El justicialismo como columna vertebral del Frente de Todos
Por Jorge Capitanich (*)
El Partido Justicialista con 3,6 millones de afiliados es la institución política más importante de la historia argentina por perdurabilidad, penetración y persistencia a través de 75 años de historia, contabilizando sus anteriores denominaciones bajo el liderazgo de Juan Domingo Perón.
El justicialismo incorporó a la clase trabajadora en el proceso de construcción de un proyecto nacional y popular como columna vertebral, pero al mismo tiempo propició la participación de las mujeres, de los jóvenes con el objeto de articular una comunidad organizada en base a la representación de distintos sectores de la sociedad.
Nuestra historia política permite visualizar que hubieron dos tensiones permanentes: la tensión entre partido y movimiento, y la tensión entre partido y gobierno.
La primera tensión se resuelve en el diseño de la arquitectura política temporal; si bien el partido es una herramienta electoral para construir un movimiento nacional y popular, ambas cooperan entre sí para lograr la tan ansiada unidad nacional, que no es ni más ni menos que unidad en la diversidad, no hegemonía política.
La segunda tensión, se resuelve automáticamente cuando el Presidente de la Nación conduce el partido. En estas circunstancias ante la manifestación de Alberto Fernández de no ejercer formalmente esa conducción es preciso encontrar un modelo de construcción de consensos de carácter federal para garantizar la integración de los distintos espacios.
Obviamente, el presente ofrece ciertas restricciones básicas entre las cuales se destacan la necesaria actitud de fortalecer la unidad en la diversidad, que trabajosamente se construyó durante el 2019 para ganar las elecciones, y gobernar para todos los argentinos.
No es tiempo de peleas intestinas ni tampoco es posible propiciar elecciones para dirimir cargos partidarios. Eso no significa acallar voces ni dejar de lado expresiones que promuevan una sana autocrítica con el objeto de evitar lo que nos pasó en nuestro pasado reciente.
Todos tenemos que enfocarnos en la construcción de un amplio consenso para apoyar al gobierno en la multiplicidad de objetivos, metas y acciones que son imprescindibles realizar en el corto plazo para lograr estabilidad cambiaria como base de la estabilidad macroeconómica que es el soporte ineludible de la recuperación de la economía argentina para generar más producción, más empleo y más exportaciones.
En el 2018 muchos creyeron que ganar las elecciones de 2019 era una utopía. Y surgieron miles de voces aseverando que había un pueblo que necesitaba ser representado por una propuesta política nacional, popular y democrática. Muchos dirigentes fueron perseguidos, otros encarcelados por no rendirse a los pies del gobierno de turno. En política, la coherencia es la base de la confianza y la credibilidad.
Es necesario recrear una mística partidaria donde las ideas fluyan en la discusión de nuestras unidades básicas, en nuestros consejos partidarios y en nuestros congresos.
Un presidente de nuestro signo necesita un partido que lo respalde desde la defensa comunicacional, desde la movilización de la militancia, desde la convocatoria internacional a otros partidos y pueblos del mundo a denunciar las injusticias y propiciar las más profundas reparaciones de las heridas provocadas por la hegemonía neoliberal. Nosotros necesitamos a todos nuestros cuadros políticos, a nuestros hombres y mujeres, a nuestros dirigentes sindicales y trabajadores, a nuestros empresarios nacionales, a nuestros profesionales y técnicos, en fin… a todos y todas.
Esta etapa exige la construcción de un partido que sea capaz de vertebrar el Frente de Todos como una organización política confederada cuya columna vertebral sea el justicialismo, pero que aglutine a todas las expresiones más diversas, incluyendo a los movimientos sociales, a los jóvenes, al movimiento feminista, a los trabajadores y empresarios y a nuestros referentes políticos. Pero también tenemos que ser capaces de convocar a los partidos políticos de América Latina y del mundo. Es hora de construir una Internacional Política Solidaria.
Mientras el lawfare se instala sin piedad destruyendo el estado democrático de derecho, mientras los paraísos fiscales son verdaderas guaridas para evadir impuestos, y la prepotencia de los poderosos destruye nuestras esperanzas, cómo no vamos a ser capaces de despertar la conciencia colectiva de la humanidad para construir un mundo socialmente justo, una economía solidaria en donde la producción de bienes y servicios sea la base del progreso de nuestros pueblos y comunidades, y un sistema político plural y democrático!
Somos muchos los que queremos construir nuevas utopías, y lo queremos hacer desde la fuente partidaria que abrevamos en nuestra militancia de antaño. Somos los herederos de Perón y Evita, de Néstor y Cristina. Somos los defensores de memoria, verdad y justicia. Somos los militantes que soñamos que nuestra patria nos une.
(*) Gobernador de Chaco.
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