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Opinión 13 de enero de 2020

Barbieri o la vuelta de Dario Vittori

Por Raúl “Bigote” Acosta

Voy a mencionar, en esta crónica sobre Carmen Barbieri a Dario Vittori. Es necesario que sepamos quien es, así quedará la crónica desprovista de actualidad, pero no de información porque…¿a quien le interesa hoy hablar de Darío Vittori?

Melito Darío Spartaco Margozzi, más conocido como Darío Víttori fue un actor, humorista y productor teatral italiano nacionalizado argentino.(dice Wikipedia) Fecha de nacimiento: 14 de septiembre de 1921, Guidonia Montecelio, Italia Fallecimiento: 19 de enero de 2001, Buenos Aires Nombre de nacimiento: Melito Dario Spartaco Margozzi Otros nombres: El Tano de Oro. Las comedias de Darío Vittori fue un ciclo humorístico emitido semanalmente por Canal 13 y Canal 2 entre 1989 y 1990 protagonizado por el gran capocómico …

Tienen y no tienen que ver. Caprichosos son los senderos del recuerdo. Carmen Luz Barbieri Caputo es una actriz, comediante, bailarina, vedette, directora y productora teatral argentina. Como actriz siempre se ha destacado en el rubro humorístico tanto en teatro como cine y televisión, género en el que también se destacó su padre, el reconocido humorista Alfredo Barbieri. Wikipedia Fecha de nacimiento: 21 de abril de 1955 , Buenos Aires Estatura: 1,7 m. Cónyuge: Santiago Bal (fallecido). Año de debut: 1974

Durante la entrada de la gente a la sala del Atlas, de Mar del Plata, una de las mas bellas salas, grande, imponente, seria, capacitada para “aguantar” multitudes, advertía que todos iban a ver “a la Barbieri”. Eso era todo. Eso es muchísimo. Es una marca registrada.

Hija de un fenomenal actor cómico (Alfredo) y nieta de un guitarrista de Gardel (Guillermo) que muere junto al cantor en Colombia en 1935, la Barbieri traía el aura de su nombre a la sala. Con eso alcanzaría… Con eso alcanza… con eso… ¿alcanzará?

Darío Vittori llegaba a Mar del Plata bien temprano, sobre diciembre. Traía una comedia que tenía texto, con remates humorísticos. Lo acompañaban actores que debían interpretar un papel afilado, perfilado, con claras aristas que el público debía entender. El tormento no era su eje, ni la dramaturgia su destino, sino su medio de vida.

Un solo decorado, foro derecha y foro izquierda, puertas, luces. El paso de comedia de “el tano” no era indigno ni mucho menos. La sala estallaba cuando aparecía. No era el galán joven ni la “damita” se enamoraba de él; Vittori daba seguridades no había escenas escabrosas, podía ir la familia pero… eran otros años, otras décadas, otro siglo. Permítanme citar a Tuñón:… si desnuda nunca muy desnuda, si barbuda nunca muy barbuda será la mujer…”

Vittori no engañaba a nadie ni los espectadores llegaban a sorprenderse por algo diferente a lo que fueron a buscar. Comedia divertida. Gags para comentar. Un ropaje atinado, un mobiliario que definiese y la vida de fuera escamoteada por dos horas. Dos horas fuera de la realidad son, a poco que se piense, dos horas nada febriles. Eso es muy cercano a la felicidad, al menos a lo grato. En vacaciones una buena receta.

Jugaba con el periodismo (Vittori) dando una cena en una cantina, previo este encuentro al debut, donde se suscitaba una escena o algún enojo con algún periodista (tenía ciertos tics de tanguero y dieciochesco en sus enojos y las cuestiones de género no lo ponían de buen humor). Pagaba impuestos por entradas que no había vendido o si (vaya uno a saber…) pero Víttori anunciaba, pedía que anunciasen: “… debutó con éxito en la temporada en la Feliz la comedia con Darío Vittori…” Eso completaba el trabajo hecho en el invierno. Permítanmé el abuso de las mayúsculas en el texto. SU COMEDIA DEL VERANO ERA EL RESULTADO DE LO QUE HACIA EN TELEVISIÓN EN INVIERNO. Adviértase la semejanza. Dependen de la tele invernal.

La sedimentación, el año tras año hacia lo suyo. Vittori era una marca registrada. Sólo debía cuidarse de no traicionar eso, su imagen.

Carmen Barbieri, Marcelo De Bellis, Alberto Martín, Sol Pérez, Sebastián Almada, Mónica Farro y Christian Alonso protagonizan la obra titulada: “Veinte millones”. Sebastián Almada y Christian Alonso se declaran autores.

Algo de diferente apareció. Este es el segundo año que la Barbieri exalta un sector del físico de una muchacha. Nada que objetar. Todos los recursos son lícitos para una comedia que no intenta reformular el mundo, tampoco putrefactarlo. Vale la mención. Se inscribe en este argumento: la belleza es un atractivo sobre el escenario.

Repito concepto:…” la Barbieri traía el aura de su nombre a la sala. Con eso alcanzaría… Con eso alcanza… con eso… ¿alcanzará?”

Hacia el fin del verano la suma de las entradas y los aplausos dirá si esta pregunta (en este caso tengo dudas) tiene respuesta, por ahora cerremos con la frase de un enero que viene bien: “to be continued”. “Veinte millones” son muchos, como las butacas del Atlas.



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