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La Ciudad 8 de diciembre de 2019

Las frases más desopilantes y polémicas del intendente que se va

Desde no descartar la llegada de un tsunami a Mar del Plata, a su plan secreto de gobierno, de sus deseos de mandar "chicas bonitas" para buscar inversiones a las críticas a quienes antes elogiaba, el intendente Carlos Arroyo supo ganarse títulos periodísticos en todos los medios del país

Hace cuatro años, el doctor Carlos Fernando Arroyo ganaba las elecciones con el 47% de los votos (183.686) proponiendo un “proyecto secreto de gobierno”, mientras esquivaba los debates televisivos y su jefe de campaña, que lo bautizó como el “Pepe Mujica marplatense”, lo escondía. El objetivo era que no hablara. En base a sus antecedentes como director de escuela, y formando parte de la boleta de Cambiemos, se convirtió en intendente.

Ya no debía manejar a un grupo de chicos en un colegio sino una ciudad. Cuatro años después, el 97% de los marplatenses decidió que su gestión había sido un fracaso. Perdió 167.742 votos en cuatro años, casi cinco por hora.

De aquel “plan secreto”, a sus recientes dichos “mis votantes van a volver; no puedo ser tan animal de perder 160 mil votos”, hay un sinfín de declaraciones polémicas, disparatadas, misóginas y en muchos casos vergonzantes, que llevaron a Arroyo a ocupar titulares de medios de todo el país.

Cada conferencia de prensa, cada entrevista, generaba la sorpresa de los periodistas. También, claro está, las reacciones de quienes se veían obligados a salirle al cruce.

Recién durante estos cuatro años, miles y miles de marplatenses descubrieron al verdadero Arroyo, al que escondían en aquella campaña y que ahora termina su mandato en absoluta soledad, sin respaldo político y menos popular.

Hace cuatro años, cabe recordarlo, lo votaba el 47% de la población. Fue candidato de Vidal y Macri, pero también lo pudo ser de Sergio Massa -siempre le agradece el de Tigre a Javier Faroni que las negociaciones no hayan llegado a buen puerto- o de Scioli. “Su triunfo y su posterior fracaso como intendente nos interpela a todos. Porque así como tuvo 183 mil votos que perdió por goteo hora tras hora de gestión, también deberían hacer un mea culpa los partidos o agrupaciones políticas que priorizan la imagen o el valor de una encuesta a la capacidad de quienes deben conducir una ciudad, en este caso tan importante como Mar del Plata”, refería un reconocido politólogo local analizando los resultados de las últimas elecciones, enfocándose en la caída -sin antecedentes en la provincia de un candidato a la reelección- de quien deberá traspasar el mando luego de haber sido votado por apenas 15.944 personas sin poder cubrir ni siquiera las mesas de los últimos comicios con sus fiscales.

“Tiemblen radicales, se les acabó la joda”

Siempre, a lo largo de su carrera política, el doctor Arroyo se caracterizó por sus declaraciones “fuertes”. En el 2000, siendo parte de agrupaciones que reivindicaban al movimiento carapintada, como candidato del Partido Popular de la Construcción del carapintada Gustavo Breide Obeid también rescataba la figura del ex coronel Seineldín. En diálogo con la prensa asumía una postura de un outsider de la política, aunque cerraba su mensaje lanzándole una advertencia a los radicales: “Tiemblen porque se les acabó la joda”.

“No queremos que nuestros nietos e hijos tengan la porquería de país que nos han dado los políticos. Esto que estamos viendo nosotros, y lo digo con total responsabilidad, no es democracia. Esto es una clase social que se ha unido a la burguesía, que es la clase social de los políticos que se ha organizado para destruir a la Nación, para robarla y saquearla. Esto no es una democracia, es una payasada. Aquí se ha eliminado el sentido republicano. Tenemos un presidente que es un payaso (por De la Rúa) que es vergonzante. La gente se ríe de él, la televisión lo muestra durmiendo. Estos es, como decía el coronel Seineldín, la etapa de la política lúdica, la política juego. De la única forma que podemos salir es volver a la política de la metafísica, a la de los valores espirituales. Y les mando un mensaje: tiemblen radicales porque se les acabó la joda”.

