes estadounidenses llevan puestas remeras de una cara sin saber de qué se trata, también hay una dimensión de esa foto que sigue manteniendo el trasfondo moral e ideológico que Ernesto Che Guevara representa en el marco de las luchas por las reivindicaciones sociales.
Sigue teniendo la imagen del Che un vínculo militante. La foto de Korda está presente en las luchas por la defensa de los derechos humanos y las minorías, tanto en Occidente como en ciudades remotas de Oriente. La imagen -dice el historiador cubano Edmundo Desnoes- puede ser mercantilizada pero será siempre parte de un sistema de lucha revolucionaria y puede recobrar su original sentido en cualquier momento.
O como dijo la curadora de aquella muestra, Trisha Ziff, la foto se ha convertido en una imagen que no simboliza al comunismo, ni a Cuba, sino al derecho a pensar, a una opinión alternativa sobre muchas cosas diferentes, ya sea una imagen de lucha del movimiento gay, de antiguerra o la lucha ecológica.
No se sabe si alguna vez el Che vio la icónica foto de su rostro que llegaría a inundar los rincones del mundo. Si podemos afirmar que por mucho tiempo seguirá siendo la foto más reproducida de la historia.