Definiciones en una semana en que la intolerancia se rechazó poco
El intendente electo avanzó en el armado de su gabinete, con fuerte presencia radical. También recibió numerosos llamados para solidarizarse por los carteles en su contra. Casi nada se dijo públicamente.
Montenegro, en la previa de las PASO, cuando se sacó una selfie en la Peatonal con militantes del Frente de Todos.
Por Ramiro Melucci
Guillermo Montenegro caminaba por la Peatonal. Había sol pero se sentía el frío del invierno. Sin temor a ser rechazado, frenó ante una mesa donde se repartían volantes de Fernanda Raverta. Saludó, notó buena predisposición y aprovechó para pedir un mate que le entibiara el cuerpo. Apenas lo tomó, se sacó una selfie con los militantes del Frente de Todos y se la envió por whatsapp a Raverta con un comentario que sugería cierta picardía: “Le estoy sacando un mate a los tuyos”.
El episodio sucedió un fin de semana previo a las PASO y sirve para reflejar el buen vínculo que el intendente electo mantiene con su principal adversaria. Evidencia, además, el tono que tuvo la campaña electoral en Mar del Plata. Ese que después de las elecciones los dos se encargaron de remarcar. Porque quedó claro: la contienda preelectoral estuvo encasillada en el plano político y nunca se arrimó a la afrenta personal.
Montenegro y Raverta creen que el ejemplo de esta rivalidad marca el comienzo de un nuevo tiempo para Mar del Plata. En el otro extremo se ubicó la semana pasada Leonardo Fabre, el secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Previsión Social (Apops), que mandó a imprimir carteles con el único fin de decirle “gorila” a Mar del Plata por haber votado a Montenegro.
Fue valiosa la rápida reacción del dirigente de Nuevo Encuentro José Luis Zerillo, que forma parte del Frente de Todos. “No es por acá”, aclaró. Lo mismo que el proyecto de repudio que activaron en el Concejo Deliberante las radicales Cristina Coria y Natalia Vezzi. Montenegro, aludido tácitamente en el insulto a la voluntad popular, también valoró los múltiples llamados que recibió de dirigentes del Frente de Todos. Escasearon, sin embargo, los repudios públicos contundentes de la dirigencia política y sindical.
La provocación se produjo en una semana en que el intendente electo estuvo abocado a la definición del gabinete. Una tarea que se volvió más ardua de lo esperado después del malestar que transmitieron algunos socios de la alianza oficialista tras la designación del opositor Santiago Bonifatti como secretario de Gobierno.
La mayor sorpresa después de aquella fue la de Verónica Hourquebié en Desarrollo Social. Desde el triunfo electoral, el nombre que más sonaba para el cargo era el de Florencia Toledo, referente de la ONG Nada es Imposible. Pero la radical de la línea del diputado provincial Maximiliano Abad se impuso a último momento. La política brinda este tipo de contrastes: la UCR local y Montenegro parecieron reencaminar su vínculo en la misma semana en que la relación entre el radicalismo y Mauricio Macri se resquebrajó por el protocolo de aborto no punible de Rodolfo Rubinstein, el radical que terminó afuera de la Secretaría de Salud de la Nación tras el cortocircuito con el presidente y Carolina Stanley.
De Jorge González para la Secretaría de Obras se hablaba hace semanas. Su vínculo con Montenegro excede la estructura partidaria de la UCR. Y a partir de ahora es la envidia del gabinete. Ninguno como él tiene la transición más sencilla: Guillermo de Paz, el secretario actual, hasta le puede contar cómo está la dependencia en alguna cena de amigos, con el ex intendente Daniel Katz de testigo.
Fernando Muro también dio sus primeros pasos en el radicalismo, pero después saltó al PRO. Con todo, su perfil es más técnico que político, según coinciden en remarcar quienes lo conocen. “No nos creían cuando decíamos que íbamos a tener un gabinete cien por cien marplatense. Pensaban que bajábamos con diez tipos de CABA”, hicieron notar tras el anuncio en el entorno de Montenegro. “Fue una operación permanente de campaña”, lanzaron. Tampoco era una presunción alocada después de las PASO: Montenegro había llegado a Mar del Plata sin estructura y languidecían los gobiernos de Vidal y Macri.
El intendente electo estudia nuevas designaciones para los próximos días. Más allá de los entes descentralizados y OSSE, para los que tiene otro plan, de la primera línea del organigrama que tiene en la cabeza solo falta definir al secretario de Seguridad. El único nombre que sonó hasta aquí para el área fue el de Gustavo Jara, representante del Ministerio de Seguridad nacional en la región y referenciado con Patricia Bullrich. En las últimas horas, sin embargo, fuentes cercanas a Montenegro deslizaron que Jara será el subsecretario y que el secretario aún no está definido.
¿Qué pasará con los entes y OSSE? Como son funcionarios que necesitan el aval del Concejo Deliberante, la intención es no exponerlos hasta que las conversaciones no estén avanzadas en ese ámbito. Léase: hasta que no estén asegurados los votos. “No vamos a tirar nombres para que los concejales se hagan un festín”, aclaran en el entorno de Montenegro. Acaso lo digan pensando en lo que sucedió con Emiliano Giri, cuya designación en OSSE naufragó en marzo en las aguas turbulentas del cuerpo deliberativo.
Las autoridades del Emtur continuarán en sus lugares durante el verano. El único fin es no entorpecer la marcha de la temporada. Montenegro sabe que Mar del Plata será una vidriera del país y tampoco en este caso quiere repetir experiencias de Arroyo, como las del paro de recolectores en enero de 2016 y la retención de tareas de los municipales en diciembre del año pasado.
También preocupan otras aristas. Sebastián Puglisi no asumió en Educación y ya tuvo su primer contrapunto con la secretaria docente del Sindicato de Trabajadores Municipales, Alejandra Ayek, que comentó con imprudencia una rebuscada versión sobre el pago del retroactivo de la bonificación docente con bonos de un supermercado.
Puglisi ratificó, de paso, el compromiso de Montenegro de pagar esa bonificación en forma retroactiva. El intendente electo sabe que del cumplimiento de esa promesa de campaña depende en gran medida la segunda gran prioridad que estableció para los primeros tres meses de la gestión, después del funcionamiento de todos los servicios en temporada: el normal comienzo de clases en las escuelas municipales.
Hay otra definición que se maneja con sigilo en el círculo de confianza del próximo jefe comunal. El gabinete tendrá un coordinador. Sin la estructura que podría suponer la conformación de una jefatura de gabinete, pero con el margen de maniobra suficiente para oficiar de puente entre los secretarios y el intendente. En este caso no habrá sorpresas: será Alejandro Rabinovich, el único capaz de decirse de todo con Montenegro y estar tomando un café dos horas después. Uno de los pocos, además, del que el intendente electo nunca sospecharía una traición.
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