Épocas en la que no asistía a los actos en el Concejo Deliberante, cuando se recordaba en el Día de la Memoria a las víctimas de la dictadura y en las que reivindicaba el orden y la mano dura. Lo cierto fue que cinco años más tarde se convertía en el candidato de Cambiemos. Con su piloto, su autopregonada honestidad y un discurso simple, más bien básico e infantil, expresando entre otras cosas que trabajaría por una ciudad “limpia, segura y ordenada”, le escapó a los debates televisivos y a los reportajes no complacientes. Sin embargo, en aquella campaña lanzó su histórica frase del plan secreto para gobernar. En cuatro años no lo pudo ejecutar, pero confiaba en ese proyecto.

“Mantenemos un proyecto que es secreto. Ustedes dirán: ¿por qué secreto en democracia…? Sí, porque todas las ideas me las copian. Entonces, cuando yo gane las elecciones, voy a decir qué es lo que voy a hacer”

También en esas jornadas, había tiempo para más promesas, a la postre incumplidas.

“Vamos a construir jardines maternales, uno por mes, para dar oportunidades a las madres que trabajan de que puedan dejar a los nenes y no perder el trabajo”.

Se va Arroyo sin haber podido siquiera inaugurar uno de los 48 jardines maternales que prometió. Pero en aquellos días, una de las declaraciones más recordadas se dio en el programa televisivo Estudio Político, de Canal 10, donde el intendente intentó convencer al periodista Germán Lagrasta de que los hombres debían usar el pelo corto para “no gastar champú” y entrar y salir rápido de la ducha, mientras las mujeres con pelo largo “pueden dedicarle cuatro horas al cuidado de la cabeza”. Una clase práctica de quien comandaría los destinos de la ciudad por cuatro años.

“Yo luchaba mucho con los jóvenes (mientras era director de la Escuela de Educación Media 2) por el aspecto. Porque yo tengo determinadas reglas de presentación. Yo respondo a mi generación. Si viene hoy un chico con pelo largo le digo que hay que cortarse el pelo porque es más higiénico. Por ejemplo, tienen que gastar menos champú y no tarda tanto para bañarse. Es un tema elemental. Yo soy un tipo práctico. Las niñas pueden tener el pelo largo, porque las mujeres pueden dedicarle cuatro horas a la cabeza. Nosotros los varones queremos pasar por la ducha y salir. Ya está. Entonces tenemos que tener el pelo corto porque gastás menos champú y no tardás nada. De la otra manera hay que tener un tiempo especial para poder hacer los tratamientos que se hacen las mujeres”.

Y el doctor Arroyo ganó la elección. En la misma noche del triunfo, ante los medios de toda la ciudad, volvió a lanzar otra falsa promesa. En esos momentos, vitoreado por todos, rodeados por muchos familiares y amigos a los que luego nombraría y ascendería en la comuna, prometía bajar las tasas. Era el 25 de octubre de 2015. En estos cuatro años, en promedio, aumentaron un 400 por ciento.

“Nosotros vamos a tratar de ajustar la administración de la mejor manera posible para no sobrecargar más los bolsillos de los contribuyentes. La idea que ha presidido nuestro proyecto, lejos de aumentar, es de bajar las tasas. Porque hay que permitir que con menos presión impositiva que una mayor cantidad de contribuyentes se acerquen a cumplir”.

Los silbatos, el tsunami y las bajas de la guerra

Un mundo nuevo se le aparecía al intendente en su despacho municipal, mucho más amplio que el de su escuela. En esos primeros días se comunicó con el Ministerio de Seguridad de la Provincia, solicitando que le envíen un chaleco antibalas. “Voy a salir a la noche a patrullar las calles”, anunció a sus colaboradores.

También sorprendió uno de sus primeros llamados a conferencia de prensa. Se paró el intendente junto a dos cajas de cartón y anunció emocionado que había conseguido que le donaran “400 silbatos”.


“Este acto llevado adelante por una firma marplatense se enmarca en un destacable compromiso social empresario”, expresaba cuando cumplía una semana como intendente junto a los coloridos silbatos.

Un día antes, el 16 de diciembre de 2015, la sorpresa vino por el lado del mar. “No podemos descartar la posibilidad de un movimiento sísmico o tsunami”, advirtió. Y efectuó una pormenorizada explicación.

“Vamos a trabajar para crear en Mar del Plata una Secretaría de Ciencia y Tecnología, lo cual abre la posibilidad de contar con una estación sismológica. No podemos descartar la posibilidad de un movimiento sísmico o tsunami en nuestras costas. No quiero alarmar a nadie. Hay determinadas formaciones rocosas en el cuerno de Africa o en algunas islas que si cayeran al mar violentamente podrían provocar una ola de magnitud que tomaría mucha velocidad para llegar a las cosas del Atlántico Sur. No estoy queriendo pronosticar nada pero quizás deberíamos tomar precauciones”.

