“Ricardito”, el hornero que construyó su casa de barro con vista al mar
Se encuentra en Varese y cautiva a turistas y marplatenses en la bajada a la playa. En pleno enero nacieron sus pichones.
La casa de barro de "Ricardito", en la bajada a Playa Varese
Un departamento con vista al mar cuesta no menos de 130.000 dólares. En la zona de Playa Varese, el ingenio e instinto animal le ganó al mercado inmobiliario en plena temporada de verano. Al propietario lo conocen como “Ricardito” y desde su casa de barro sobre un chiringo se oye el sonido de las olas. Se trata de un hornero que convive entre marplatenses y turistas y alimenta a sus pichones, nacidos en las primeras horas del 2020.
Los clientes habituales del chiringo en una de las bajadas a Playa Varese lo descubrieron hace algunas semanas. Lo vieron terminar de construir su hogar con barro y ramas sobre el puesto en el que se venden bebidas y comidas entre sombrillas y sillas de plástico a centímetros de la arena. Muchos lo fotografían con sus celulares y contemplan su vista panorámica hacia la playa.
Lo apodaron “Ricardito”, sin saber fehacientemente si es macho o hembra. Pero además de su redonda casa entre los parantes de la estructura, en las primeras horas de este año sorprendió a los empleados del chiringo y a los clientes frecuentes del lugar por haber tenido pichones.
“Por unos días no lo vimos. Y después empezó a salir y volver todo el tiempo”, comentó una pareja que habitualmente recurre al Paseo Galíndez a tomar mate, cerca de donde se encuentra el nido de barro.
Descubrieron en los últimos días que habían nacido los pichones de “Ricardito” y entonces empezaron a sospechar que tal vez en realidad se trate de “Ricardita”, aunque por ahora prefirieron no cambiarle el nombre.
Los horneros, además de la forma de sus nidos, tienen otra particularidad: es la pareja quien lo construye. El peso final de estas “casitas” es de alrededor de 5 kilos y adquiere una dureza considerable una vez seco.
Posee forma exterior redondeada con una abertura, dando acceso a un pasillo que separa mediante una pared interna al lecho o “habitación” en donde se incuban los huevos.
Y hay otra particularidad. La pareja de horneros se mantiene junta toda la vida. Llegada la primavera, la cámara del nido alberga un promedio de cuatro huevos, que incuban ambos padres de modo alternativo, durante 15 días. Cuando uno regresa, se anuncia con su canto para que el otro salga.
Cada nido se utiliza una vez, por lo que se construye otro al año siguiente. Los usados quedan libres para quien quiera utilizarlo. En este caso, a “Ricardito” lo vieron terminar de construirlo o bien de hacerle alguna “reforma” antes de enero, cual propietario de una vivienda que busca alquilarla en temporada.
“Sale a buscar alimento vuelve y les da de comer a los pichoncitos”, indicó la misma pareja LA CAPITAL, durante una recorrida por las playas de la zona. Al contemplar el hogar con vista al mar de este hornero, puede apreciarse como “Ricardito” sale permanentemente a buscar comida y regresa para alimentarlos a metros de la playa.
“Tiene mejor vista que los que tienen departamentos acá enfrente”, bromeó un turista que se quedó observándolo, como muchos. El nido está sólido y todo indica que “Ricardito” seguirá pasando un buen verano en Mar del Plata con una vista privilegiada.
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