Con una participación central por parte de los espectadores que asisten, el espectáculo “Embajada” es una original propuesta que incluye un amplio despliegue tecnológico, un recorrido por una casa patrimonial, la Villa Normandy ubicada en Colón y Viamonte, el descubrimiento de una intriga mediante el uso del Código QR y el WhatsApp y hasta la degustación de una cena.

Un grupo de actores formado por Clara Armayor, Carlos Bazzana, Emma Burgos, Mariano Chiarenza, Jorge Cortese, Lucas Domínguez, Agustina Gioe, Sergio Hernández, Lucila Iriarte, Lucía Puglisi, Sebastián Quiroga y Alan Terry, todos dirigidos por Marcelo Marán, cuenta esta historia de miércoles a lunes a las 21.30.

Fue Marán el encargado de desarrollar la idea junto a Javier Pera y Fabián Pensel, además de escribir los textos y realizar la puesta en escena de esta pieza que él mismo define como “una experiencia teatral inmersiva transmedia”.

Según contó, se trata de un “dispositivo teatral donde el espectador toma un rol activo en la ficción, se zambulle en la historia y vive las peripecias junto a los personajes del relato, con el plus de incorporar la tecnología. Si en una obra teatral al comienzo de la misma te piden que apagues los celulares, acá solicitamos encarecidamente que los mantengan encendidos y con buena carga, porque parte del relato pasa por ahí”.

El puntapié es que los espectadores asisten a la apertura de la primera embajada del Emirato de Al Gharbia en Mar del Plata. Cuando las puertas se cierran, la intriga comienza. Y son los mismos participantes los encargados de ayudar a que el misterio finalmente salga a la luz.

La fusión de las diversas propuestas en una sola provoca que los asistentes comenten el haber sentido que “estaban adentro de una película”, dijo Marán. “Y ello se debe a que usamos al mismo tiempo convenciones que pertenecen al mundo del cine, o al de los video juegos, o de las casa de escape, y por supuesto del teatro.

Es importante tener en cuenta que la gente ingresa en un cuento que dura dos horas y media con una cena incluida”, agregó el dramaturgo.

-¿Cómo apareció la idea?

-La idea, con más o menos diferencias, existe en el mundo y sobre todo en España y Estados Unidos, si bien uno de los creadores de “Embajada” había hecho una experiencia por el estilo aquí se desarrolló a pleno el concepto de entrecruzar teatro y tecnología. Al ser convocados bastante misteriosamente, porque todo en Embajada lo es, por una productora del país con desarrollo de este tipo de propuestas en todo Latinoamérica, se conformó un grupo creativo con gente de distintas disciplinas.

-Aparece como gran protagonista la cuestión tecnológica, el entrecruzamiento de tecnologías: pantallas que completan la información, el código QR, los WhatApp, ¿lo tecnológico habilita una puesta en escena?

-Para todos fue un aprendizaje, desandar la tradición de negarnos muchas veces desde el teatro a incorporar tecnología fue el trabajo más arduo. Y esto desde todo sentido, desde la puesta, la dirección de actores, y hasta desde un tema de ego porque como no nos cansamos de repetir en Embajada, el verdadero protagonista es el dispositivo, el que se debe llevar los aplausos y felicitaciones es el aparato que se pone en marcha mucho antes de empezar la obra y que se cierra días después, porque esa también es una gran diferencia con los espectáculos tradicionales, acá la gente juega antes, durante y después, cuando ya llegó a su casa.
Y contó que “para que todas las noches ocurra la magia de Embajada contamos con un grupo creativo y técnico muy amplio entre ellos Sebastián Forni, Jorge Robles, Víctor Ventura, Marcelo Zapotocznyj, diseño de luz y sonido Omar Gorriti y un grupo importante entre especialistas en redes, moderadores, técnicos, equipo de filmación y maquillaje”.