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Arte y Espectáculos 17 de febrero de 2020

La exageración de Villa 31

Por Raúl "Bigote" Acosta

La película se llama Parasites, esta es su ficha técnica. Título: Gisaengchung | Dirección: Bong Joon-ho | Guión: Kim Dae-hwan, Bong Joon-ho, Jin Won Han | Música: Jaeil Jung | Fotografía: Kyung-Pyo Hong | Reparto: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-sik, Park So-dam

Al terminar la película ya las dudas eran muchas. Durante su proyección se juntaron una tras otra.

La primera: es una sociedad sin drogas. Es tan raro. Viven en un medio sótano, escondidos de la ciudad, pero muy dentro, muy inside (de la ciudad, esto es: de la sociedad urbana Siglo XXI).

Comen lo que encuentran, no tienen documentos ni los precisan, conocen el lenguaje de los algoritmos (es un súper lenguaje universal, alguna vez terminarán aceptándolo, un súper lenguaje que supera las lenguas, sobre las que se asienta para dominarlas a todas).

Es una sociedad y una urbe donde no están las lenguas romances, no están los viejísimos y acendradísimos juegos de valores de la civilización judeo/cristiana y una pregunta es básica. Juzgamos la película según nuestros conceptos, nuestros juegos de valores… Nos universalizamos y entendemos un código común… El valor del dinero como moneda de cambio, el valor del wi fi como necesario a la supervivencia… el bien y el mal fuera de término… diferente… la crueldad y la indiferencia ante las leyes que sostienen la urbe, la urbanidad, todo cuanto constituye el eje cierto donde estos personajes se mueven.

Vamos, es esto un juego de exageraciones de cuanto sucede en la Villa del Retiro… Claro que si. No juguemos a las mentiras. La película retrata, da constancia de estos personajes. Amanece en la ciudad y allí van.

Se dirá, con la afectación de nuestra tradición, que es cruel pensar en este submundo como diferente de nuestros valores. Vamos otra vez, no escondamos nuestros trapos, si algo tiene esta película de contundente es eso: enfrentarnos con nuestra hipocresía. Desde el título en adelante.

afiche parasite

Se le llama parásito a aquel ser vivo que vive y se nutre de otro sin aportarle ningún tipo de beneficio a este último el cual pasa a ser llamado hospedador y que en la mayoría de los casos y como consecuencia de esta situación de vivir a expensas de otro ser vivo, puede ocasionarle importantes daños o lesiones. Mas claro: en griego, παράσιτος en latín “parasitus”, parásitos ‘comensal’, ‘gorrón’; el acento de la forma española actual se basa en el étimo griego. También adjetivo. Dicho de un organismo animal o vegetal : Que vive a costa de otro de distinta especie , alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo.

El filme es, si se lo mira con el riguroso criterio de la microbiología, un desarrollo parasitario clarísimo. Y uno tiene que preguntarse: ¿es necesario que los parásitos sean como nuestras células normales y nuestros órganos originales y la respuesta es no: por definición no. Son iguales a si mismos y diferentes de nosotros. Eso se expone. Aparentan, como cualquier célula, sus partes básicas, específicamente el núcleo. Resuelven diferente. Son parásitos. Ni nuestra moral ni nuestro destino. Cuando se apoderan de nuestro espacio hasta comen diferente. Si nos apuramos en la trama del filme se descubren espacios infectados, dentro de nuestro hábitat, que ni siquiera sabíamos que estaban, pero aparecen.

Cuando se desparraman por la ciudad los habitantes de la Villa, como del medio sótano en él filme, la ciudad los recibe y somos nosotros los que estamos allí y deberíamos hacer un punto aquí.

LA MALDICIÓN NECESARIA

Desearía, con el fervor de la maldad, que cada crítico cinematográfico tenga que vivir mas de un mes (un día no alcanza) en la villa del Retiro, en el fondo del Chaco, en la escondida Formosa del Virrey Gildo Insfram, titular con derecho de pernada desde el Siglo XX en ése territorio, lo deseo muchísimo, lo necesitan para entender que los “parásitos” son una creación de nuestra sociedad. No creo en Dios pero, Dios…cómo se los deseo. Soy capaz de prenderle una vela al Gauchito Gil si sucediese. Analizan este filme desde la comodidad de una butaca.