En esos primeros meses de gestión se multiplicaban los problemas. Ya había renuncias y despidos en su gabinete. Un verano agitado. El secretario de Seguridad, Julio Razona, duró un día en el cargo, y luego de una denuncia de LA CAPITAL, Arroyo se vio obligado a echar a Miguel Angel Guzmán, a quien había colocado en el Ente de Vialidad luego de traerlo de la Escuela de Educación Media N°2 que dirigía. El funcionario había dicho que se le había roto el motor de la camioneta del Emvial en Córdoba, mientras que este medio publicó un informe y fotos donde quedaba claro que se había tratado de un vuelco en Mendoza usando el rodado para cuestiones personales.

Le tocó a Arroyo dar su primer mensaje ante el Concejo Deliberante. Lo recibió el presidente, Guillermo Sáenz Saralegui, su histórico amigo. Ambos fueron fundadores de la Agrupación Atlántica. Hoy no se hablan. Sáenz Saralegui decidió alejarse luego de advertir, hasta el cansancio, que el intendente estaba “rodeado por unos vivillos inescrupulosos que sólo querían hacer negocios”.

Pero Arroyo habló ante los ediles.

“Esos cuatro meses me parecen siglos. Vamos a tener la mejor gestión de los últimos 40 años. Las expectativas están intactas y todo lo que se prometió en campaña se va a cumplir”.

La renuncia de su secretario de Turismo, Cultura y Deportes, Emiliano Giri, afectó al lord mayor, quien en su raid mediático optó por el lenguaje militar y castrense para expresarse y volver a las bravuconadas.

“Toda mi vida estudié estrategia militar. Esto es una batalla, no la guerra. En la batalla siempre hay bajas. Esto es evidente. Pero el tema es seguir adelante”

Ya se había producido el “desembarco de Normandía”, anunciado en el último acto de campaña en el Radio City, pero volvía a acudir a aquel acontecimiento histórico

“Esto es simplemente una batalla, pero la guerra recién empezó. Hemos bajado en Normandía. Algunas bajas no significan que vamos a perder la guerra. Ahora comienza el avance sobre la capital enemiga”

Te amo, te odio…

Los desaciertos pasaron a ser moneda corriente. Los funcionarios seguían siendo cambiados, y preocupados, desde el gobierno de la Provincia se enviaban emisarios para intentar ayudar a enderezar el rumbo de una gestión que ya los marplatenses y batanenses comenzaron a constatar que lejos estaba de plasmarse lo que se pensaba a la hora de votar en 2015.

En sus declaraciones -especialmente radiales, en no más de dos medios- o abordado por los periodistas en cualquier acto, Arroyo reiteraría su táctica: responsabilizar por todo a la herencia recibida, elogiar en forma desmedida a sus funcionarios y luego descalificarlos o directamente echarlos.

Tal el caso de Héctor “Toty” Flores, a quien designó secretario de la Producción. “Es un funcionario de lujo con quien estamos trabajando desesperadamente para reducir la desocupación”, dijo. Hoy Mar del Plata lidera el ránking nacional de desocupación. Un par de meses después de haber asumido, “Toty” Flores debió ser echado. Se convirtió en un “ñoqui” que venía esporádicamente a la ciudad. “No hizo nada en cuatro meses”, se quejó el intendente.

Con el correr de los meses, y a lo largo de todo su gobierno, esa sería una de sus principales características: desdecirse y criticar a quien antes había elogiado.

La lista es amplia. Sucedió con su secretario de Hacienda, Hernán Mourelle, con la gobernadora María Eugenia Vidal, con el presidente Mauricio Macri, y hasta con su sucesor Guillermo Montenegro. Algunos ejemplos.

Sobre Hernán Mourelle.

“Es el mejor secretario de Hacienda de la historia de Mar del Plata. También tiene chance de ser el próximo intendente como mi hijo Guillermo, que es más inteligente que yo”

Luego, cuando lo echó (y su hijo literalmente le “mojó la oreja” en la puerta de la municipalidad) explicó…

“Hay un memorándum en el que digo que antes de ir a los medios tienen que consultar con el intendente. Y esto no se cumplió. Por eso lo eché”.

