Piden juicio oral para un gurú marplatense y sus cómplices
Lo requirió el fiscal general Daniel Adler, quien detalló el accionar de la organización delictiva que captó a más de 30 víctimas. Reducción a la servidumbre, explotación económica, sexual y laboral. Hay acusaciones también por abuso sexual y acopio de armamento.
Por Fernando del Rio
La investigación sobre la existencia en un hotel céntrico de Mar del Plata de una secta yogui que esclavizaba a sus miembros, los torturaba, los entregaba sexualmente a su líder, se les quedaba con sus propiedades y les cambiaba la identidad a los niños que nacían dentro de esa comunidad concluyó en las últimas semanas. Ahora es tiempo de resolver si habrá un juicio tras el pedido de la fiscalía general Federal.
Eduardo De Dios Nicosia es ese líder. Por estas horas ocupa una celda con asistencia sanitaria en la cárcel de Ezeiza. Tiene 73 años y desde su juventud se sintió un iluminado espiritual, al punto tal de convertirse en Swami Vivekayuktananda, un estatus altísimo en el mundo del yoga. Un semidios, un hombre a quien seguir por sus dones. Un ser semidivino por el cual renunciar a todo lo propio sería el menor de los renunciamientos.
El fiscal general federal Daniel Adler, en un escrito de 152 páginas, pidió que Nicosia vaya a juicio por ser responsable de gran cantidad de delitos detectados en 2018 pero sostenidos en el tiempo durante más de 40 años. Le imputa trata de personas con fines de explotación sexual y laboral agravado, abuso sexual agravado en perjuicio de tres víctimas, acopio de armas de fuego, piezas o municiones, y el delito de hacer incierto y alterar la identidad de un menor de diez años en trece casos.
Es que la investigación del fiscal Nicolás Czizik y del juez Santiago Inchausti -refrendada en este pedido de Adler- estableció, en base a perturbadores testimonios de las propias víctimas, que Nicosia mantenía relaciones sexuales con sus seguidores y, por estudios de ADN, que al menos 13 de los niños nacidos de esos contactos eran sus hijos biológicos aunque les habían impuesto otra identidad.
Además de Nicosia también fue acusada su esposa de toda la vida Silvia Capossiello por ser su cómplice en todos los delitos, incluidos los casos de abuso sexual, porque oficiaba de “entregadora”. Capossiello era la administradora de todos los bienes de la orden.
También se les cargan delitos de extrema gravedad a Luis Fanesi, un incondicional de Nicosia desde el año 1973 (era el conserje del Hotel City cuando fue allanado), el brasileño Sinecio de Jesús Coronado Acurero, otro hombre que acompaña al Swami desde los años ‘70, y el psicólogo Fernando Velázquez, otro componente clave de esta siniestra trama.
Nicosia en los años ’60 y ’70 se destacaba por su gran destreza para las posturas de la yoga.
La revelación
A fines de 2017 una mujer, que luego se sabría que era una de las víctimas, llamó a la línea 145 del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento de Personas Damnificadas por el delito de trata. “En el Hotel City de Diagonal Alberdi al 2500 hay una secta en la que el líder abusa sexualmente de sus discípulos”, dijo.
A partir de ese dato se le dio intervención primero a la Justicia de la provincia de Buenos Aires pero luego, al detectarse que posiblemente había delitos federales, pasó a esta órbita. Al cabo de varias entrevistas y toma de declaraciones, el fiscal Czizik conoció que dentro de la secta había relaciones incestuosas de las que había nacido un niño y que las personas seguían bajo un estado de explotación laboral en el marco de una cooperativa que tenía a su cargo la comercialización del Hotel City. Entonces -y en eso la Justicia Federal es muy rigurosa- requirió más acciones para conseguir pruebas que justificaran un allanamiento. Así fue como el 3 de julio de 2018 los policías entraron al hotel.
Pese a la resistencia inicial de Fanesi y de Capossiello el allanamiento se realizó y Nicosia fue encontrado en el cuarto piso, prácticamente un “bunker” en el que estaba recluido por sus problemas para movilizarse a causa de una enfermedad. En otra pieza próxima los policías hallaron gran cantidad de armas y municiones.
Una vez que se rescataron a algunos “discípulos” y con el temor despejándose poco a poco los investigadores ganaron la confianza de esas víctimas para obtener sus impactantes testimonios.
Para el Ministerio Público Fiscal, Nicosia lideraba la secta en la que Capossiello era su principal soporte. También lo era un hijo de ambos pero, pese a cometer delitos graves, se lo consideró víctima y quedó sobreseído. Coronado y Fanesi cumplían roles claves, en especial el primero de ellos. Y Velázquez era, como psicólogo, quien aportaba el conocimiento para mejorar la captación de personas.
Los hechos denunciados y atribuidos al yogui Nicosia datan de varias décadas atrás, tal como refleja el testimonio central de la causa, el de una hija del “líder”. La mujer hoy ronda los 50 años y aseguró haber sido abusado sexualmente desde los 6 a los 26 años de vida.
Un seguimiento de las personas que estaban vinculadas a la secta de Nicosia reveló que 13 eran hijos biológicos de él. Sin embargo, Nicosia en el único contacto de comparecencia con la Justicia dijo que sus únicos hijos eran los cuatro que habían heredado el síndrome de dedos pinza de langosta, una deformación de las extremidades conocida clínicamente como ectrodactilia. El ADN destruyó esa aseveración.
Esos niños, ya adultos en muchos casos, fueron inscriptos como hijos de las parejas de esas discípulas con las que Nicosia tenía relaciones sexuales. Incluso Nicosia y toda la estructura autoprotectora de la secta obligaba a contraer matrimonio a esas parejas para no dejar “rastros” filiatorios de esos niños.
Torturas, golpes, vejaciones, sometimiento, explotación laboral, servidumbre y anulación de la voluntad para tomar decisiones tan simples como quedarse o irse. Todo eso, en términos no jurídicos, es lo que sucedía en la secta según los investigadores y ahora la Justicia buscará cerrar el círculo.
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