“La villa 31 es una villa de emergencia ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en los barrios de Recoleta y Retiro. El asentamiento surgió en 1932 con el nombre de “Villa Desocupación” y a partir de allí se sucedieron diversos intentos de erradicación por parte de las autoridades, aunque éstos nunca lograron eliminarla por completo. Si bien no es el asentamiento ilegal más grande de la Ciudad, si es el más emblemático, por su ubicación estratégica, ya que se encuentra junto al principal centro de trasbordo de pasajeros de la Capital y a escasos metros de los barrios más cotizados”.

No se puede juzgar como obra de arte este filme sin resolver si estamos dentro o fuera de cuanto describe y enfrentar este asunto: tenemos los parásitos con nosotros y, en cierta forma, todos somos parásitos de otros. No es nuevo, es definitivo y este filme te cachetea con esa certeza.

LÁGRIMAS Y SONRISAS

Los sentimientos que despierta este filme que trae al mundo occidental un costado (absolutamente occidental) de una sociedad que está—justo es decirlo — occidentalizándose hasta el caracú son variados pero deseo fijarme en un lugar: ¿cómo se traduce, se subtitulan sentimientos, frases que al traducirse, como corresponde, se traicionan…? (Traducción/ traición)

Es la imagen la que habla. En algunos primeros planos la imagen es un catálogo de “inmutables”. Los momentos de ira del padre, los sentimientos amorosos de los jóvenes, el niño que es, si se quiere, un elemento catalizador, exagerado, que termina siendo eso: el que acelera la reacción y luego desaparece. Como desaparece todo el costado híper occidental de la historia. Se insiste. Sin droga, sin mafia, sin clanes. Hum.

El lugar que parasitan es una casa y una familia. El filme se re define en los parásitos mientras cuenta la futilidad de la vida de los “parasitados”.

Se suma a este modo de narrar, tan claro como cerrado, que toma a todos en un instante, en un corte. Nada hay detrás, poco y nada. Debe inferirse por frases, actitudes, como ha sido la vida de ellos, los parásitos y estos, los parasitados. Nada hay delante. No hay final moralizante. Todos desean que prendan las luces, aplaudir y desaparecer. Decir que es una película extraordinaria y no pensar en ningún sitio suburbano, mínimo, tan de subsuelo, tan de villa. No pensar que el filme describe a los parásito como iguales, casi como iguales. Se desean las luces prendidas para evitar que la inundación de las cloacas, que deja toda la caca en superficie ensucie la crítica. Yo conozco el olor de la pobreza y de los trapos sudados, de las habitaciones donde la humedad y la vejez ponen perfumes rancios que nada aleja ni elimina.

De eso se trata. El telefonito como un arma. Como el verdadero lenguaje actual. El olor de los pobres como un test delator. No trae este filme, mas allá de lo visible (un modo claro de contar) algo tan perturbador como enfrentarse con la exageración. Chistes obvios, situaciones clásicas de “muchacha italiana viene a casarse”, “´pobres y ricos” tan lejos y tan cerca. Hay, si se quiere marcar la certeza, aquel neorrealismo italiano que nos mostraba tan miserables, tan vulnerables como Roma Ciudad Abierta, como Ladrones de Bicicletas, como Los Desconocidos de Siempre, con los mismos fracasos. Éramos nosotros. Nos reíamos. El neorrealismo nos alcanzó y se superó. Ahora están los parásitos. Es un aviso clarito, clarito.

En ésa exageración de los sucesos el mensaje: los parásitos están entre nosotros por algo elemental, somos nosotros. Estamos a un paso de la villa del Retiro donde vive gente buena que, de a poco, entiende de otro modo lo bueno, lo malo, lo posible, la imposibilidad de crecer sin mentir, de salir sin trampear pero, caramba, ¿es trampa o es la vida que alcanzará al filme? El arte, se insiste, solo es la vida puesta de otro modo. La vida imita al arte. Aquí como un reloj que adelanta y obliga a la maldición. Todos los que dicen que se trata de una obra de arte que vayan un mes, enterito, a “El humito” en Paraná, al fondo de Villa María Selva en Santa Fe, de Villa Banana, en Rosario, de la Villa 31 en Buenos Aires. Que vayan y pidan wi-fi. Virgen de los sicarios, haz que se cumplan mis deseos….