Sobre María Eugenia Vidal, gobernadora

“No hubo en la historia ningún gobernador que haya ayudado con recursos tanto a Mar del Plata como María Eugenia Vidal. Esto hay que decirlo claramente”

Unos meses después…

“No la voy a votar jamás porque no es democrática. No me permitió estar en la interna”

Sobre Mauricio Macri

“El Presidente ha dado un clase de alta política. Vamos a crecer, vamos a ser un país distinto. Y esto lo vamos a hacer de la mano del ingeniero Mauricio Macri”

Pero, más adelante cambiaba de opinión…

“Macri es el culpable de este fracaso económico. No supo cuidar la industria nacional. La gestión de Macri es un fracaso”

Sobre Guillermo Montenegro, su sucesor, a quien ninguneó cuando se lanzó a recorrer la ciudad como probable candidato.

“¿Monte qué? No sé quién es”. Ah, sí, es un candidato que en setiembre de 2016 prometió presentarse otra vez en San Isidro, después de haber sido derrotado por Posse. Voy a enfrentar y a derrotar al candidato mandado por la gobernadora”.

Luego de haber cosechado menos del 4 por ciento de los votos, recibió a su sucesor en el despacho.

“Tuve una conversación importante con Montenegro. Es un hombre inteligente, instruido y con experiencia. Ya le dije que no tengo nada contra él”

El piloto de Dios…

En la última etapa como intendente, Arroyo hizo estampar una frase, en un ploter, en una de las amplias paredes de su despacho, lo cual no dejaba de llamar la atención de los visitantes. “Dios es mi copiloto”, se lee.

“¿Entonces el señor intendente es el piloto de Dios?, preguntó sin hallar respuestas un empresario extranjero que lo visitó y se interiorizó por el significado de esas palabras.

Relacionadas con la religión tuvo numerosas declaraciones. Por ejemplo, lanzado de lleno a su reelección, disparó:

“Voy a la reelección si lo permite el de arriba. El de arriba es Jesucristo. Arriba mío está el pueblo de Mar del Platas y Dios”.

El jefe comunal no dudaba en afirmar que su equipo era de lujo, aunque terminó con secretarios adhiriendo a otras candidaturas a intendente y no a la suya.

“Tengo el mejor equipo de gobierno de los últimos 50 años”

Además, Arroyo aún hoy está convencido de que la suya es una de las mejores gestiones de la historia. Y los autoelogios y autorreconocimientos no faltaron.

“Si tengo que elegir un intendente de la ciudad, me quedo conmigo, sin ánimo de soberbia, y con Mario Russak. No soy muy afecto de los otros”

También supo decir que no había mejor candidato que él.

“El escenario electoral de Mar del Plata es triste. La ciudad tiene un solo candidato: yo. Los otros no están en condiciones de gobernar esta ciudad”

Y de hecho, se veía gobernando por cuatro años más.

“Voy a gestionar con Kicillof o con quien tenga que gestionar. No lo conozco pero creo que me voy a llevar muy bien con él. Es un presentimiento”.

Tras el fracaso en las PASO, con apenas 20 mil votos obtenidos y sin posibilidad siquiera de ingresar un concejal propio al cuerpo deliberativo, las expectativas se fueron desvaneciendo.

“Yo creo que voy a gobernar otros cuatro años. Si eso no sucede me dedicaré a escribir y dar conferencias sobre temas municipales, lo cual será un suplicio para el intendente que venga”, amenazó.

 


Arroyo desbordado…

En tanto, en medio de todas esas declaraciones polémicas, también hubo verdaderos disparates pronunciados por el jefe comunal.

Pidió que se envíen “chicas bonitas” a convencer a los empresarios para que inviertan en Mar del Plata, defendió la vuelta del servicio militar porque “le daría a los discapacitados un motivo para vivir” y sostuvo que las campañas contra la violencia de género “son una moda”.

Reclamó “hacer la revolución” invitando a los marplatenses a recoger la basura durante un paro de la empresa 9 de Julio, dijo que si algún “funcionario no funciona, va a desaparecer”, contó que soñaba con darle la mano a Belgrano y San Martín “si hay un más allá” y consideró que Mar del Plata y Batán “tienen que constituirse en la ciudad de los perros felices”.

“Mis votantes van a volver. No puedo ser tan animal de perder 160 mil votos”, se esperanzó en estos días, ocupado en embalar algunos regalos, cuadros (algunos con artículos periodísticos elogiosos escritos por periodista amigo) y otros objetos del despacho que deberá abandonar tras haberlo ocupado durante cuatro años. Cuatro años que serán difíciles de olvidar para marplatenses y batanenses.

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