Jordana Belén Rivero, la mujer de 28 años que murió en la mañana del lunes al caer desde su departamento de un séptimo piso en pleno centro de la ciudad, fue asesinada por el hombre de 50 años que estaba junto a ella.

Tal lo adelantado anoche por LA CAPITAL, la mujer presentaba lesiones compatibles previas a las sufridas en la caída y no se registraban en sus brazos heridas propias de un acto reflejo de defensa.

El detenido es Bernardo Luis Baraj, un hombre oriundo de Ushuaia que se había mudado a la ciudad autónoma de Buenos  Aires tiempo atrás pero que este verano había llegado a Mar del Plata.

En horas del mediodía de este martes el fiscal Fernando Castro le tomó declaración por homicidio agravado por la condición de género de la víctima, es decir, “femicidio”. Baraj se negó a declarar y solo narró sus distintas enfermedades: que era bipolar y que le faltaba un riñón. También, tras una publicación del diario LA CAPITAL en la que se recordaba un caso de violencia del año 2017 ocurrido en la ciudad austral, Baraj se encargó de negarlo, diciendo que había sido un engaño de su ex pareja.

Rivero era una joven marplatense que había alquilado el departamento de Salta entre Luro y 25 de Mayo en enero, y que el lunes a la madrugada llegó acompañada por Baraj. Poco después de las 7 se produjo el desenlace de un contexto y circunstancias que se desconocen.

Lo cierto y comprobado hasta el momento es que Rivero cayó desde el séptimo piso ya desvanecida, con el maxilar fracturado y escoriaciones en los brazos. El cuerpo impactó sobre una losa saliente que sirve de techo a la vereda el ingreso al edificio, que también es una galería comercial.

Los forenses del Cuerpo Médico de la Policía Científica establecieron inicialmente que Rivero había aspirado sangre, lo que indica que había sufrido una hemorragia antes de la caída. Esto es indubitable porque si hubiera caído sin lesiones y la hemorragia se hubiera producido con el golpe, la sobrevida no hubiera existido. Ni siquiera para una sola inhalación.

Baraj poco después de ser detenido.

Cuando los policías alertados por vecinos y transeúntes llegaron al edificio subieron hasta el séptimo piso y encontraron a Baraj en pleno intento de escapar. Había quedado encerrado y fue imperioso romper la puerta para detenerlo. Al revisarlo se dieron cuenta, aun sin la necesidad de un médico, que había mantenido una pelea: tenía rasguños, escoriaciones y golpes. “Se puso como loca y se tiró”, dijo en tono exculpatorio.

Baraj fue inmediatamente detenido y tanto el fiscal Castro como el personal de la comisaría primera hicieron algunas averiguaciones relevantes. Baraj antes de venir a Mar del Plata había vivido un tiempo en Buenos Aires, donde recibió tratamiento psiquiátrico.

Baraj y Jordana Rivero se habrían conocido en la tarde del domingo en las proximidades de la sala de bingo de la avenida Independencia.