Dayub: “El equilibrista disimula la grieta entre el teatro independiente y el comercial”
Indiscutida figura del verano, el actor se reconoce un privilegiado que no deja de sorprenderse por el suceso de "El equilibrista", obra define como de la misma familia que su otro éxito, "El amateur".
Dayub en escena: emoción a flor de piel.
Habla tranquilo, como quien aún no puede creer que su obra, “El equilibrista”, le haya dado tantas satisfacciones en Mar del Plata. “No dejo de sorprenderme, no le hemos podido encontrar techo al espectáculo”, asegura Mauricio Dayub. Y sigue, en tren de definir lo que vivió: “Esta temporada fue una alegría cada diez minutos”.
En el escenario del Teatro Bristol, la obra seguirá hasta el 15 de marzo de miércoles a domingos (los viernes y sábados realiza doble función). Y luego regresará para el fin de semana largo del 23 y 24 de marzo.
“Imaginate que pensaba venir a Mar del Plata a hacer sólo dos funciones los lunes y martes -repasa-. Rottemberg me convenció para venir a hacer la temporada completa de jueves a domingo. Yo le dije ‘Me va a sobrar el domingo, de jueves a sábado va a estar bien'”. Se equivocó.
El premio Vilches que recibió a mitad de la temporada, más los Estrella de Mar, incluido el Oro, y el reconocimiento como Visitante Notable que le dio el Concejo Deliberante provocaron la ansiedad de quienes vieron el unipersonal, que tiene la dirección exquisita de César Brié, y lo recomiendan. El mismo se atreve a hablar de “suceso” y anuncia que en noviembre irá a España con esta obra.
– ¿Sabías que no suelen coincidir los premios Vilches y Estrella de Mar de Oro en un mismo espectáculo? Suele haber criterios diferentes…
– Yo creo que mi espectáculo, que ha sido una búsqueda personal, disimula un poco la grieta entre el teatro independiente y el teatro comercial. Yo siempre he tratado de hacer las dos cosas y me parece que se dio eso, con el Vilches y el Estella de Mar.
– ¿Puede que El equilibrista haya calado hondo en Mar del Plata porque es una historia sobre inmigración, en una ciudad que tiene una enorme comunidad italiana?
– Sí, eso lo imaginaba. Cuando vine a promocionar el espectáculo un mes antes de que empiece la temporada, decía que creía que era un espectáculo muy para Mar del Plata por esa cuestión de lo italiano, porque había un personaje que era un guardavidas, porque estaba el pueblito de pescadores de mi abuela, y también porque había un trasfondo del espectáculo que tiene que ver con encontrar el equilibrio, en una ciudad en la que tiene un verano y un invierno. Somos un poco especialistas en buscar el equilibrio, porque vivimos balanceando y desbalanceándonos, pero también creo que el espectáculo encontró algo que nos estaba faltando a los espectadores: divertirnos y emocionarnos sin soslayar los grandes temas.
– Desde “El amateur”, aquella otra obra tan exitosa, a “El equilibrista” pasaron veinte años, ¿sos el mismo?
– Lo que me dicen es que volví a mi esencia. “El equilibrista” es de la familia de “El amateur,” reconocen rápidamente esa emoción profunda. Cuando estrené “El amateur” no podía creer que me hubiera animado a contar una historia propia. El día que estrené y fuimos todos a comer a un restaurante y todos hablaban de lo que yo había escrito, pensaba que si hubiera sabido que se iba a producir esa escena no me hubiera animado a escribir, me hubiera dado pudor, vergüenza de que todos hablaran de lo que yo había hecho. En “El equilibrista” yo ya lo hice habiendo atravesado esa experiencia y volví a esto por decisión, porque todos me preguntaban qué se hace después de Toc Toc, después de 2.752 funciones durante más de nueve años, con doce funciones por semana en Mar del Plata. Y pensé en volver a hacer lo que hacía antes, en volver a crear un espectáculo. No tenía duda de eso.
– ¿No habías perdido las ganas?
– Creo que la tenía envasada al vacío y cuando abrí ese frasco, salió con unas ganas… Cuando me encontré con César Brié solo podía ensayar a las siete y media de la mañana, porque a las diez daba un taller, a las trece treinta una obra y a las dieciocho terminaba de armar un proyecto en la ex ESMA. Me levantaba para ir a ensayar a las siete y media con unas ganas que no puedo explicar y hacía dos funciones de Toc Toc. Me dormía una y media o dos y a las seis estaba arriba. Eso tiene que ver con esto que te digo de tener las ganas envasadas al vacío. Con la naturalidad de hacer lo que hice siempre: gestionar un espectáculo desde cero. El oficio no es garantía de un buen teatro, en el teatro hay que empezar siempre como principiante, y coincidir con la gente, sino, por más experiencia que uno tenga puede no funcionar. Sí es raro lo que me pasó, porque casi nunca un actor se baja de un éxito y se sube a otro. Yo tuve los dos y tuve que elegir porque los dos no podían convivir por la demanda que tenían. En eso yo, que nunca pensé que era un tipo de suerte, que he remado y trabajado tanto, en este momento me considero un afortunado. Lo tengo que aceptar por más que me cueste creer que me pasa a mí.
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