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La Ciudad 11 de julio de 2016

Un historia donde se cruza el amor, la búsqueda, la muerte y el encuentro

La de Delia Giovanola de Ogando es una historia de vida. De tristeza y alegría, de muerte y nacimiento, de pérdidas y encuentros.

por Natalia Prieto
[email protected]

Esa historia se cuenta en “La lucha que la parió”, escrito por su sobrina política Silvia Villa y que fue presentado la semana pasada, en el marco de la muestra “Retratos Recuperados” en el Paseo Aldrey.

Con joviales 90 años, apela al humor para describir las fotos que conforman la película que puede tener un final feliz. “‘La lucha que la parió’ es la vida de ella desde su nacimiento -cuenta su autora a LA CAPITAL-, es parte de la historia argentina contemporánea en primera persona”.

“Le dije que contara lo malo también -interrumpe en plan de broma Delia- pero se le fue la mano y tuve que corregir”.

El humor aparece una y otra vez como un aliado para enfrentar la peores situaciones, un recurso al que apela siempre para superar la adversidad.

“Total -concede-, desde el primer momento. A los 37 enviudé y fue el primer golpe. Me puse la máscara, para salir a flote, y después se convirtió en una forma de vida porque mi vida fue golpe, golpe y golpe”.

En ese sentido recomendó “al que se queja, que deje de hacerlo porque se le escapa todo. Me siento acompañada. Si hubiese sido quejosa, además de vieja, estaría sola. Soy una mujer pública, me es más fácil escribir y hablar con humor”.

El deseo de la autora es que el libro se convierta en un “texto de historia contado por una de sus protagonistas y para ella es más importante la difusión”. Y Delia añade: “Nos faltan alrededor de 350 nietos, porque no hay cifra exacta”.

Historia

Cuando a su hijo Jorge y a su nuera embarazada Stella los desaparecieron en 1976, ya tenían a Virginia, quien quedó a cargo de Delia. En ese entonces comenzó su activismo, en busca de su hijo y su nuera, en las primeras rondas en la Plaza de Mayo donde surgieron las Madres, primero, y Abuelas después.

Virginia también participó activamente de la búsqueda, tanto a través de Abuelas como de la agrupación Hijos, pero en 2011 se suicidó en Mar del Plata, donde residía. “Buscando a mi nieto, perdí a mi nieta”, afirma.

Esa búsqueda se relata en el libro, desde la portada misma, que muestra a Delia en una de las rondas de Plaza de Mayo con un cartel que reza “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”.

“Fue en la época de Malvinas -recuerda Delia- y estaba todo empapelado con los carteles de ‘Las Malvinas son argentinas’. Y después de la ronda de la plaza, mientras iba a Retiro a tomar el tren para ir a mi casa, veía todos esos carteles y me dio indignación”.

Entonces, dice, “al llegar a casa hice el cartel (Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también), no me acuerdo si sobre un cartón o una cartulina, y al jueves siguiente lo lleve a la plaza. La idea era difundir la ronda de las Madres y Abuelas”.

Los reporteros gráficos tomaron la placa, que dio la vuelta al mundo, y con el tiempo Delia la encontró en Facebook. “Me vi, era yo -cuenta-, era el cartel y era mi letra”.

La misma imagen -como gigantografía- ilustra el Museo de Malvinas que funciona en la ex ESMA.

Señales

El trabajo para darle forma a “La lucha que la parió” comenzó en 2013 y terminó en noviembre de 2015, un día antes de conocer el paradero y nombre de su nieto Martín, que se convirtió en el nieto recuperado 118.

“El libro entró a imprenta el 4 de noviembre de 2015 y el 5 apareció Martín -reseña Silvia-, entonces lo paramos e hicimos una posdata. Quizás algún día Martín quiera contar su parte de la historia”.

El reencuentro entre nieto y abuela estuvo signado por “señales”, dice Delia y cuenta que “en marzo de 2015 fui con una nieta recuperada a Calafate a dar una charla y le regalé uno de los pañuelos al cura, el padre Luis, que lo bendijo y como era Domingo de Ramos me regaló un ramo de olivos bendecidos”.

Cuando se lo entregó, 30 de marzo, el cura le dijo: “‘Delia, vas a encontrar a tu nieto porque tu nieta estuvo danzando con los arcángeles’. A mí me entró por un oído y me salió por otro, pero después me enteré que ese mismo día Martín se había acercado a Abuelas porque tenía dudas sobre su identidad”.

En septiembre del año pasado, “por insistencia de la familia”, emprendió un viaje por Europa y al volver nunca sospechó que se encontraría con -quizás- la sorpresa más feliz de su vida.

A principios de noviembre del año pasado, después de cotejar la muestra de sangre de Martín -que se había extraído en Miami, donde vive-, el Banco Nacional de Datos Genéticos informó que la compatibilidad con la de Delia era de 99,99 por ciento. Martín es el nieto recuperado 118.

Instantáneo

“Lo llamaron por teléfono desde Abuelas y le dijeron quiénes eran sus padres y su abuela -recuerda Delia- y él preguntó si yo estaba ahí y que quería hablar conmigo, así que me pasaron el teléfono”.

Delia asegura que “no lo podía creer. Jamás hubiera imaginado que era una cosa así, desde el primer momento la aceptación por parte de él”. Así se sucedieron los llamados telefónicos y mensajes de Whatsapp, que Delia maneja como la letra cursiva, hasta que en diciembre pasado Martín llegó junto a su mujer y sus dos hijas para pasar las fiestas con su abuela y conocerla.

El 16 de febrero pasado, Delia cumplió 90 años y la familia le armó una celebración. “Mi nieto me preguntaba qué iba a hacer -relata- pero le decía que nada, hasta que la familia organizó el festejo y me insistían para que abra la caja del regalo, que parecía que contenía una heladera”.

Delia, con cara no del todo feliz, se preguntaba “¿por qué me regalan una heladera?” y al abrir el gran paquete se encontró con su nieto Martín. “No me morí la primera vez que él quiso hablar conmigo -bromea- no me iba a morir ahí”.

En marzo ella lo fue a visitar a Miami. “Estuve un mes pero no quería alojarme en su casa porque él tiene su familia y yo las limitaciones de los 90 años -rememora-. Pero nos vimos todos los días y fue un lindo tiempo juntos”.

Delia afirma que “lo busqué 39 años, charlamos mucho. Pienso que estuvo prisionero de amor, porque recién blanqueó sus dudas acerca de su identidad cuando murió su padre de crianza, con quien tuvo una relación muy linda. El le retribuía ese amor, por eso que ese mismo cariño lo tuvo prisionero”.

Difusión

A pesar de que había tenido otras ofertas para contar su historia, Delia las había rechazado hasta que llegó la de su sobrina Silvia porque entendió que le falta difusión a la causa.

“Se habla -explica- en las capitales, en lugares donde hubo desaparecidos, pero falta difusión. Lo que no permití (en el libro) es que se tocara el tema político, sino la búsqueda de abuelas a nietos, nada más”.

En ese sentido, añade que “la historia de mi vida, puedo decir, es pública. No tengo nada que ocultar pero no quise involucrar mi búsqueda con la política partidaria” y reconoció que “se hizo abuso de los derechos humanos”.

Y vuelve al tema que le interesa: “No dejé de buscarlo en ningún momento. Me alegro de haberlo encontrado, no sólo porque se lo debía a mi hijo y nuera, sino a mi nieta. Me obligaba a buscarlo, lo tenía que encontrar, pero si él no me hubiese buscado a mí…”.

“La lucha que la parió” se puede conseguir a través de la web, escribiendo a [email protected].



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