El perfil de un marginal al que acusan del peor incendio de Mar del Plata
Néstor Gustavo Arrativel (54) es el detenido por el incendio en Torres y Liva. Una parte de la sociedad cree que es un “perejil”. Los investigadores lo sospechan el autor. La vida de un hombre marginal y las pruebas en su contra.
Imagen de una cámara de seguridad del detenido por el incendio de Torres y Liva.
Por Fernando del Rio
“Yo tengo 53, no cuento los años igual que ustedes”, dijo Néstor Gustavo Arrativel cuando en la fiscalía N°6 le recordaron que tenía un año más a partir de los datos de su propio DNI. En ese momento quedaron ratificadas algunas presunciones, esas que indicaban que los peritos psiquiátricos y psicológicos iban a tener trabajo en la causa del impactante incendio de Torres y Liva.
La historia de vida detrás del único detenido por el siniestro más grande que se recuerde en Mar del Plata es singular. La marginalidad, el borde no muy definido entre razón y locura, el merodeo, el odio a los delincuentes, los excesos de la vulnerabilidad mezclados en una pasta explosiva.
En el año 2002 un suceso lo colocó definitivamente fuera del sistema. La fiscal Graciela Trill, que intervino tras la detención de Arrativel cuando intentaba prender fuego un medidor próximo a la Galería Sao, indagó en los antecedentes encontró un informe de la Justicia de Familia que registraba una internación en una institución psiquiátrica. “En ese año me fui a la calle. Me pelee definitivamente con mis viejos”, alcanzó a decir Arrativel, aunque no mucho más.
Nacido en Gualeguay, en la provincia de Entre Ríos, Arrativel se mantuvo en la marginalidad desde los 37 años. Lo anterior en su vida es un misterio o, al menos, no interesa demasiado en términos penales investigativos. Apenas puede saberse lo que sucedió con él en los últimos años, en los últimos meses, en las últimas semanas. Era, eso sí, un hombre que transitaba las calles céntricas con un carrito o valijas, donde llevaba todas sus pertenencias, que eran muy pocas.
Solía dormir en portales y rechazaba los refugios que algunas instituciones de caridad ofrecen a las personas de su condición. “No voy a esos refugios porque no soporto a los delincuentes”, dijo en un código algo indescifrable, un dato oculto de su pasado, tal vez una situación episódica a la que no se puede llegar.
Arrativel no tiene antecedentes penales comprobables, aunque sí algunas detenciones en la vía pública. Resta confirmar si en dos causas, una por hurto y otra por agresión con arma, hubo avances judiciales. Lo que sí se sabe es que las veces que fue aprehendido o interceptado por la policía dio identidades falsas, como la última vez, cuando dijo llamarse Raúl Menescardi, un policía de alto rango de la provincia de Entre Ríos.
Sin vínculos familiares a la vista (nadie se presentó a preguntar por él) y sin ninguna solvencia económica Arrativel es casi un fantasma. Esa característica de “linyera” o “vagabundo”, palabras en desuso por estos días, llevaron a que una buena parte de la sociedad marplatense sostenga con fuerza que se trata de un “perejil”. La investigación a su alrededor parecería indicar que hay pruebas muy sólidas en su contra.
El fiscal Juan Pablo Lódola tiene varios elementos incriminatorios más allá de los videos que muestran a Arrativel iniciando fuego en el cine Ambassador. La refutación basada en que eso quedaba lejos de Torres y Liva, y que Arrativel solo merodeaba por el centro, encontró su propia refutación: el domicilio legal.
El detenido informó que posee un domicilio legal cedido por una pareja para la tramitación de una pensión. Ese domicilio es en Rivadavia al 3400, a solo dos cuadras de donde se desató el gran incendio en la distribuidora. Pero no es solo una dirección anotada en un papel, porque allí la pareja del lugar suele convidarlo con comida.
El medidor de luz de la distribuidora donde se habrían encontrado dos dispositivos incendiarios en los medidores de luz.
Y algo más: cuando aún no se conocía que Arrativel había sido detenido por el principio de incendio en la galería Sao, cuando mucho menos se conocía su relación con el siniestro de Torres y Liva, una lectora del diario LA CAPITAL subió un comentario a una nota. “21.45 esa noche tome un cole en la esquina (de Torres y Liva). Un tipo sospechoso daba vueltas a esa altura de la cuadra. Parecía que era un cartonero o algo así. Pero era raro miraba a su alrededor, hacia la esquina, al otro lado y no se iba. Cuando supe del incendio me alarmé por lo cerca del horario en que estuve a metros y recordé a ese tipo que estaba mientras yo esperaba el 525. Ahora leo lo de los medidores de luz y es ahí por donde estaba este tipo”, escribió.
Esta mujer fue convocada a declarar y, aunque no está en condiciones de identificar la cara de Arrativel, su testimonio es revelador. Es el dato que le entrega a la fiscalía otro indicio gravitante para seguir con la investigación.
Por estas horas, Arrativel permanece alojado en una celda de la Alcaidía Penitenciaria de Batán. A la brevedad se le efectuarán estudios psiquiátricos y psicológicos.
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