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Arte y Espectáculos 19 de noviembre de 2019

Juan Cáceres, el cine social que anticipó el actual descontento en Chile

Juan Cáceres, director de "Perro bomba".

por Antonio Broto

GINEBRA, Suiza.- El director Juan Cáceres presenta en el festival FILMAR de cine latinoamericano de Ginebra su ópera prima “Perro Bomba”, una historia de marginación que retrata los problemas sociales de Chile y anticipa el actual descontento desatado.

El film, que se estrenó en Chile el 3 de octubre pero sólo estuvo dos semanas en cartel para así “sumarse a la movilización” de las calles, relata las dificultades de la comunidad de emigrantes haitianos en Santiago, enfrentados a la pobreza y el racismo.

“En Chile no se llevaron personas esclavizadas desde Africa durante el periodo de la colonia, sino que se esclavizó a los indígenas, por lo que nunca hubo una comunidad negra, y ahora los haitianos están teniendo muchas más dificultades para adaptarse”, explica el joven cineasta chileno en una entrevista con EFE.

En su película participan, con diálogos improvisados en su idioma creolé, muchos de esos migrantes de Haití, incluido el protagonista, Steevens Benjamin, que llegó a Chile con 17 años con el sueño de ser actor.

“Muchos le decían que cómo iba a serlo si nunca había habido actores negros en Chile, pero al final se ha convertido en el primer afrodescendiente en protagonizar un film de ficción en el país, eso es un gran orgullo”, subraya Cáceres.

El protagonista de “Perro Bomba”, película que toma su nombre de una expresión de las cárceles chilenas que vendría a significar “carne de cañón”, malvive en las calles de Santiago y a veces reacciona con rabia a la desigualdad y la exclusión, algo que según el realizador es una metáfora de la actual crisis chilena.

“El cineasta brasileño Glauber Rocha ya dijo que el producto de la desigualdad y la opresión no era la tristeza sino la rabia, y eso está pasando en Chile, eso se ve en nuestra película”, destaca Cáceres.

“En Chile, no sólo durante los 17 años de dictadura sino también en los 30 años que han venido después, se gobernó bajo una constitución que fue impuesta a sangre y fuego y ello hizo que se acumularan unas tensiones y presiones que finalmente explotaron”, analizó.

Según Cáceres, el cine independiente chileno, discriminado en las carteleras y autogestionado por los eternos problemas para financiar sus proyectos, lleva años abordando esas tensiones, por lo que no es cierto que el estallido fuera algo inesperado.

“Muchas personas, incluyendo el presidente (Sebastián Piñera) decían que nadie pudo prever todo esto, pero lo único que delatan diciendo eso es que nunca han visto cine independiente chileno, que lleva reflejando las desigualdades y violencias hace muchísimo tiempo”, aseguró.

Para Cáceres, en los 30 años posteriores al régimen de Pinochet “nos han hecho creer que hemos vivido en democracia porque hemos votado” cuando un mismo poder económico ha controlado el país, gobernasen derechas o izquierdas.

El director es optimista ante el actual movimiento de protesta, y confía en que “una vez obtengamos una nueva constitución podamos recomenzar, por fin terminar este proceso de transición que por 30 años se ha extendido tras la dictadura y vivir en una democracia plena que garantice los derechos más fundamentales”.

Cáceres se considera un hijo del movimiento estudiantil que en 2006 reclamó la apertura de la educación superior a los sectores más desfavorecidos de Chile, la llamada “revolución pingüina” con la que él consiguió, desde su extracción humilde, acceder a escuelas públicas de cine.

Él y otros realizadores nacidos tras aquel movimiento consideran que “el cine no es sólo una herramienta de distracción sino también una materia social que puede servir para integrar o para reflexionar”.

Desde un punto de vista siempre muy político, y que él prefiere definir no como de izquierdas sino más bien heredado de los pensamientos ancestrales de los mapuches, Cáceres critica el “cine de clase alta” chileno que primaba las ideas “geniales” de determinados autores antes que al colectivo.

También aborrece las “instituciones que homogeneizan la creación, como los grandes festivales de cine europeo y norteamericano”, aunque reconoce que el nuevo cine chileno que ha llegado en esta década a los premios Oscar (“Una mujer fantástica”, “No”) ha transmitido valores positivos.

“Son películas que admiro, que sin duda le han hecho bastante bien a Chile, y no es mi intención confrontar a las personas que hacemos cine, porque todas compartimos el ideal de un futuro mejor”, concluye.

EFE